Hacerse con acciones de una compañía con la esperanza de que bajen de precio puede parecer irracional. Pero desde la lógica de las posiciones bajistas puede ser una jugada que dé lugar a ganancias muy suculentas.
Las posiciones cortas son una de las figuras más controvertidas en el ámbito bursátil.
La operativa de las apuestas bajistas consta de una serie de pasos que se pueden ilustrar mediante un ejemplo ficticio:
- Un inversor que decide apostar a la caída de una compañía (Inversor A) solicita un préstamo de un paquete de 200 acciones a un accionista de esa compañía (Inversor B). Esas acciones tienen un valor de 100 euros cada una y el préstamo se articula bajo un compromiso de devolución a 3 meses y mediante el pago de una tasa de arrendamiento al Inversor B, que se estipula en el 5% del valor de las acciones prestadas (1.000 euros)
- Cuando el Inversor A tiene esas acciones en su posesión, las vende en el mercado. La venta se cierra a un precio medio de 95 euros por acción, de modo que ingresa un total de 19.000 euros. El objetivo del Inversor A es que esas acciones bajen de precio y, al aumentar la oferta de títulos de esa compañía, la venta puede provocar per se la caída de la cotización.
- Antes de que se cumpla el plazo de devolución de las acciones, el Inversor A procede al cierre de la posición corta. Para ello, recompra en el mercado un paquete de 200 acciones, similar al que vendió, a un precio de 80 euros, para lo que abona 16.000 euros. El Inversor A procede a devolver los títulos al Inversor B.
- El Inversor A obtiene como ganancia la diferencia entre el precio de compra y el de venta, que ascendería a unos 3.000 euros. Como debe pagar 1.000 euros al Inversor B por el préstamo de las acciones, el beneficio final de la operación asciende a 2.000 euros.
Obviamente, esta operativa no es infalible y, en ocasiones, el inversor bajista se ve obligado a cerrar su apuesta con pérdidas.
Esta práctica resulta totalmente legal y son muchos los expertos que resaltan sus beneficios, al ofrecer a los inversores la posibilidad de cubrirse de pérdidas en sus inversiones alcistas y porque elevan la liquidez en los mercados. No obstante, son varios los casos en que los reguladores han optado por prohibirlas, en momentos de elevada tensión en los mercados.
Las posiciones cortas son un mecanismo legal, con efectos beneficiosos para el mercado
La polémica surge en torno a las herramientas que estos inversores usan para conseguir la caída del precio de las acciones. Son muchos los casos en los que se ha apuntado a los propietarios de posiciones bajistas como los responsables de difundir rumores que han provocado el hundimiento de compañías cotizadas.
Los últimos sucesos en torno a Banco Popular han vuelto a sembrar las dudas sobre el papel jugado por los inversores bajistas. La entidad, que vive desde hace meses una de las etapas más convulsas en sus más de 90 años de historia, sufrió este jueves un castigo en bolsa del 6,6%, en medio de informaciones que ponían en duda su viabilidad. Fuentes próximas al Banco de España han desmentido que el banco presidido por Emilio Saracho se encuentre en riesgo de quiebra.
Popular acumula ya varios meses de turbulencias, asediada por sus ingentes cantidades de activos no productivos. En este periodo, ha sido constante la sucesión de rumores en torno a la compañía, con efectos dramáticos sobre su cotización.
Por esta razón, los reguladores del mercado han reforzado en los últimos tiempos la vigilancia sobre el comportamiento de los inversores que apuestan a la caída del banco, que en los últimos meses han llevado el acoso sobre Popular a cotas récord: más del 12% de su capital está en manos de inversores bajistas.
Las apuestas bajistas sobre Popular han alcanzado cotas récord, por encima del 12%
En este escenario, la sombra de la sospecha ha recaído, incluso, sobre algunos miembros del consejo de Banco Popular y, especialmente, sobre el accionista mexicano Antonio del Valle, que jugó un papel protagonista en la salida de Ángel Ron de la presidencia del banco y su sustitución por Emilio Saracho.
Del Valle podría ser el blanco de una demanda civil contra el consejo de Popular -Del Valle fue consejero hasta que en septiembre le sustituyó su primo Jaime Ruiz Sacristán- que prepara un grupo de inversores, entre los que figuran algunos mexicanos, donde se le acusa de manipulación del mercado por presuntas filtraciones con el objetivo de tirar el valor de la acción y, adoptando posiciones bajistas, recuperar parte de su inversión en el banco.
La presión bajista sobre la entidad no ha dejado de recrudecerse desde que cerró su última ampliación de capital el pasado mes de junio. Por entonces, las apuestas bajistas sobre el banco apenas alcanzaban el 2%, una cifra que se ha multiplicado por seis en los últimos diez meses, hasta el 12,37% actual.
Entre las firmas con apuestas bajistas sobre Popular destaca el fondo de capital riesgo Marshall Wace, que mantiene un 2,02% del capital del banco posicionado para beneficiarse de una caída de la acción.
Esta firma ha mantenido posiciones cortas sobre el banco de forma casi ininterrumpida desde el verano de 2013, aunque ha sido desde el pasado noviembre cuando ha redoblado su apuesta por encima del 2% del capital.
Samlyn Capital, con un 1,6% del capital de Popular apostado a su caída, y AQR Capital Management, que cuenta con una posición corta del 1,04%, también se cuentan entre los principales bajistas en el capital de Popular.
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