Allí donde no llegan los riders, ni Uber ni Cabify, llega la solidaridad de quien conoce al dedillo a sus vecinos. Las tiendas de alimentación y los pequeños supermercados de los pueblos españoles con menor población que las grandes ciudades se han organizado para que los alimentos lleguen a la puerta de las casas de sus vecinos. El confinamiento ha sacado lo mejor de cada uno de ellos.

En Oliete, un pueblo de Teruel de 364 habitantes, los altavoces que hay repartidos por el pueblo sirven ahora para que todos los vecinos escuchen el ya considerado himno de esta pandemia, la canción Resistiré. Además, el Ayuntamiento ha puesto a los servicios municipales a disposición de los ciudadanos. Ahora se encargan de repartir compras a domicilio o de tirar la basura, para que personas vulnerables no salgan a la calle.

El alcalde, Rogelio Villanueva, explica a este periódico que mientras su mujer trabaja en la tienda de alimentación, él se encarga de repartir los pedidos. "Les llamo antes de ir para que dejen la puerta abierta, les dejo el pedido y ya me pagarán cuando pase todo esto", describe. "No nos ha faltado de nada", añade, aunque afirma que los pedidos han cambiado un poco en los últimos días: "cerveza y harina", los productos estrella. El alcalde señala que lo llevan lo mejor que pueden, en una Semana Santa diferente, ya que Oliete suele triplicar su población durante estos días, igual que en verano.

En Ugena también han cambiado algunas cosas. Maricarmen tiene una tienda Dia Market en la calle El Huerto de este pueblo de Toledo de menos de 5.000 habitantes. Es una franquicia familiar, en la que trabajan su hermano, su cuñada y ella, junto a otras dos personas contratadas que no son de la familia.

El servicio online de Dia, que se ha reforzado en 1.000 personas para hacer frente a la demanda causada por el confinamiento no llega a este pueblo. Pero la demanda existe, por lo que Maricarmen se ha puesto manos a la obra y da la posibilidad de realizar la compra por teléfono a personas de riesgo (mayores, embarazadas, con movilidad reducida o enfermos).

Desde Dia cuentan que la ventaja de esta franquiciada es que “conoce muy bien a sus clientes”. “Este servicio se ha convertido en todo un éxito y los vecinos están muy satisfechos”, añaden.

El proceso de compra telefónica es muy sencillo: el cliente llama a la tienda, hace su pedido, ellos lo preparan en la tienda y se lo acercan al hogar en el mismo día. Como medidas de seguridad, Maricarmen y su equipo utilizan guantes y mascarillas en la preparación de los pedidos, y también en el reparto, y por supuesto mantienen una distancia de seguridad con el cliente de al menos 2 metros. El pago del pedido se realiza en el momento de la entrega, con tarjeta. El equipo se responsabilizan de desinfectar el datáfono después de cada pago.

En Solana de Riolmar, provincia de Ávila, el supermercado cerró cuando se detectaron los primeros casos de coronavirus. Según explicó la Agencia EFE, eso no ha impedido que su propietario haga llegar a los vecinos de este municipio de unos 165 habitantes lo que necesitan en cada momento.

Ayudar a los pequeños productores

Mientras las grandes cadenas de distribución aseguran el abastecimiento, los pequeños productores también han tenido que transformar su red de distribución para que sus productos sigan vendiéndose. Un ejemplo de ello es la iniciativa de Caprabo. La cadena de supermercados catalanes ha abierto sus tiendas a medio centenar de productores.

Fernando Tercero, responsable de Proximidad en Caprabo, explica que “en una situación como la actual, desde Caprabo consideramos que debemos poner nuestra experiencia al servicio de los pequeños productores, siendo una ayuda más que les facilite superar estos momentos. Por ello, al indentificar que muchos productores de proximidad habían perdido sus canales habituales de comercialización por la situación de alerta sanitaria, hemos querido poner a su disposición las 300 tiendas de Caprabo”.

Volviendo a Oliete, el coronavirus ha permitido a la iniciativa Apadrina un olivo impulsar su tienda online. Alberto Alfonso, cofundador del proyecto que recupera olivos centenarios, explica a este periódico que a través de la tecnología han podido enfrentarse a esta situación y dar salida al aceite que producen los olivos recuperados. Internet y solidaridad 1, confinamiento 0.