Juan Gabriel no se ha callado del todo. Ocho años después de su muerte, su voz regresa en Nunca había amado así, segundo adelanto de Eterno, el álbum póstumo que verá la luz el próximo 5 de septiembre. Virgin Music, sello que gestiona los derechos del divo de Juárez, ha publicado este viernes la canción junto con un videoclip oficial, con imágenes de archivo del artista y uso (y abuso) de la IA, y ha confirmado que se trata de una grabación inédita del cantante acompañada por nuevos arreglos de mariachi.

La pieza fue escrita por el propio Juan Gabriel –nacido Alberto Aguilera Valadez– y producida por Guillermo Hernández Galicia, uno de los encargados de preservar su legado musical. Se suma así a Me nace del corazón, primer sencillo de Eterno, publicado en junio.

Fallecido en agosto de 2016 en Santa Mónica, California, a los 66 años, Juan Gabriel fue una de las figuras más prolíficas y queridas de la música popular latinoamericana. Su obra como compositor abarca más de 1.800 canciones y ha sido interpretada por más de 200 artistas, de Rocío Dúrcal a Chavela Vargas. Vendió más de 30 millones de discos y convirtió temas como No tengo dinero, Siempre en mi mente o Esta rosa roja en clásicos sentimentales de varias generaciones.

A lo largo de su carrera acumuló reconocimientos en ambos lados del Atlántico: más de mil discos de oro, platino y multiplatino, doce Premios Billboard, el Ondas, el MTV Music Award y el galardón a la Personalidad del Año que otorga la Academia Latina de la Grabación. En 2006, Juan Carlos I le concedió el Laurel de Oro y la Excelencia Universal. Desde 2002, el 5 de octubre está consagrado como el Día de Juan Gabriel en Los Ángeles.

Amor eterno

Ahora, con Eterno, su voz vuelve a sonar. No como un homenaje póstumo, sino como lo que fue en vida: una forma de amor directo, desbordado y sin pedir permiso. Nunca había amado así no busca reinventar a Juan Gabriel, sino devolverlo al oído popular tal como fue: dramático, íntimo, entregado. La canción recoge los tics reconocibles de su estilo –una melodía ascendente, versos cargados de deseo, la efusión vocal que brota del alma al pecho– y los envuelve en una producción cuidada que emula los arreglos tradicionales del mariachi, sin caer en la nostalgia estéril.

La industria de la música latina ha encontrado en los álbumes póstumos un modo de prolongar la presencia de sus ídolos, pero pocos casos generan tanta expectativa como el de Juan Gabriel. En vida, convirtió su figura en una extensión de sus canciones: entre lo popular y lo grandioso, entre el dolor confesado y el espectáculo. Su muerte dejó un hueco difícil de llenar, y cada aparición inédita –ya sea en forma de dueto virtual, archivo recuperado o canción reconstruida– actúa como una ofrenda para quienes todavía lo escuchan como si no se hubiera ido.

Eterno se perfila así como una última cita con su público. Un acto de amor tardío que no necesita justificación ni contexto, porque, como cantaba él mismo, "lo que se da no se quita", y Juan Gabriel siempre se dio entero.