Competir en la Fórmula 1, la máxima categoría automovilística del mundo, es prácticamente imposible. Cada año sólo 20 pilotos vuelan por los pianos de los circuitos más rápidos y emblemáticos del globo. Hay muchas personas que sueñan con pilotar alguna vez un Fórmula 1, aunque lo que desconocen es que de alguna manera, llevan años haciéndolo.

El pasado domingo, se apagaron los semáforos y arrancó en Baréin el primer Gran Premio del campeonato de Fórmula 1 2021. Los monoplazas de la actual era son los más rápidos de la historia, gracias al desarrollo constante que representa la Fórmula 1 y que, poco a poco, se ha implementado en la industria de la automoción.

La alta competición automovilística sirve en muchas ocasiones como banco de pruebas para ideas y diseños que acaban en los utilitarios que se ven por las calles. Esto no significa que los constructores participen en las competiciones millonarias para nutrir sus concesionarios. La profunda investigación y las mega inversiones que se realizan arrojan información que se traslada a la producción de vehículos en serie.

Avances técnicos de la F1 en los coches de calle

Roberto Merhi, actual piloto del mundial de resistencia y el décimo piloto español con más grandes premios disputados en F1, explica en conversación con El Independiente estos avances. "Lo que más se ha pasado de de la F1 a los coches de calle, sobre todo en los últimos tiempos, es el tema de la batería para los coches híbridos", apunta Merhi. El piloto castellonense hace referencia al KERS (sistema de recuperación de energía cinética) que llegó a la F1 en 2009 como precursor de la era híbrida.

Como cuenta el propio Merhi, el KERS "es un sistema para recuperar energía de las frenadas y recargarse vuelta tras vuelta". Este elemento, en vez de disipar el calor, lo transforma en energía eléctrica que almacenan las baterías y la liberan los pilotos para disfrutar de más potencia en su monoplaza. Los coches de calle aprovechan esta energía para aportar mayor autonomía en vez de un caballaje extra.

El concepto es muy similar; aunque hay que comprender las diferencias, "no es lo mismo ni tan especificado. En un coche de calle no se genera tanta temperatura. Lo que sí hay que ver es que esa idea de competición entre constructores les hace pensar sobre qué pueden hacer para recuperar energía de manera más eficiente. Esto sí que se traslada a la calle", argumenta Merhi.

Teo Martín, fundador y dueño de la escudería Teo Martin Motorsport y del MSI (Motor & Sport Institute), asegura que "todo lo que va a los coches de calle está siempre probado en la alta competición. En primer lugar en la F1, que es donde más investigación y presupuesto hay".

Uno de los componentes que ha evolucionado en mayor medida gracias a este estudio en profundidad es el aceite. "Es una barbaridad, antes se cambiaba el aceite cada 1.500 - 2.000 kilómetros y ahora como mínimo cada 15.000", comenta Teo. Merhi señala que "todo el tema de aceites y combustibles se desarrolla en F1 y lo aplican a la calle, aunque salvando las distancias. Un F1 trabaja a muchísimas más revoluciones por minuto que un coche de calle".

Hay otras piezas, como la caja de cambios semiautomática, que la llevan sólo algunos coches de alta gama y con un precio elevado. La primera vez que se vio el cambio de levas fue en el Gran Premio de Brasil de 1989. Nigel Mansell se aupó a lo más alto del podio con su Ferrari 640 sin la necesidad de echar mano a la palanca de cambios. Respecto a este tema, Merhi expresa que "los coches de calle están más lejos simplemente por un tema de fiabilidad. En F1 cambian la caja de cambios cada seis carreras y un coche convencional tiene que durar años".

"Las marcas investigan y sacan muchos datos de todos los campeonatos en los que participan. No sólo compiten, es una locura lo que indagan en motor, cambios, piezas... Es una transformación e innovación constante", zanja Teo.