La humedad en los hogares se traduce en deterioro, moho y un incremento continuo de la cantidad de los gastos de mantenimiento. Pese a que una buena parte de muchas personas optan por prácticas complejas, hay un simple hábito cotidiano que destaca por su efectividad y sencillez: establecer rutinas de mantenimiento simple que equilibran la casa y que evitan el vencimiento de la humedad. Desde los gestos y revisiones accesibles, para todos, cualquier vivienda es capaz de proporcionar mayor confort o de evitar daños posteriores.

PUBLICIDAD

Ventilación para la humedad

La ventilación debe llevarse a cabo cada día; este es el primer y fundamental gesto para impedir que la humedad se asiente dentro. Abrir las ventanas unos minutos al día favorece la circulación del aire, la eliminación del exceso de vapor y la regulación, regular de la humedad relativa. Este simple acto reduce las manchas, los olores y el moho en aquellos hogares donde el aire es de una naturaleza estancada.

Aumenta la probabilidad de que el vapor de duchas o de la cocina llegue a impregnarse en paredes y techos si se produce la condensación de vapor. Reponer el aire frena este proceso y contribuye a mantener la casa en un estado óptimo. Una renovación del aire que sea breve y constante ayuda a respirar al hogar y evita la acumulación, cotidiana, de la humedad.

Previsión de daños

Una sencilla apertura de ventanas conlleva la disminución de probabilidades de que surja la condensación, habitual en casas con un mal grado de aislamiento térmico o con grandes oscilaciones térmicas. Con este simple gesto, la humedad no queda atrapada y se reduce su influencia en los materiales sensibles. La ventilación no exige grandes costes económicos y representa, en cualquier caso, una buena opción preventiva para mantener correctamente la vivienda.

El origen de la humedad

Aunque los hábitos cotidianos ayudan, algunas humedades se deben a problemas estructurales, por lo que conviene comprobar las zonas más afectadas. Los canalones y las bajantes deben estar despejadas, especialmente tras lluvias. Una acumulación de agua puede filtrarse y provocarnos daños que avanzarán rápidamente.

De este modo, también es aconsejable la revisión permanente de tejados, fachadas, cubiertas, etc. Cualquier grieta, ausencia de protección o pequeños desprendimientos como vías para la entrada de humedad exterior pueden ser una causa suficiente para detectar los problemas de forma precoz y poder evitar las actuaciones más costosas.

Mantenimiento adecuado

Los suelos que presenten grietas o drenaje en mal estado pueden generar humedad ascendente: Las revisiones del estado del suelo exterior evitan la acumulación de humedades con riesgo; mantenimiento periódico garantizan que la vivienda se comporta mejor ante la lluvia y los cambios de temperatura y ayudan a que las zonas críticas no tengan filtraciones.

Cuando se aplica pintura sobre la posible zona afectada sin localizar el foco de la humedad, suele ser poco eficaz. En todo caso, la solución pasa siempre por identificar en el punto de partida la humedad y corregirla antes de cualquier intervención.

Control de la humedad

Aparte de ventilar, alguna rutinas marcan la diferencia. Secar ropa en el exterior siempre que se pueda proporciona un grado de reducción de la humedad en el interior, cocinar con tapas reduce la formación del vapor, o controlar la temperatura usada en los cuartos de baño al ducharse sirve también para evitar la saturación del aire en el interior.

Temperatura y dispositivos

Conservar una temperatura adecuada en invierno, evitar estancias con temperaturas bajas, ya que esto previene la aparición de condensaciones, la aplicación de deshumidificadores o absorbentes puede ser una buena alternativa, siempre como complemento y no como sustituto de la ventilación.

Con estas prácticas, el control de la humedad nos es muy fácil y económico. Las rutinas básicas son suficientes para conseguir un buen ambiente interior con la consiguiente prevención de daños y de gastos a futuro.

PUBLICIDAD