El FC Barcelona-Nápoles se ha convertido en una cuestión de estado en el sur de Italia. El fútbol, como casi todo, se vive de una manera diferente en la ciudad partenopea. Después del clímax alcanzado con el título de Serie A conquistado tras 33 años, el Nápoles atraviesa una temporada plagada de patinazos: el equipo está fuera de posiciones europeas en liga y Rudi García, el entrenador que reemplazó a Luciano Spalletti, fue destituido a dos días de los octavos de final de la Champions.

Francesco Calzona, actual entrenador de los napolitanos, llegó al club como el que entra con un cubo de agua a una casa en llamas. Dirigió su primer partido como entrenador principal a nivel de clubes en una eliminatoria de Champions y fue en el empate con el FC Barcelona. Cuatro citas más tarde, el técnico italiano ha cosechado dos empates y dos victorias de relumbrón: 1-6 al Sassuolo y 2-1 a la Juventus.

Con el liderato a más de 30 puntos, la prioridad en Nápoles es la competición continental. El sueño de cargarse a un gigante como el Barcelona -aunque en horas bajas- resucita la ilusión de una afición huérfana de la brillantez que elevó a su equipo hace unos pocos meses. Si hay una persona en Nápoles que vibra por la victoria de los del Vesubio es el productor cinematrográfico Aurelio De Laurentiis, máximo accionista y presidente de la entidad, ya que más allá de su arraigo al club -siempre en duda para los tifosi- el pase a cuartos significaría un subidón histórico para la institución, tanto en el plano deportivo como en el económico.

La millonada detrás del Barcelona-Nápoles

De Laurentiis tiene todo eso que es cada vez más extraño hoy y que empachaba el fútbol durante los años 90. El dueño del Nápoles es un presidente de la vieja escuela. Hijo y sobrino de los productores de cine Luigi y Dino de Laurentiis, el capo proviene de una familia que construyó su fortuna fuera del fútbol. En 2004, De Laurentiis invirtió en un Nápoles que agonizaba en Serie C y ahora, tras devolverle a los días de Maradona, tiene en su mano acceder a la nueva élite que promueve la FIFA.

Según ha publicado La Gazzeta dello Sport, De Laurentiis ha incentivado a su plantilla con una prima de 10 millones de euros por un objetivo que como primer paso requiere eliminar al Barcelona. El medio italiano señala que el flamante Mundial de Clubes que prepara la FIFA para 2025 es una de las obsesiones del presidente napolitano nacido en Roma, algo que parece más que lógico cuando los participantes se aseguran 50 millones de euros por formar parte de los 32. De Laurentiis ha prometido a sus jugadores el botín de la Champions de 10 millones de euros si consiguen formar parte del selecto listado del próximo Mundial de Clubes.

La presencia del Nápoles en el Mundial de Clubes 2025 depende totalmente de su éxito en Champions. Los napolitanos se encuentran a cinco puntos de la Juventus, su eterno rival en Italia, en la clasificación para el Mundial 2025. La victoria en Barcelona supondría tres puntos para los de Calzona, dos por ganar y uno por la clasificación a cuartos de final, lo que dejaría a un triunfo la confirmación la presencia del Nápoles en el nuevo formato impulsado por la FIFA, ya que en caso de empate superarían a la Juventus, que no compite en Europa esta campaña.

La cascada de millones del Mundial 2025, más los 10,6 millones de euros que garantiza el pase a cuartos de final, dibuja un panorama ideal para De Laurentiis. El Nápoles tocó techo en la pasada edición de la competición de las estrellas, donde cayó en cuartos de final ante un AC Milan a priori inferior, para desilusión del capo y de toda la ciudad. La llegada de Calzona ha cambiado la decadente temporada que afrontaba el equipo. A siete puntos del cuarto en Serie A y a un partido de igualar su mejor participación en Champions, Napolés y De Laurentiis creen: "Somos el Nápoles, un equipo fuerte. Y vamos a Barcelona con el objetivo de ganar, sin miedo a un rival fuerte", advirtió Calzona en la previa.