Las fábricas han cerrado ya y los dulces llevan semanas en los estantes, a tiempo para las fechas navideñas. De los obradores de la localidad sevillana de Estepa han salido esta campaña 16 millones de kilos de polvorones, mantecados y especialidades. Una producción que remonta tras la caída que provocó la pandemia del coronavirus y que trata ahora de digerir los efectos de la inflación.

Como resultado de un año marcado por la guerra en Ucrania y el encarecimiento de las materias primas, los consumidores pagarán hasta un 30 por ciento más caro los dulces que proceden de un pueblo de 12.000 habitantes en el que una veintena larga de empresas, todas familiares, endulzan la Navidad de media España.

“Algunas de las materias primas han doblado su precio y eso hay que reflejarlo en el precio final del producto”, comenta en una entrevista con El Independiente José María Fernández, presidente del Consejo Regulador de la Indicación Geográfica Protegida Mantecados y Polvorones de Estepa. “La principal preocupación de este sector al comienzo de campaña era, sobre todo, que no hubiese problemas de aprovisionamiento. Y no lo ha habido”, agrega. “Todo ha subido, desde la harina de trigo hasta la manteca de cerdo ibérica o el azúcar. Incluso el papel es hoy cerca del 50 por ciento más caro que el año pasado”.

Desde el órgano que vela por la tradición apuntan a que la subida de los precios ya se inició antes del comienzo de la guerra en Ucrania. Para evitar imprevistos, los empresarios estepeños han optado por adelantar el aprovisionamiento y la gestión de compra de materias primas. “Y las subidas están en línea con el resto de productos”, advierte.

Somos líder del mercado nacional, con una cuota que oscila entre el 85 y el 90 por ciento

A pesar de los nuevos rivales locales y extranjeros, los de Estepa siguen copando el mercado por Navidad. “Somos líder del mercado nacional, con una cuota que oscila entre el 85 y el 90 por ciento. Nuestra marca es un referente nacional”, apunta Fernández. “No hablamos de competidores. El turrón, por ejemplo, es un producto complementario”, agrega. “El panettone lleva ya años en nuestro mercado, pero no tiene el peso de los mantecados, que son los reyes de nuestras mesas”.

Mano liando un mantecado en una fábrica de Estepa. E.I.

Pleno empleo

La producción de finales de agosto hasta diciembre logra otro hito en las calles encaladas de Estepa: “Es el escenario que los economistas denominan pleno empleo”, desliza el presidente del Consejo Regulador. “Generamos aproximadamente unos 2.000 puestos de trabajo directos. El 85% son mujeres”, detalla Fernández. “Durante tres o cuatro meses al año, la vida cambia aquí por completo”, añade.

Las conocidas como mantecaderas continúan siendo el alma de la industria. Protagonizan jornadas maratonianas- “Se genera riqueza no solo para Estepa sino también para la comarca”, subraya quien admite que en el futuro podrían darse problemas de mano de obra. A la del mantecado se suma la campaña de la aceituna. En torno a las empresas de dulces, ha crecido un ecosistema de compañías auxiliares.

Romper la estacionalidad e impulsar la exportación son desafíos en los que el sector lleva años trabajando. “El objetivo de algunas empresas es diversificar su catálogo. Desde el consejo consideramos que los mantecados deben seguir siendo un producto estacional, esperado en estas fechas tan entrañables”, concluye.