A día de hoy, China es el segundo país con mayor índice mundial de obesidad, con resultados tan alarmantes como un 11% de hombres y un 15% de mujeres que sufren de esta enfermedad. Esto se debe a un incremento de la renta per capita, que ha provocado el crecimiento de la demanda de dietas occidentales y que lo ha convertido en el país con mayor número de establecimientos de comida fast-food.

Ante esta situación, las autoridades han decidido tomar cartas en el asunto promoviendo un estilo de vida más saludable a través del patrocinio del culto al cuerpo, una alimentación variada y la reducción del consumo de alcoholes de graduación elevada. Una de las medidas más representativas de la consternación que está produciendo esta realidad en el gobierno chino es el freno de ayudas financieras a los productores de baijiu y la prohibición de esta bebida en actos oficiales desde la campaña anticorrupción del presidente Xi Jinping de 2013. El espirituoso se caracteriza por su alta graduación alcohólica: aproximadamente entre 50 y 70 grados, y suele tomarse en reuniones sociales y ser el regalo de compromiso por excelencia. El objetivo es sustituir este licor por otras bebidas también propias de eventos y congregaciones familiares más suaves, como el vino que bebemos en España.

 

¿Y por qué puede tener éxito un vino Marca España en China? A parte del precio, que con respecto a otros se caracteriza por ser particularmente económico (1.96 €/litro de vino embotellado en 2017), Darío Barco, quien desde la apertura al mercado chino de su empresa ALGOD ha estudiado su cultura, su idioma y quien realiza numerosos viajes a lo largo del año a este país para mantener el contacto directo con sus clientes asiáticos, nos explica que la razón es sencilla, aunque sorprendente en primera instancia: el parecido cultural entre China y nuestro país.

Según él, esto supone una ventaja competitiva sobre otros países occidentales porque reunimos dos características que resultan muy atractivas: que somos europeos, pero que además llevamos un estilo de vida con el que ellos se identifican. El principal elemento común es la importancia de la gastronomía en ambas culturas ya que es costumbre realizar eventos sociales siempre entorno a la comida y bebida. A este respecto, la gastronomía mediterránea es un análogo perfecto para el consumidor chino ya que ambas cocinas reúnen diversos elementos comunes, como la heterogeneidad en el empleo de ingredientes y el equilibrio nutricional.

 

Por esta razón, resulta sencillo incluir el vino, unos de los pilares básicos de nuestra tradición culinaria, en sus comidas. En 2016, 6,4 millones de hectolitros fueron importados por este país a todo el mundo. Lo que se traduce en un valor de las importaciones de 2,14 billones de euros según los datos del ICEX. España se sitúa en el cuarto puesto de importadores principales a China tanto en términos de valor, con un porcentaje de incremento del 23,18, como de volumen, detrás de Francia, Australia y Chile, teniendo estos dos últimos ventaja sobre nuestro país ya que gozan de acuerdos comerciales.

Estos datos son algunos de los indicadores objetivos de la evidente proyección de los productores españoles hacia este mercado en los años venideros. Y es que todos estos factores, unidos al prestigio y significación de la Marca España para los consumidores chinos, hacen de este un futuro prometedor para los empresarios vinicultores.