No es secreto alguno que Pedro Pascal (Chile, 1975) se ha convertido en una de las estrellas más populares del Hollywood moderno. Y el año 2025 no hace sino ponerlo de manifiesto. El chileno se enfrenta al primer cuarto de siglo en la cresta de la ola: si bien el primer trimestre de 2025 ha estado marcado por su exitosa —pero corta— participación en la segunda temporada de The last of us, Pedro Pascal ha hecho del verano su cinefilia.
En España sus estrenos de verano llegan desordenados, pero llegan. El primero en hacerlo ha sido Los cuatro fantásticos: primeros pasos, estrenada de manera global el pasado fin de semana. Sin embargo, previo a sus pinitos en Marvel, el actor había estrenado otras dos películas en Estados Unidos, que en Europa se están haciendo de rogar: Los materialistas y Eddington. La primera de ellas, un ménage a trois dirigido por Céline Song (Vidas paralelas) que llegará a España el próximo 14 de agosto —dos meses después que en el continente americano—; y la segunda, dirigida por Ari Aster (Hereditary, Midsommar), que habrá que esperar hasta el 12 de septiembre para poder verla en cines españoles —de nuevo, dos meses después que en Estados Unidos—.
Sea como fuere, lo interesante de Pedro Pascal este año no es tanto la cantidad de estrenos como su eclecticismo: lo mismo lidera un drama romántico intimista que se entrega por completo al delirio psicológico postapocalíptico o a lo más clásico del cine de superhéroes. Hay algo casi estratégico —que no impostado— en su manera de transitar géneros y registros sin perder su sello personal. Pascal sigue siendo Pascal, pero también se permite mutar, jugar, buscar. Una libertad que quizá sólo se alcanza cuando el estrellato no llega de golpe, sino después de décadas de paciente trabajo a la sombra.
Un comienzo tardío
Pedro Pascal ha cumplido en abril de este 2025 los 50 años. Se diría que ha estado siempre con nosotros, pero lo cierto es que la fama le llego tarde. Simpatizantes del presidente Salvador Allende, la familia de Pedro Pascal tuvo que buscar asilo político en Dinamarca tras verse involucrados en movimientos contra la dictadura militar de Augusto Pinochet, cuando el futuro actor apenas acababa de nacer. De Dinamarca se trasladaron a Estados Unidos, donde Pascal creció, enamorado siempre de las artes y la actuación.
Quizá fuera por ello que en la década de los noventa se mudara a Nueva York a probar suerte en el mundillo del arte dramático. Por aquel entonces su madre acababa de fallecer, y Pedro comenzó a utilizar su apellido profesionalmente en su honor (y, bueno, también porque a los estadounidenses se les hacía bola pronunciar su primer apellido, Balmaceda).
Apareció discretamente en capitulillos sueltos de series exitosas como Buffy, cazavampiros, The Good Wife o Ley y orden, pero el éxito le vendría en 2013, cuando fue contratado para interpretar al bisexual y carismático Oberyn Martell en la cuarta temporada de Juego de tronos. Aquellos que han visto la serie recordarán que, si bien su personaje prometía mucho, acabó apareciendo poco. Pero su huella fue magnánima: Pedro Pascal había llegado para quedarse.
Desde entonces apareció en la serie Narcos, en las películas de Kingsman e incluso coprotagonizó The Equalizer 2 con Denzel Washington. ¿El siguiente pelotazo? Star Wars: Pedro Pascal interpretaría al protagonista de The Mandalorian, la primera serie de acción en vivo del universo creado por George Lucas.
¿Existe la Pedro Pascal fatigue?
Le siguieron contratos con directores de la talla de Ridley Scott, Ethan Coen e incluso Pedro Almodóvar, quien le puso en primera plana para su corto de temática homosexual Extraña forma de vida, junto a Ethan Hawke; pero su figura se ha consolidado también fuera del cine.
Pascal es reconocido como un símbolo de masculinidad positiva. No es un macho alfa silencioso, sino que expresa abiertamente sus emociones y no teme a mostrarse vulnerable. Es, además, un activista por los derechos LGBT, habiendo criticado abiertamente a figuras como J.K. Rowling por sus comentarios anti-trans (su hermana, Lux Pascal, es una importante activista y actriz transgénero).
Sin embargo, su omnipresencia este 2025 ha generado lo que algunos llaman Pedro Pascal fatigue (la fatiga de Pedro Pascal): un exceso de exposición que, aunque cariñoso, sugiere que el actor ya empieza a saturar el zeitgesit mediático. Quizá sea por ello que la última moda sea sacarle puntillita a todo cuanto hace el actor.
Durante la promoción de Los cuatro fantásticos, usuarios de X han señalado la cercanía física que el actor mantiene con sus compañeras de rodaje, en concreto, con Vanessa Kirby, quien mantiene una relación romántica con un exjugador profesional de lacrosse y espera su primer hijo. Estos incels aseguran que Pascal "no respeta los límites", ignorando el evidente compañerismo entre actores durante una gira promocional para vender una narrativa teñida de misoginia y homofobia apenas disimuladas. "Aunque Pedro Pascal fuera gay, si mi mujer le hiciera esto a otro hombre la dejaría en la calle donde la encontré", asegura un usuario.
Quizá la verdadera razón por la que Pedro Pascal se haya convertido en una figura tan querida sea precisamente esa: su cercanía. Es un actor de método que no se toma demasiado en serio; una estrella que se arremanga aunque haga de secundario; un hombre de 50 años que habla el lenguaje de la generación Z sin sonar impostado. En un Hollywood cada vez más impaciente, Pedro Pascal ha demostrado que la espera (y la autenticidad) pueden seguir valiendo la pena. Lo demás, poco importa.
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