El afán proteccionista de Donald Trump se ha encontrado con el sector aceitunero español como inesperada víctima. El Gobierno de Estados Unidos abrió el pasado julio una investigación formal para determinar si las aceitunas negras españolas se comercializan en el país con precios excesivamente bajos gracias a las subvenciones públicas de la Unión Europea, lo que supondría una competencia desleal e ilegal con los productores locales.

El conflicto comercial está lejos de ser una anécdota. Y es que España es una auténtica potencia en el sector de la aceituna de mesa, la que no se transforma en aceite, sino que se come directamente. Somos el mayor productor mundial (con casi 600.000 toneladas de aceitunas el año pasado) y somos el mayor exportador (con más de 332.000 toneladas vendidas a 180 países y concentrando el 21% de todo el comercio internacional del producto).

El Gobierno trata de garantizar la implicación permanente de la Comisión Europea en la defensa del sector nacional. La ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, ha alertado hoy en Luxemburgo de que la batalla comercial no es un golpe sólo contra las exportaciones españolas, sino que pone en peligro “la esencia de la Política Agrícola Común” (PAC) de la Unión Europea.

“Igual que desde la administración española se trabaja para que no prospere esta decisión de Estados Unidos, la Comisión Europea, como responsable de las cuestiones comerciales, debe seguir implicándose como lo ha hecho hasta ahora”, ha subrayado Tejerin antes de participar en el Consejo de Ministros de Agricultura de los Veintiocho.

La ministra entiende que las acusaciones que investiga Washington “no tienen ningún fundamento”. Tejerina ha subrayado que la Unión Europea ya reformó la PAC para garantizar las rentas de los agricultores mediante ayudas pero sin distorsionar la competencia en el comercio internacional. “Nuestros pagos directos estabilizan las rentas y son caja verde en la Organización Mundial de Comercio”, lo que implica que no tienen impacto en el comercio internacional.

Una batalla millonaria

Estados Unidos es el principal destino de las exportaciones nacionales de aceituna de mesa. El gigante americano compró el año pasado más de 78.000 toneladas, casi una cuarta parte de todas las ventas internacionales del sector patrio. Las ventas del sector aceitunero a EEUU rondaron el año pasado los 71 millones de dólares (unos 60 millones de euros al cambio actual). Y la guerra con la Administración Trump puede acabar tumbando la actividad de muchas de las empresas de esta industria.

Las compañías californianas Bell Carter Food y Musco Family Olive Company –las dos únicas que producen aceituna de mesa en aquel estado- presentaron el pasado junio una demanda ante el Departamento de Comercio. Las dos compañías, agrupadas bajo el pretencioso nombre de Coalición por el Comercio Justo de las Aceitunas Maduras, denuncian que las empresas españolas venden en EEUU las olivas negras a un precio inferior a los costes, y que consiguen hacerlo gracias a las ayudas públicas de la UE al campo europeo.

El momento del arranque de la batalla legal no fue casual. Las dos empresas estadounidenses presentaron la demanda apenas unos días después de que se presentara en Nueva York un plan de acción respaldado por la Comisión Europea para elevar aún más las ventas de aceitunas españolas en el país.

En caso de que se determine que las prácticas comerciales españolas son ilegales, el Gobierno de Trump puede imponer sanciones en forma de aranceles para penalizar las importaciones de aceitunas de hasta un 223% de su coste durante un plazo que podría oscilar hasta entre cinco y diez años. Una penalización que cerraría el gran mercado norteamericano a los productores españoles y que, según las estimaciones de la Asociación España de Exportadores e Industriales de Aceituna de Mesa (Asemesa), supondría una desplome de los ingresos del sector de entre 350 y 700 millones de euros.