“De la perplejidad a la hecatombe”. Así define Françoise Calvo, secretaria de Organización y Administración de UGT, cómo se vivieron en el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) los días posteriores al decreto de estado de alarma que confinó a España. “Esperábamos que el trabajo fuese como en la crisis de 2008, pero entonces todo iba pasando poco a poco”, explica.

Calvo explica que los días previos a la aprobación de los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) empezaron a llegar instrucciones. “Creíamos que los ERTE empezarían a llegar en la última semana de marzo, y no llegaban, y unos días después fue una avalancha. Los correos colapsaron”, comenta.

Los días previos al decreto de estado de alarma ya se habían cerrado algunas oficinas del SEPE, según comentan fuentes de Trabajo. “En aquellos momentos se prorrogaron los subsidios y se renovaron las demandas de manera automática”, explican las mismas fuentes. Con todo, la situación obligó al teletrabajo, y “no se contaba con un protocolo”.

De hecho, según comenta Calvo, “el SEPE no tenía suficientes licencias para trabajar a distancia”. “Cuando un compañero terminaba de trabajar a las 15h, otro utilizaba su licencia para trabajar desde casa por la tarde”, explica. “Empezamos a trabajar de lunes a domingo, incluida la Semana Santa. La sensación era la de estar en un túnel en el que no se veía la salida. Se multiplicaban los correos electrónicos, te conectabas y tenías 1.700 o 2.000 correos por responder”, recuerda.

“Desde la semana previa a la declaración del estado de alarma se organizaron de forma virtual grupos de trabajo (tanto internos del SEPE entre el equipo directivo y los Coordinadores Territoriales, como externos entre el SEPE y los servicios públicos de empleo autonómicos dentro del Sistema Nacional de Empleo), en el que se coordinaban las actuaciones extraordinarias a poner en marcha”, comentan desde Trabajo.

Empezamos a trabajar de lunes a domingo, incluida la Semana Santa"

françoise calvo, ugt

Medidas sanitarias

La secretaria de Organización y Administración de UGT comenta que desde el principio se envió a casa a los trabajadores vulnerables y considera que las medidas sanitarias “se hicieron bien y sólo se han cerrado oficina uno o dos días, pero se han evitado brotes”, explica.

“En un contexto extraordinario, enormemente complejo y con una disposición de medios personales y técnicos muy limitada, el SEPE ha hecho frente a un incremento de cargas de trabajo que se ha multiplicado por 6 respecto a la situación previa al COVID-19”, añaden desde Trabajo. 

Seguridad Social: falta de medios y de personal

En la Seguridad Social, el coordinador estatal de FeSP-UGT, Martín Lanzas, cree que “se notó que la administración no estaba preparada”. “Cuando llegó el confinamiento no había regulación, ni experiencia”, explica. “La gente estaba dispuesta a trabajar más horas, pero muchos empleados no tenían medios”, señala.

Fuentes del organismo comentan que antes del decreto de estado de alarma ya se estaba trabajando en estrategias para afrontar la situación. "Se solicitó a cada dirección provincial la elaboración de un Protocolo de contingencia para garantizar la ejecución de las tareas críticas, se distribuyeron portátiles y escritorios virtuales en toda la organización para el comienzo del trabajo en modo no presencial, con la eliminación de los turnos presenciales, si bien dado que los medios desplegados daban cobertura a menos del 20% de la plantilla, se autorizaron los trabajos presenciales de manera puntual, para tareas críticas y por el tiempo estrictamente necesario", comentan.

Los medios desplegados daban cobertura a menos del 20% de la plantilla"

"Cuando se dieron cuenta de que había que comprar más portátiles no había", critica Ignacio Galán, secretario general de la Sección Sindical Estatal de Seguridad Social de FSC-CCOO. "Multiplicamos las horas de trabajo. La sensación era de desconcierto absoluto", señala Galán.

Desde Seguridad Social son conscientes del esfuerzo que ha realizado una plantilla mermada como la del organismo y creen que la sensación de aquellos días del confinamiento "era de absoluta entrega al ciudadano y responsabilidad con el momento histórico".

"Conforme nos fuimos organizando, intentando adaptar los procedimientos, reforzando los servicios telemáticos, atención telefónica, con guías, agilizando los procesos  y simplificando trámites fuimos viendo que no sólo íbamos a poder afrontar la situación con un servicio al ciudadano de “mínimos” sino que íbamos a poder atender de manera más generalizada sus necesidades, con el lógico retraso en los tiempos pero sin dejar en ningún momento de prestar servicio. De hecho, esta situación crítica aceleró una transformación hacia lo digital que ya estaba en marcha", añaden.

El trabajo de ambos organismos centró la atención desde el inicio de la pandemia porque constituyen dos ámbitos fundamentales del estado del bienestar, necesario, más si cabe, durante las crisis. El confinamiento forzó a la administración a la digitalización y a los funcionarios a dar lo mejor de ellos para que las prestaciones públicas de los españoles estuvieran garantizadas.