Es un proceso lento pero imparable. Era recomendable al inicio, necesario poco después y una urgencia en la actual crisis energética. La transformación y transición hacia un modelo verde y eficiente es un reto complicado en gran medida para las industrias de gran consumo. En el caso de Euskadi la Industria representa una cuarta parte de la producción de su economía y tiene en la cuestión energética uno de sus 'talones de Aquiles' y condicionantes de competitividad más claros. En el largo camino por el ajuste energético la Industria ha logrado rebajar en dos décadas un 36% su nivel de consumo.

Un consumo que en caso de compararse con el que se producía en 2008, cuando comenzó otras grave crisis económica y se había alcanzado el pico de consumo desde 2000, supondría un recorte del 43%. Los últimos datos dados a conocer por el el Servicio Vasco de Estadística (Eustat) revelan que la industria en el País Vasco consumía hasta 2020 un total de 1.531 Ktep -Toneladas equivalentes de petróleo-. Supone casi la mitad de los 2.684 Ktep del año 2008 y más de un tercio menos que en 2000, cuando el consumo rozó los 2.400 Ktep.

La Estrategia Energética de Euskadi 2030 plantea la necesidad de seguir avanzando en esa reducción del consumo, en los ratios de eficiencia energética y en la apuesta por las energías renovables como vector energético principal. El objetivo es alcanzar el consumo cero de petróleo en 2050. Las actuaciones para avanzar en esta senda llevan años en marcha pero por el momento los resultados son moderados.

En términos globales, la actividad económica vasca apenas ha logrado reducir un 10% el consumo energético en los últimos veinte años. Si en 2000 el balance de consumos se situaba en 5001 Ktep entre el consumo de la industria, el sector primaria, el transporte y el residencial, en 2020 la reducción se limitó hasta los 4.473 Ktep. Una reducción que ha sido paulatina pero moderada desde que se alcanzara el récord de consumo en 2008 con 5.756 Ktep., un 22% mas.  

Sin grandes cambios en energías

En sentido contrario se ha comportado el Transporte. En el último lustro el consumo ha oscilado entre incrementos y descensos pero rondando siempre entre los 1.900 y los 2.150 Ktep. En todos estos años el consumo superó de modo holgado el que se registraba a comienzos del milenio, con 1.533 Ktep en 2000.

Las acciones puestas en marcha desde la instituciones estaban dirigidas a intensificar la eficiencia energética para limitar consumos, además de ampliar la apuesta por energías renovables. También pasos en favor de la investigación e identificación de recursos energéticos nuevos. En las dos últimas décadas el tipo de consumos sin embargo apenas ha variado.

Así, en términos generales, la sociedad vasca sigue consumiendo la misma energía derivada del petróleo que en 2000. Del 41% de entonces se ha pasado ahora al 45%. Respecto al Gas natural el consumo apenas se ha movido. Lo ha hecho de modo descendente al representar el 21% hace dos décadas a sólo el 21% en 2020. En el caso de la energía eléctrica tampoco se ha producido un cambio significativo. El descenso en dos décadas ha sido desde el 27% a casi el 25%.

En el caso de las energías renovables, una de las apuestas estratégicas, la evolución sí es significativa pero aún de poco peso. Así, se ha duplicado el consumo desde el 4,1% que representaba en 2000 pero aún hoy apenas alcanza al 8,5% del consumo energético del tejido productivo vasco.