Las diferentes instituciones económicas ya prevén que los precios este 2021 crecerán de media casi un 9% con respecto a los del año anterior. Hasta ahora todos los pronósticos apuntaban a una inflación media del 7 o 7,5%, pero todo indica que los precios continuarán aumentando con fuerza en lo que queda de año.

Así, los economistas estiman que el índice de precios al consumo (IPC) continuará muy alto en España durante todos los meses de lo que queda de año, entre el 9 y el 10%, dando lugar a esta media. De cumplirse, sería la mayor variación registrada desde que existen datos comparables, en 2003. El año que más han aumentado los precios de los últimos 20 años ha sido 2008, un 4,1%.

Además, si se cumple dicha previsión supondría que los productos y servicios este 2022 habrían aumentado de precio el triple de lo que lo hicieron el año pasado (3,1%), en un ejercicio que ya registraron un fuerte encarecimiento.

A finales del año pasado, la Comisión Europea estimaba que la inflación media española de 2022 se situaría en el 2,1%. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) apostaba por el 3,2%, y el Fondo Monetario Internacional (FMI) tiraba más a la baja, apuntando a un 1,6%. En general, apuntaban a que el crecimiento de los precios sería menor que el de 2021.

Todos estos pronósticos tiempo ha que quedaron en agua de borrajas. Ahora, el panel de Funcas, que recopila todas las previsiones macroeconómicas emitidas por reconocidas instituciones del sector, recoge el dato ya mencionado: que este año los precios subirán de media un 8,6%.

Como máximo, estos organismos creen que subirán un 9,3%, como es el caso del banco Santander, pero más significativo es que los más precavidos crean que aumentarán un 7,9% -BBVA Research, el servicio de estudios del banco-, siendo la diferencia muy baja entre el mayor pronóstico y el más bajo.

El aumento de los precios del próximo año superará al del pasado

Para el próximo año, estos mismos organismos apuntan a una subida media de los precios del 3,8%, por encima de la del año pasado (+3,1%). Aquí sí existe más diferencia entre unas y otras previsiones, con los más pesimistas abogando por un 5% y los más optimistas optando por un 2,6%.

También es significativa la inflación subyacente, que calcula el aumento de los precios sin tener en cuenta los de la energía ni los de los alimentos no elaborados, por considerarlos más volátiles. Ahora mismo prevén que se sitúe en el 5% para este año, después de superarse continuamente a lo largo de los últimos meses, lo que demuestra que el incremento de los precios se está trasladando a toda la cesta de la compra.

En 2023, esperan que la inflación subyacente aumente de media un 3,8%. Son datos que las instituciones de más prestigio, como el Banco de España, la Comisión Europea, el FMI o la OCDE confirmarán o desmentirán a lo largo de los próximos meses, cuando publiquen sus pronósticos de otoño, de cara al final de año.

En ese momento explicarán también si están viendo que la inflación se está retroalimentando, o, como lo llaman los economistas, registrando efectos de segunda ronda. La premisa es que en un escenario de fuerte inflación esta puede enquistarse y generar a su vez aún más encarecimiento de los precios, sobre todo si los trabajadores consiguen alzas salariales acordes con el IPC y después las empresas continúan subiendo los precios para compensar ese incremento de sus costes.

A día de hoy, ni el Ministerio de Asuntos Económicos ni el Banco de España perciben que se esté dando este fenómeno. Pero continuarán estudiándolo, y analizando de cerca las variaciones en los márgenes de las empresas -una variable especialmente difícil de medir- y si consideran que empieza a suceder el primero impulsará lo que ha bautizado como un pacto de rentas, un pacto entre sindicatos y empresarios para que trabajadores y compañías del país se repartiesen los costes de la crisis, con el objetivo de contener la escalada de los precios.