Partido incómodo por el lugar, el rival y el momento para el Real Madrid en Mallorca. En mitad de una eliminatoria de poder a poder con el Manchester City en Champions y con un clásico a la vuelta de la esquina, el líder viajaba a las islas con la obligación de sumar los tres puntos y afianzar su posición en LaLiga. En frente, un Mallorca necesitado y eufórico pese a su derrota en la final de Copa del Rey.

Los antecedentes en las últimas visitas a Son Moix daban pistas al Real Madrid de la tarea de una jornada que, de no solventarla adecuadamente, podía complicar mucho las cosas en la competición doméstica.

La primera parte fue un gran ejemplo de las dificultades que tenía el encuentro. El Mallorca asfixió los espacios entre líneas y el Real Madrid, con la cabeza en Mánchester, no parecía empeñado en romper el choque.

Poco, por no decir nada, sucedió hasta el minuto 30, Raíllo comenzó las hostilidades con un remate en un córner que repelió con habilidad Lunin. La ocasión del zaguero encendió al Madrid, que tuvo en un disparo lejano de Bellingham el 0-1. El inglés armó un derechazo complicado, aunque esta vez tocó cruz y su intento se topó con el larguero.

Con medio partido consumido se esperaba una reacción madridista tras el descanso. Y así fue. Nada más regresar de los vestuarios, Tchouaméni -que no viajará a Inglaterra por sanción- recogió un rechace de la defensa mallorquinista y, mientras la defensa se lo pensaba, sacó un poderoso zapatazo que se envenenó y acabó en la escuadra Rajkovic.

El 0-1 dio alas a un Madrid que encontró los huecos que antes no existían en las galopadas de Brahim, muy dañino entre líneas. El malagueño rozó el 0-2 en al menos dos situaciones, pero el talentoso delantero no fue capaz de superar a Rajkovic.

El Real Madrid pudo sentenciar en una gran llegada de Valverde, pero perdonó y la diferencia en el marcador se mantuvo. A un solo gol de sumar con el líder, el Mallorca confiaba en esa ocasión que le daría el empate. Lunin salvó un voleón a la escuadra de Darder y transmitió la seguridad que necesitaba el Real Madrid en los minutos finales; sin embargo, la última jugada estuvo a punto de condenar al ucraniano con un balón que se le escapó por el contacto de Muriqi, que no fue capaz de encontrar meta con Lunin en el suelo.