La leche sigue siendo uno de los alimentos más completos que jamás deberíamos eliminar de la dieta humana, tampoco en la etapa de la vida adulta. La leche combina proteínas de gran valor biológico, minerales que no pueden faltar en la dieta. Si bien es cierto que aún podemos sustituir su consumo con otros alimentos, es complicado que estos puedan cubrir todos los efectos que nos perdemos si se deja de tomar.
Así beneficia la leche a los adultos
La leche es un alimento que contiene proteínas de muy alta calidad de las cuales aproximadamente un 80% son caseína y un 20% suero lácteo; la caseína es una proteína de absorción lenta y por lo tanto, provoca un flujo de aminoácidos constante durante varias horas; el suero lácteo es una proteína de absorción rápida, por lo que es ideal para la recuperación tras una actividad deportiva o para favorecer la síntesis proteica; esta combinación garantiza el equilibrio para poder preservar la masa magra y, además, la salud muscular de las personas adultas.
Minerales necesarios para la salud ósea
El calcio de la leche es un mineral necesario para garantizar unos huesos fuertes y saludables y prevenir problemas óseos como la osteoporosis. También aporta fósforo, magnesio y potasio: minerales necesarios para el adecuado funcionamiento del sistema nervioso y para la contracción muscular. Por ello, estos nutrientes son difíciles de conseguir, porque otros alimentos no logran satisfacer la demanda de los músculos y de los huesos a lo largo de los años; por este motivo, la leche se mantiene como la fuente prioritaria para la salud ósea.
Los aportes nutricionales de la leche
A pesar de su capacidad energética, la leche es un alimento muy bajo en calorías, y por tanto puede ser un aliado dentro de planes de control de peso, o bien puede ayudar a saciar el hambre. Por otra parte, la combinación de la composición nutricional (proteínas, lactosa) favorece también la saciedad; elegir por ejemplo las versiones semidesnatadas o bien desnatadas significa en cierta forma preservar la capacidad energética, lo que permitirá obtener la energía adecuada.
Un alimento en la dieta diaria
La leche puede integrarse en distintas comidas del día. Su practicidad permite que sea un alimento con presencia en la dieta. Al contrario que otros alimentos funcionales, no exige elaboración ni un consumos elevado para aportar beneficios, por lo que se trata de una alternativa práctica y accesible para todas las edades.
Leche y bienestar a largo plazo
Suprimir la leche y los lácteos de la dieta sin justificación puede comprometer la ingesta que garantice los nutrientes clave. El aporte de calcios, de vitamina D -en sus versiones fortificadas- y de proteínas de alta calidad es complejo de igualar con otros alimentos que se incorporen a la rutina alimentaria; mantener la ingesta de lácteos por parte del adulto ayuda a evitar carencias que, a largo plazo, pueden poner en riesgo la salud metabólica y ósea.
Colaboración con el equilibrio metabólico
El perfil de nutrientes que presenta la leche ayuda en la regulación de diferentes procesos de nuestro organismo. Por ejemplo, la presencia de potasio ayuda a controlar la tensión arterial; las proteínas y la lactosa ayudan en la restauración tras la actividad física. La combinación de macronutrientes proporciona energía y protección frente a las enfermedades vinculadas a la edad.
Por tanto la leche es un alimento no sustituible dentro de la alimentación del adulto; su perfil nutricional, su accesibilidad, y el impacto positivo que genera en la salud hacen que mantener su ingesta sea una clave para contribuir al bienestar y, a la vez, a la prevención de carencias a lo largo de los años.
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