Los correos electrónicos que el inspector del Banco de España, José Antonio Casaus, remitió entre abril y mayo de 2011, advirtiendo sobre la viabilidad del grupo BFA-Bankia, están llenos de letra pequeña que ponen en cuestión la profundidad del análisis de los datos e impresiones del citado inspector. Es precisamente en los detalles donde reside el diablo que, en esta ocasión, ha llevado a los miembros de las cúpulas del Banco de España y de la CNMV a sentarse en el banquillo de los investigados (antigua figura del imputado).

En medio de las declaraciones de unos y otros -el lunes desfilaron Fernando Restoy, ex subgobernador del Banco de España y ex vicepresidente de la CNMV, y Julio Segura, ex presidente de la CNMV- el martes fue el turno de Pedro González, jefe directo de Pedro Comín, responsable del grupo de inspectores que supervisó a BFA-Bankia en los meses anteriores a su salida a bolsa. Comín, que dimitió en febrero de este año, junto al resto de los directivos del Banco de España investigados, reveló algunos detalles elocuentes sobre los famosos correos electrónicos.

Tal como explicó Comín ante el juez Fernando Andreu que instruye el caso, si bien José Antonio Casaus acertó en su pronóstico sobre el futuro de Bankia, cuando señalaba que no era viable, también lo es que erró completamente en el diagnóstico. No fue capaz de prever el cambio de ciclo económico que daría al traste con los análisis elaborados por el Banco de España.

Tal como reflejan los correos de Casaus, en su opinión, Bankia no iba a ser sostenible por falta de ingresos suficientes, es decir, por debilidad en la parte alta de la cuenta de resultados. Sin embargo, lo que provocó el fiasco de la entidad que en ese momento presidía Rodrigo Rato fue el recrudecimiento de la crisis, que disparó la mora y provocó un fuerte deterioro en la cartera de activos inmobiliarios, obligando a realizar provisiones millonarias.

Comín defendió que los correos que recibió de Casaus formaban parte de la información que posteriormente éste utilizaría para la elaboración de los informes de seguimiento. Es decir, subrayó que, los emails eran material de trabajo, de naturaleza informal y portadores de meras opiniones, de ahí que no los compartiera con el gobernador y las altas esferas del supervisor de la banca. Por el contrario, los informes de seguimiento que Casaus elaboró posteriormente y basados en un análisis riguroso de los datos, sí contaban con la legitimidad de un documento oficial.

Entre las cifras discordantes que ponen en evidencia la brecha que madia entre los mails y los informes de seguimiento destaca el resultado del balance de la entidad. Casaus señala en sus correos un beneficio positivo de 550 millones de euros que, descontando el efecto de los ingresos extraordinarios para identificar las cifras de la pura actividad bancaria, arroja unas pérdidas de 205 millones al cierre de marzo de 2011.

En cambio, Casaus realiza ese mismo ejercicio en el informe de seguimiento con un resultado dispar. En el primer informe, referido a marzo de 2011, resulta un beneficio en 265 millones; y en el segundo informe, referido a junio, el importe alcanza los 625 millones, siempre sin extraordinarios.

Comín, en la Audiencia Nacional, llamó la atención sobre cómo Casaus defendía sacar a bolsa todo el grupo BFA-Bankia. Es decir, la parte mala y buena de la entidad, aduciendo que poner en el mercado sólo la parte buena supondría entregar a los accionistas lo mejor del banco, generando mayores pérdidas para los contribuyentes.

El cambio de términos a la hora de referirse a la operación también es significativa. Casaus en un primer momento habla en sus correos de que la OPS (Operación Pública de Suscripción) era "inviable" para, posteriormente, rebajar el tono y calificar la viabilidad como "cuestionable".