Dice el refrán que ‘hombre prevenido, vale por dos’ y no solo es aplicable a las actuaciones humanas sino que una sociedad preparada puede evitarse males mayores en los desastres que son inevitables. Según el informe presentado recientemente por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) “intervenir de forma temprana en los países en los que se prevé que ocurran desastres naturales puede prevenir que las amenazas se conviertan en emergencias humanitarias o mitigar sus impactos” y esta concienciación es importante si se quiere llegar a cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible pues las acciones preventivas van de la mano de los objetivos número 1, 2, 10 y 16.

Inclemencias del tiempo, terremotos, tsunamis, volcanes en erupción, incendios,  guerras… muchas son las catástrofes, naturales o no, que pueden amenazar las diferentes sociedades y por ello desde diferentes organizaciones se pide ayuda tanto para la recuperación de las zonas como para la intervención temprana. Desde la FAO explican la importancia de invertir de forma temprana, señalando que invertir en ello  “no solo es compasivo e inteligente, sino también rentable. Proteger los medios de subsistencia antes de que ocurra un desastre significa una mayor resiliencia frente a futuras crisis, y una menor presión sobre unos agotados recursos humanitarios” según las palabras de Dominique Burgeon, Director de la División de Emergencias y Rehabilitación, Programa Estratégico de Resiliencia de la FAO.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura explica que por cada dólar estadounidense que la FAO gastó en intervenciones ganaderas tempranas en Kenia, Somalia y Etiopía a principios de 2017, mientras los ganaderos se preparaban para otra grave sequía, cada familia se benefició de hasta 9 dólares, debido a que menos animales morían de hambre y enfermedades y producían hasta el triple de leche.

En 2016 tuvo lugar en Estambul la primera Cumbre Mundial Humanitaria en la que se habló de cuatro pilares básicos en los que sustentar la ayuda.

¿Y cómo se actuó? Pues lo que se hizo fue distribuir alimentos de emergencia muy nutritivos para los principales animales reproductores; ofrecer servicios veterinarios para mantener a los animales vivos y saludables; rehabilitar puntos de agua e instalar depósitos; y capacitar en mejores prácticas y gestión de los mercados pecuarios a los funcionarios gubernamentales. El resultado de estas acciones fue claro, en Kenia se salvaron de media dos animales más por familia pastoril en comparación con aquellos que no recibieron asistencia. Además, cada niño menor de cinco años en el programa bebía aproximadamente medio litro de leche más por día, lo que representa una cuarta parte de las calorías diarias y el 65 por ciento de las necesidades proteicas diarias de un niño de cinco años.

Puede que las amenazas, sobre todo las naturales, no estén identificadas con excesiva antelación para prevenir las emergencias humanitarias y por ello se hace necesario que tanto los gobiernos como las organizaciones humanitarias y las Naciones Unidas proporcionen esa ayuda temprana para mitigar los efectos. Esta forma de trabajar ya se defendió en la primera Cumbre Mundial Humanitaria de la historia que en 2016 tuvo lugar en Estambul. Los cuatro pilares básicos en los que se basaba esa defensa fueron un nuevo enfoque para salvar más vidas cambiando profundamente la forma en la que la comunidad internacional responde ante las violaciones del derecho internacional y los derechos humanos. El segundo punto era el hecho de alzar la voz por las personas que se ven obligadas a huir provocando la crisis migratoria que actualmente se está viviendo, en este caso se debe dar una respuesta conjunta, coordinada y justa. En tercer lugar, proteger a la población civil del horror de la guerra y, por último, preservar el derecho a decidir.