El precio de la gasolina vuelve a ser un inconveniente para los bolsillos de millones de españoles. Los carburantes entraron en una espiral alcista a consecuencia de la invasión de Rusia en Ucrania y en los paneles informativos de las estaciones de servicio se llegaron a ver los dos euros por cada litro repostado. La tensión fue tal que el Gobierno tuvo que verse obligado a activar un sistema de ayudas que bonificaron la gasolina y el diésel hasta 20 céntimos por litro.

Según avanzaron los meses, los precios del petróleo y sus derivados registraron picos nunca vistos si bien es cierto que alternaron con descensos. Es justo lo que pasó en el segundo semestre de 2023. Tras un verano con el litro de gasolina y del diésel por las nubes, y sin los descuentos que aprobó el Ejecutivo de Pedro Sánchez, el año se despidió con el 1,53 euros por cada litro de gasolina y 1,49 euros el diésel.

La tendencia se rompió con el inicio de 2024 y, de acuerdo a los datos del Boletín del Petróleo de la Comisión Europea, los carburantes encadenan ocho semanas consecutivas al alza. Todo ello, además, a las puertas de Semana Santa, una época en la que las estaciones de servicio suelen apretar un poco más las tuercas debido a la gran demanda que se produce ante los millones de desplazamientos repartidos por toda España.

Con todo, el coste por llenar el depósito de nuestros coches se ha ido encareciendo desde enero y España se encuentra en máximos de los últimos seis meses. El precio medio de la gasolina 95 en los surtidores nacionales es de 1,61 euros por los 1,52 del diésel.

El precio del petróleo, como no podía ser de otra forma, está repercutiendo negativamente en los carburantes. El principal motivo de la incertidumbre que se ha instalado en el mercado intradiario de esta fuente de energía es la reducción de barriles. Según la Administración de Información de Energía estadounidense, las existencias cayeron en más de 1,5 millones de barriles en la semana que finalizó el 8 de marzo.

A esta disminución de producción se ha unido la posibilidad de que los principales exportadores de crudo (OPEP) cierren el grifo durante las próximas semanas. En este contexto, la Agencia Internacional de Energía ya contempla la posibilidad de que haya “un ligero déficit” de petróleo hasta verano, lo que podría provocar nuevos incrementos en el oro negro.

Así, en su revisión pertinente, la IAE revisó al alza su previsión de demanda de petróleo para 2024, lo que propició precios de cierre por encima de 85 dólares en las últimas sesiones de la semana. Tanto Goldman Sachs como Bank of America prevén picos de hasta 95 dólares por barril durante el segundo trimestre del año.

La situación geopolítica tampoco ayuda a aliviar los precios del petróleo. La crisis en el Mar Rojo ha provocado que centenares de buques no puedan llevar a su destino el petróleo de países exportadores como Arabia Saudí. Al haber menos oferta, el precio tiende a subir.

Pero el descenso del barril de brent, que ha bajado de manera considerable desde el estallido de la guerra en Ucrania, no ha impactado del todo en los costes de los carburantes. De hecho, los españoles siguen pagando lo mismo que con los descuentos del Gobierno vigentes en 2022 y 2023. Es más, en algunos momentos de aquella época, los consumidores que llenaban el depósito pagaban menos de lo que lo hacen ahora.

Mismo precio del crudo, más cara la gasolina

Pero retrocedamos en el tiempo semanas antes del estallido de la guerra. A principios de enero de 2022, el barril de brent experimentó un importante encarecimiento ante la inminente invasión rusa a Ucrania. La unidad de la materia prima pasó de 82 euros a los 99 euros a finales de febrero, obligando a las estaciones de servicio a subir hasta los 1,7 euros el litro de gasolina.

No obstante, en los últimos días de diciembre de 2021 y sin restricciones ya por el coronavirus, el precio de la gasolina no llegaba a los 1,46 euros mientras que días antes de que comience la Semana Santa el litro de carburante es de casi 20 céntimos más. Todo ello, con el barril de brent en cifras prácticamente calcadas.

Fuentes del sector energético explican a este periódico que la razón de este desajuste se debe a “la menor demanda de petróleo a finales de 2021” y a un contexto “geopolítico completamente diferente y más tensionado”: A su vez, remarcan que “las cotizaciones de derivados del petróleo, en ocasiones, no suelen corresponderse al precio de la propia materia prima”.

Un contexto favorable energético

El mercado petrolero y de sus derivados se ha convertido en rara avis en el sector energético. Mientras el crudo sube o se mantiene en precios elevados, el gas o la electricidad han experimentado importantes descensos.

La electricidad española está un 60% más barata que la alemana o la francesa, según datos de ASE, que señala que el precio diario del mercado mayorista de electricidad español hasta el día 20 de marzo estaba en 26,24 euros el MWh, bajando un 34,4% respecto a febrero y un 70,8% a nivel interanual.

Los expertos de ASE recalcan que estos precios se deben a una climatología que favorece la generación eólica e hidráulica; el continuo incremento de la generación fotovoltaica; una reducción paulatina de la demanda eléctrica y la escasa capacidad de interconexión de la península.

Además, el precio del gas ha encontrado un 'impasse' o callejón sin salida en su “persistente tendencia bajista”. Motivado por las nuevas sanciones estadounidenses a las exportaciones de carbón rusas y a la reducción de la producción de gas natural licuado en el país norteamericano, “el precio de la energía se mantendrá confinado en la cota de los 25 y 30 euros el megavatio hora hasta el próximo mes de abril”, según mantienen desde la consultora Tempos Energía.