Si el tren es un icono del progreso industrial en los últimos siglos, se puede decir que sus vías han sido algo más que un testigo de ello. Con el desarrollo de la alta velocidad, muchos tramos han dejado de ver pasar locomotoras y han quedado en desuso. A comienzos de la década de los noventa había en España casi 8.000 kilómetros de líneas ferroviarias habían dejado de tener servicio, de los que casi 3.000 se han reinventado en los últimos 25 años gracias al afán de la asociación de la Fundación de Ferrocarriles Españoles, en colaboración con las diferentes instituciones públicas. Ahora más de un centenar de recorridos son frecuentados por ciclistas y caminantes gracias a un proyecto denominado Vías Verdes.

El objetivo es difundir valores culturales, deportivos y de movilidad sostenibles en diferentes zonas de España. Se trata de un apoyo importante para el cicloturismo y sirven para dinamizar zonas de manera ecológica, económica y social. “En términos generales el potencial del cicloturismo en España en general y de las Vías Verdes en particular es enorme, siendo un subsector turístico “virgen” y por desarrollar”, explican desde la Fundación de Ferrocarriles Españoles. La apuesta por el desarrollo de un plan o programa sectorial del cicloturismo contribuiría a generar más empleo, vertebración territorial, economía rural, sostenible y de escala. El turismo en vías verdes ayuda así a desestacionalizar la oferta turística así como a dinamizar turísticamente nuevos territorios”.

Al aprovechar el diseño de las vías de trenes, gran parte de estas rutas ahorran a ciclistas y caminantes el desnivel, pues las máquinas antiguas no eran capaces de subir grandes pendientes. Esto garantiza la accesibilidad para todos los públicos, incluidas las personas con movilidad reducida. Además, el tráfico de vehículos a motor es restringido, para mayor seguridad y tranquilidad de los usuarios. Uno de los secretos de estas rutas, muy habituales también en gran parte de Europa, es que no sólo se ha acondicionado el trazado, sino también las instalaciones extras. Así, las estaciones antiguas se transforman en servicios complementarios como alojamientos, avituallamientos o centros de información.

La relevancia de la dinamización

Estas inversiones ayudan a dinamizar las zonas por las que fluyen los antiguos raíles. Un buen ejemplo es la Vía Verde de Girona, en la que se estima un impacto económico de 3,5 millones de euros gracias a los casi 280.000 visitantes que recibe todos los años. Se han creado 62 puestos de trabajo de manera directa. La creación de nuevos recursos turísticos en zonas rurales fomenta la aparición de empleos y se transforma el medio de manera socio económica. Se mejora la calidad de las zonas implicadas y de los visitantes, que aprovechan su paso para conocer nuevos destinos. Algo muy en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados por Naciones Unidas, que en su punto 11, referido a ciudades y comunidades, habla de “proporcionar acceso universal a zonas verdes y espacios públicos seguros, inclusivos y accesibles”, así como “apoyar los vínculos económicos, sociales y ambientales positivos entre las zonas urbanas, periurbanas y rurales fortaleciendo la planificación del desarrollo nacional y regional”.

Vía Verde de la Sierra (Andalucía).

Vía Verde de la Sierra (Andalucía). FFE-Vías Verdes

La implicación de este proyecto de turismo-transporte con la naturaleza es pleno. Junto con el Ministerio para la Transición Ecológica, desarrolla trabajos de integración y puesta en valor de la biodiversidad en el entorno de las Vías Verdes, englobados en el plan Red Natura 2000. Una de las principales misiones de este plan es asegurar la supervivencia a largo plazo de las especies y los tipos de hábitat en Europa, contribuyendo a detener la pérdida de biodiversidad. Todo ello con el fin de conservación de la naturaleza en la Unión Europea. Un plan de turismo y actividad física para todos los públicos, muy vinculado al entorno natural y cultural de las diferentes regiones de España.