El presidente del Gobierno ha hecho balance del año y ha despachado en sólo diez minutos los casos de corrupción y de acoso machista que afectan a varios cargos del PSOE y a un ex ministro. Los cincuenta minutos restantes los ha dedicado a autoalabanzas, tanto en la gestión económica como en las políticas medioambientales, pero eludiendo los altos precios de la vivienda o el apagón que, por primera vez en decenios, dejó sin luz a toda España.
Ha repetido en varias ocasiones su "orgullo" por el Gobierno que encabeza y esa es la razón –"este gobierno le sienta bien a España, le renta"– por la que ha descartado un cambio profundo del Ejecutivo, una cuestión de confianza o ya no digamos un adelanto electoral, opciones que le recomendó este domingo el presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, a quien, sin citar, ha recriminado que no respete el resultado electoral.
El presidente afeó también a los periodistas que sólo se fijen en los temas que marca la derecha mediática, "el fango", y no se fijen en las cosas que le interesan a la gente, como, por ejemplo, el anuncio que hizo para poner en marcha un abono transporte nacional que por 60 euros al mes permitirá viajar por toda España.
Pedro Sánchez, como hace siempre, se defendió atacando. Su partido, dijo, es el único que ha "abierto el camino" para que las mujeres puedan denunciar los acosos y, en cuanto a la corrupción, su Gobierno no sólo ha actuado con contundencia, sino con rapidez. La única responsabilidad que admite en esta cuestión es si se diera la circunstancia de que ha habido financiación irregular del PSOE. Cuando una periodista le preguntó si, en ese caso, presentaría su dimisión, como él le exigió a Mariano Rajoy cuando estalló la Gürtel, incluso antes de que se hubiese producido una sentencia, Sánchez respondió rotundo: "Como no hay financiación irregular no me puedo poner en esa hipótesis".
Así que, quien esperase que el presidente fuera a estar afectado por los últimos y variados escándalos se habrá llevado un chasco.
El presidente afirma rotundo que tenemos "el mejor Gobierno" que ha tenido nunca España
Incluso se permitió el lujo de insinuar que Núñez Feijóo es el que tiene que arrepentirse. Primero, por haber llegado a la presidencia del PP gracias a la defenestración de Pablo Casado por, precisamente, denunciar la corrupción de Díaz Ayuso (este argumento lo ha utilizado tantas veces que ya cansa). Pero lo más bochornoso de su intervención vino a cuenta de una pregunta muy pertinente sobre si él no se había dado cuenta hasta ahora de que Ábalos o Santos Cerdán tenían comportamientos sospechosos. A lo que contestó que "se conoce más a una persona pasando con ella las vacaciones en un yate que compartiendo la mesa del Consejo de Ministros". Claro, se refería a Marcial Dorado y la famosa foto del yate, que data ¡del verano de 1995!, cuando todavía ni siquiera era un narco. En fin, es como si Feijóo sacara a colación ahora a los Gal o a Filesa.
Para desgracia de Sánchez, a Ábalos no lo conocía sólo de sus reuniones en el Consejo de Ministros, sino que hizo con él (junto a Koldo y Cerdán) miles de kilómetros en su Peugeot cuando compitió para las primarias del partido, cuya financiación, por cierto, está más que cuestionada.
El presidente habla del PSOE como si fuera Cáritas, pero el juez Ismael Moreno de la Audiencia Nacional ha requerido al partido para que le remita todos los pagos que se hicieron en efectivo a todos sus dirigentes, él incluido. Pensar que las distintas tramas de corrupción que han aflorado en los últimos meses, con el cobro de comisiones millonarias y encabezadas por dos secretarios de Organización del PSOE, funcionaron durante años sin entregar un euro al partido es como creer en los Reyes Magos.
El presidente vive en una realidad paralela, que no tiene nada que ver con lo que dibujan algunos medios. No. Hasta los más afines a él y a su Gobierno se preguntan hasta cuándo durará este suplicio. Esa ficción, que sólo Sánchez y su círculo más íntimo comparten, conduce a creer que la mayoría de los ciudadanos valora más la situación macroeconómica que los escándalos de corrupción o acoso machista. Llegó a decir: "La derecha no conoce a los españoles. Cree que se van a hartar, pero los españoles no se van a hartar de avanzar". Que se lo pregunten a los extremeños, a los castellano leoneses, a los aragoneses o a los andaluces. Ya no se trata sólo de encuestas. Pronto veremos en las urnas hasta dónde llega el desgaste de un Gobierno que sólo piensa en sobrevivir.
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