La arena del Sáhara se cuela por las rendijas de las ventanas, se posa en el café recién servido, cruje bajo los dientes al masticar el pan ácimo. Son algunos de los recuerdos que conservan los soldados españoles que fueron destinados hasta 1975 al entonces Sáhara Español. “Para un oficial subalterno era una vida muy cuartelera”, recuerda José María Manrique García, coronel de artillería que llegó a la provincia número 53 en 1973 y pasó allí los dos años siguientes, en mitad de la creciente tensión por un territorio que acabaría ocupado por Marruecos.

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“A partir de la primavera de 1974, cuando el rey de Marruecos Hasán amenazó claramente con llevar a cabo la invasión del Sáhara, mi grupo de anti aéreos estuvo desplegado en varias secciones del campo”, rememora. Manrique es uno de los cientos de militares españoles que aún levantan testimonio de aquella época, cuando se cumple medio siglo del abandono de España y el inicio de un conflicto entre Marruecos y el Frente Polisario que aún perdura.

Antonio Ramos Izquierdo, hoy presidente de la Hermandad de las Tropas Nómadas y Juan Tejero Molina. | Francisco Carrión

Manrique sirvió en El Aaiún, la capital del Sáhara. Más al interior, donde la carretera desaparece bajo la arena, el desierto se impone. Allí operaban las Tropas Nómadas, acompañadas por guías saharauis que conocían cada cada pozo escondido, cada trazo de sombra útil.

“Si no confiabas en los saharauis, estabas perdido”, resume Antonio Ramos Izquierdo, hoy presidente de la Hermandad de las Tropas Nómadas. Dormían al raso sobre mantas en la arena, bebían té espeso y compartían comidas con los sargentos saharauis. “Aún recuerdo la primera noche que nos quedamos en el desierto. Había un montón de estrellas y ruidos extraños, de las rocas que saltaban por la noche al quebrarse. Y luego algún animalito que se movía, pero sobre todo era la inmensidad del cielo con las estrellas que veían”, evoca.

Las Tropas Nómadas: patrullando el desierto

“En aquella fecha, las Tropas Nómadas estaban en mantilla. Nos acababan de pasar de Gobierno a Ejército y nos dieron lo justo, lo que tenían. Y eran mosquetones, soldados y algún que otro camión y algún jeep, pero el resto, camellos”, agrega. Juan Tejero Molina, que también llegó al Sáhara a principios de 1960, guarda buen recuerdo de sus camaradas saharauis. “Los sargentos saharauis funcionaban estupendamente”, admite.

En la década siguiente la convivencia se fue deteriorando, mientras la ONU presionaba al régimen franquista para que iniciara el proceso de autodeterminación. La ruptura llegó con la actividad armada del Frente Polisario, nacido en 1973 tras la represión violenta de las autoridades españolas de las primeras manifestaciones pacíficas reclamando el derecho a decidir su futuro. “Fue una herida”, reconoce Ramos Izquierdo. Tejero es más directo: “Se quebró la relación”.

El Polisario pasó de reclamar la salida de España a pedir que no nos marcháramos y que teníamos responsabilidades

En el cuartel que hoy guarda el legado de las Tropas Nómadas se siguen viendo con recelos al Polisario, por los ataques que firmó contra algunos de sus integrantes y por considerar que se equivocaron de enemigo. “El enemigo era Marruecos, no nosotros”, señala el presidente. “El Polisario pasó de reclamar la salida de España a pedir que no nos marcháramos y que teníamos responsabilidades. Habían estado dos años pegando tiros y poniendo bombas y luego resultó que éramos muy bueno”, reprocha José Gutiérrez de la Fuente, coronel de caballería.

Entretanto, Marruecos insistía pese al revés en el Tribunal de la Haya. En marzo de 1975, Marruecos anunció la creación del Frente de Liberación y Unidad (FLU), integrado por infiltrados marroquíes que firmaron una cadena de atentados terroristas en El Aaiún. Hasán II llevaba años reclamando el territorio. “Ya sabíamos que miraba hacia el sur. Era un plan calculado”, recuerda Manrique. Y es él quien formula la frase que atraviesa cincuenta años de política exterior: “Aquella salida creó el monstruo envalentonado que hoy es Marruecos”.

Visita de la misión de la ONU, entre banderas saharauis, en mayo de 1975. En la foto, José María Manrique

Combustible para el Gran Marruecos

“Desde hace mucho tiempo soy plenamente consciente de que Marruecos es una criatura de Francia, un poco, pero sobre todo de Estados Unidos. En 1958 Marruecos se mete en guerra con España sin tener ejército de tierra ni Marina. Nos hace la guerra porque Estados Unidos, dentro de su política de descolonización, lo impulsa. Lo del Sáhara fue una injusticia y una traición. Fue ponerse en un plano inclinado de sumisión a Estados Unidos y Marruecos”, opina el coronel. Y añade: “Ahí empieza todo: la presión sobre Ceuta y Melilla, el chantaje migratorio, la instrumentalización del Sáhara. Marruecos entendió que si presionaba, España retrocedería”.

