Europa mira de reojo lo que está pasando en la otra punta del mundo. La crisis energética sigue siendo uno de los grandes problemas para los principales países europeos, una vez que se desató la guerra en Ucrania tras la invasión de Rusia.

El Kremlin, el principal proveedor de Europa en materia energética, ha dejado de vender combustibles y eso ha provocado que la dependencia de otros mercados sea extraordinaria. Los mercados, por tanto, son extremadamente sensibles ante cualquier movimiento puesto que la oferta es menor debido al corte de las relaciones entre Occidente y Rusia. Y en las últimas semanas se ha dado una importante noticia que ha puesto en jaque la estabilidad en los precios del gas. En concreto, los trabajadores australianos de las empresas Woodside Energy y Chevron han convocado huelgas, lo que podría acarrear un freno de exportaciones de materia prima al resto del mundo.

Según las estimaciones, la paralización parcial de los envíos de gas a Europa y al resto de áreas geográficas supondría la retirada en circulación del 10% del suministro de este combustible. Cabe recordar que Australia es uno de los tres países con mayores exportaciones.

Los sindicatos que representan a los trabajadores de las plataformas marinas de ambas empresas exigen mejores salarios y condiciones, y la amenaza de una huelga ha hecho subir los precios mundiales del combustible.

Durante las próximas horas, trabajadores y directivos de las compañías van a sentarse en una nueva mesa de negociación para evitar que se cierren las plantas de extracción de gas natural licuado y ponga en jaque la estabilidad que parecía tener el coste de la materia prima tras la negativa de Europa de comprar energía a Rusia.

"El nerviosismo ha vuelto a los mercados energéticos europeos. El riesgo de huelga y las interrupciones relacionadas con las exportaciones en lugares tan lejanos como la plataforma del noroeste de Australia provocaron que los precios del gas natural en Europa aumentaran alrededor de un 30% en un día", remarca Norbert Rücker, jefe de Economía e Investigación de Próxima Generación del banco suizo Julius Baer.

Con esta nueva crisis, los precios han vuelto a mostrar su sensibilidad. Desde que se tocaran mínimos el pasado 28 de julio de tres meses en el mercado europeo, el gas se ha disparado un 50%. En concreto, a finales del mes pasado, el TTF marcaba un precio de 26 euros el megavatio a la hora. Durante las últimas jornadas, el instrumento negociado en Países Bajos toca los 42 euros MWh.

En España, sin embargo, la situación es diferente. Gracias a la excepción ibérica que aprobó el Gobierno de España y que contó con el beneplácito de Europa, el megavatio a la hora se queda en los 24 euros el MWh.

Además, según consta en los registros de Cores, entidad española responsable del mantenimiento de las existencias estratégicas de productos petrolíferos y del control de las existencias de la industria de productos petrolíferos y gas natural, España no tiene relación comercial con Australia en materia gasística.

Reservas de gas cumplidas

Este nuevo terremoto energético, sin embargo, ha cogido a Europa con los deberes hechos y las reservas en el Viejo Continente se sitúan por encima del 90%, según los datos de Agsi, plataforma europea que vela por la seguridad energética.

España es el país que mejores cifras tiene de toda la zona y las reservas de nuestro país se encuentran al 100%, por lo que la nueva crisis gasística podría pasar de puntillas en nuestro país.

No obstante, organismos como la Agencia Internacional de la Energía (AIE) advierten de que el próximo invierno podría ser "más duro". Bajo este escenario, la Comisión ha propuesto prolongar un año, hasta marzo de 2024, la reducción voluntaria de demanda de gas del 15% que los Estados miembros aplican desde el pasado verano como medida de emergencia ante la crisis de precios.