La presidenta de la patronal de las aseguradoras, Pilar González de Frutos, apostaba el pasado martes en la Comisión del Pacto de Toledo por facilitar que los mayores vendan sus viviendas para destinar la ganancia a rentas vitalicias gestionadas por el sector. Y es que, al margen de la oportunidad que pueda suponer para aquellos jubilados que se encuentren con una escasa pensión pública al final de su vida laboral, el sector ha obtenido en poco más de un año resultados millonarios por esta vía.

Las entidades empezaron a comercializar recientemente estas rentas vitalicias aseguradas a partir de la venta de una vivienda y otro tipo de elementos patrimoniales, como fondos de inversión o acciones, según la patronal. En este espacio de tiempo, un total de 8.431 personas mayores de 65 años se han decantado por esta opción, de forma que las aseguradoras gestionan a día de hoy 769 millones de euros procedentes de estas enajenaciones.

Al ser un producto con apenas un año de vida, el ejercicio 2016 ha sido el primero completo en el que se han computado estas operaciones de seguro. Por ello, no se dispone de datos para poder hacer una comparativa anual.

El efecto del incentivo fiscal

El despegue de este tipo de rentas coincide con el incentivo fiscal introducido en la última reforma del IRPF. El Gobierno, sensible a la previsión de unas pensiones públicas menos generosas en el futuro, incluyó una exención en el impuesto para los mayores de 65 años que obtuvieran ganancias patrimoniales sobre los primeros 240.000 euros en caso de reinvertirlos en una renta vitalicia.

Por eso, González de Frutos demandaba este martes que el Gobierno profundizara en estos estímulos, planteando, por ejemplo, que el límite de reinversión se eleve a los 400.000 o los 500.000 euros.

El auge de las rentas vitalicias

Los datos muestran, en todo caso, que el ahorro procedente de la venta de patrimonio gestionado por el sector supone tan solo el 0,5% del acumulado en seguros de ahorro a largo plazo con cobertura para toda la supervivencia, que asciende a 177.818 millones. En lo que se refiere al número de asegurados, este porcentaje se reduce al 0,08%.

Estos pequeños porcentajes se deben, en parte a la corta de vida de las rentas aseguradas vinculadas a ventas de patrimonio, pero también a que otros productos de ahorro a largo plazo son los más relevantes en términos de ahorro gestionado. Es el caso de las rentas vitalicias y temporales, que se nutren de dinero ahorrado y de su rentabilidad, y que se recuperan en forma de renta periódica, generalmente mensual.

La diferencia entre ambas es que las rentas temporales se agotan en el tiempo, mientras que las vitalicias acompañan durante toda la vida. Estos productos acumulaban provisiones de 84.669 millones de euros al cierre de 2016, un 4,1% más que un año antes. En cualquier caso, se trata productos que avanzan a buen paso, en paralelo al envejecimiento de la población.

Unespa también destaca la pujanza de los seguros individuales de ahorro a largo plazo, los conocidos como planes de ahorro, que movían al cierre del pasado año 1.991 millones de euros, el doble que en el ejercicio precedentes.