Instrucción en el Sáhara Español

En diciembre de 1975, la orden llegó a El Aaiún. Gutiérrez de la Fuente lo recuerda con exactitud: “Se nos dijo: no habrá combate. Nada de heroicidades”. El estamento castrense que algunos de los soldados firmaran acciones contra las tropas marroquíes. Él mismo fue uno de los encargados de escoltar a los últimos funcionarios españoles hacia el aeropuerto. La ciudad quedó dividida en dos: al norte, las tropas marroquíes, recién llegadas; al sur, los militares españoles que se marchaban. Se cerraron archivos, se descolgaron banderas. “No hubo humillación. Hubo obediencia”, dice Gutiérrez. “Pero fue una rendición política”, murmura.

La entrada de las Fuerzas Armadas Reales marroquíes fue inmediata. Controles en las calles, las alambradas rodeando barrios saharauis que habían sido colocados por los españoles y vigilancia constante acompañaron a su irrupción. El escritor y periodista Tomás Bárbulo, que pasó su adolescencia en El Aaiún, lo documenta: «”El Aaiún se transformó en un campo de prisioneros… Quedaron prohibidas las reuniones de más de tres personas”.

Una de las bases de Tropas Nómadas en el Sáhara Español.

Es una página que se quedó colgando. La única colonia que hay en África es el Sáhara

Mientras tanto, miles de saharauis iniciaron la marcha hacia Tinduf. Mujeres con niños en brazos, ancianos apoyados en palos, caravanas improvisadas que avanzaban guiadas por la intuición. La aviación marroquí llegó a bombardear a aquella caravana de saharauis con napalm y fósforo blanco. Muchos españoles los vieron partir sin poder intervenir. La orden seguía vigente: no combatir. Los militares regresaron a España con cajas a medio llenar, fotografías guardadas como prueba de algo que aún no sabían cómo contar.

La Hermandad de Tropas Nómadas, instalada en unas dependencias del ministerio de Defensa a un tiro de piedra de la Ópera de Madrid, mantiene viva la memoria de aquella existencia y de esa mudanza abrupta. Entre sus muros, se almacena fotos donde españoles y saharauis se sientan juntos alrededor del té o desfilan con Land Rover o a lomos de camellos por las arenas del Sáhara. “Venir aquí es no desaparecer del todo”, dice Jesús Valencia, vicepresidente de la Hermandad y otros de los militares que prestaron servicio en el Sáhara. Tejero Molina es el encargado de un inventario que suma más de 10.000 instantáneas.

Cinco décadas después, aquel tiempo turbulento -mezclado con la transición que comenzaría unas semanas después con la agonía y muerte de Franco- sigue suscitando debate entre los militares. “Es muy difícil de aceptar la realidad de que el jefe de Estado en funciones traicionó a España fumándose un puro y nos expuso en esta situación, que ha ido aumentando su peligrosidad y trascendencia hasta en nuestros días”, esboza uno de los militares jubilados consultados. Todos los entrevistados admiten que el del Sáhara Español fue un capítulo mal resuelto que sigue resonando y teniendo repercusiones hoy. “Es que, en realidad, no se resolvió. Es una página que se quedó colgando. La única colonia que hay en África es el Sáhara. Es una página viva y la tenemos aquí. No es un problema lejano en el tiempo y en el espacio. Está en el mar de Canarias, con un Marruecos apropiándose de la pesca y las aguas superficiales, y a las puertas de Ceuta y Melilla”, apostilla Manrique.

“El Sáhara Española debería haber terminado de otra manera”, asevera Tejero Molina. “Pero el problema fue la muerte de Franco. El Gobierno se rindió con todo y se entregó el territorio a Marruecos”, añade. Antonio, que vivió aquella salida desde la embajada española en París, admite que en aquella operación de Hasán II intervino Francia. “Los franceses intentaron asustarnos muchas veces enviándonos informaciones desmesuradas. Pero nuestra salida no fue una humillación. Los militares tenemos dos cosas: primero, un sentimiento de honor muy profundo que nos molestaba irnos sin haber luchado por ello, pero tenemos otro que es el de obedecer y nos dieron la orden de irnos. Nos fuimos a regañadientes”, concluye.

Militares españoles que ayudaron a saharauis

Bárbulo en su libro Historia prohibida del Sáhara Español recuerda cómo, en los últimos meses de la provincia número 53 de España, algunos militares españoles obraron una rápida metamorfósis: el Polisario dejó de ser considerado un enemigo ante la amenaza de Marruecos y el escenario de una entrega del territorio a Rabat. Entre aquellos oficiales que ayudaron al Polisario, figura el capitán Bernardo Vidal. Cuando recibió la orden de cercar barrios saharauis, avisó a amigos y facilitó huidas. «No es España; es el gobierno, que os ha traicionado. Pero el pueblo español os quiere», señaló. Ayudó a ocultar guerrilleros y continuó tras la retirada.

El capitán Jaime Perote fue jefe de una de las últimas unidades en El Aaiún. Permitió la fuga de saharauis que habían combatido: «Optó por obedecer a su conciencia: les proporcionó medicinas, provisiones y gasolina, y los dejó ir», recuerda Bárbulo.  Oficiales de la Unión Militar Democrática (UMD) se contaron entre los primeros militares españoles en posicionarse a favor del Polisario. “Los primeros en comprometerse con el Polisario no fueron los africanistas veteranos, sino los oficiales de la UMD”, señala el periodista. Un documento interno de la UMD tras la retirada española sentenció: “Esto… podría llamarse engaño o traición. Traición al pueblo saharaui… y humillante engaño a los militares españoles”. 

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