En sus manos el mercado global y la política geoestratégica parece más un juego de mesa que un plan medido y reflexionado. Anuncios cuya ejecución en ocasiones es confusa pero siempre generadora de inestabilidad. La última orden-amenaza firmada por Donald Trump la anunció el viernes y la rubricó este sábado el presidente de Estados Unidos: desde este próximo martes aplicará aranceles del 25% sobre los bienes procedentes de Canadá y México y del 10% sobre China. Además, asegura que también los impondrá para los productos procedentes de la Unión Europea que entren en los Estados Unidos. La lista de productos sobre los que recaerá ese recargo arancelario incluirá al petróleo y el gas, en el caso de Canadá y México, si bien la medida se retrasa hasta el próximo día 18.

La coacción económica que ya aplicó y desactivo en 48 horas sobre Colombia se activa ahora a sus vecinos canadienses y mexicanos y su gran rival en la cima, China. ¿Y España? En su opinión, Europa debe implicarse mucho más. Qué decir de los países como el nuestro que sitúa en la órbita de los estados emergentes, los BRICS, a los que ha llegado a asegurar que se plantea imponer aranceles del 100%. No le gusta nuestro grado de implicación en la defensa de occidente, invertimos poco, asegura.

Unas medidas arancelarias y acusaciones que llegan cuando España mira a Estados Unidos más de lo que lo hacía hace apenas unos años. Sobre todo en materia energética. Tanto que el mercado norteamericano se ha convertido ya en nuestro primer suministrador de petróleo.

Se trata de una realidad que en el actual contexto adquiere una relevancia significativa. Trump ya ha advertido que desoirá las llamadas por impulsar las energías limpias –ha abandonado el ‘Acuerdo de París’- y que su propósito es seguir explotando el subsuelo estadounidense mientras sea posible. Lo hará buscando nuevos yacimientos de petróleo y gas y apostando por el ‘fracking’, perforando. Lo ha dejado claro desde que llegó a la Casa Blanca el pasado 20 de enero: “Drill, baby, drill”. Una estrategia que busca elevar aún más su peso en el mercado internacional del crudo, disparado en los últimos años, sabedor de que la demanda de estos combustibles fósiles aún es y será muy elevada los próximos años.

Sólo en España cerramos el año pasado con la importación de alrededor de 9.800 millones de toneladas de crudo procedentes de EEUU. Supone 18 veces más que en 2016, cuando activamos la importación de crudo norteamericano. Desde entonces no ha dejado de crecer, adelantando a otros mercados relevantes como México o Brasil en el continente americano. Sólo de EEUU importamos más crudo que de todo Oriente Medio. También más que de toda Europa y Euroasia, según datos de CORES –la entidad de mantenimiento y control de reservas en España-. A ello se suma el gas que compramos a EEUU, que en 2024 apenas representó el 17% del total de GNL y GN importado, caso 58.000 Gwh, muy por detrás del primer proveedor, Argelia (cerca de 131.500 Gwh) o Rusia (alrededor de 72.500 Gwh).  

¿Existe 'Trumpdependencia'?

En este contexto, ¿se puede afirmar que en España existe ‘Trumpdependencia’ energética? “Sin duda, que la existe. Ese riesgo de ‘Trumpdependencia’ está claro. Le ocurrió a Alemania con el gas ruso y ahora nosotros estamos en el mismo caso con el crudo y EEUU”, asegura Guillermo Dorronsoro, exdecano de la Deusto Business School y profesor de Economía, Estrategia y Gestión de la Innovación. Considera que el anuncio de aumentar aún más la producción de petróleo y gas supondrá un peso y control cada vez mayor de EEU sobre el mercado de estas materias primas aún esenciales “que podrá utilizar como una baza de negociación y presión política”: “El podrá presionar a un país ofreciendo energía barata, pero a cambio, por ejemplo de una mayor inversión en defensa”.

Dorronsoro asegura que el presidente de los EEUU va a intentar controlar este mercado. “Sabe que las renovables aún no están maduras, que el debate de las nucleares genera controversia en muchos países y que el mundo seguirá necesitando mucha energía, que todo el petróleo y gas que extraiga el planeta se lo va a comer”. Recuerda que los planes energéticos se proyectan a largo plazo y que ha irrumpido una realidad que los ha alterado de modo importante: la inteligencia artificial. Este experto en competitividad, innovación y desarrollo sostenible subraya que la proliferación de centros de datos en todo el mundo y su alta demanda de energía “obligará a rehacer muchos mapas, entre ellos el del suministro energético”.

Afirma que España deberá redefinir su mapa energético para asegurar su suministro y el precio. Las energías renovables aún no son capaces de abastecer toda la demanda y mientras tanto la dependencia de las energías fósiles continuará. Y entre ellas, el petróleo y de su principal suministrador: EEUU. “En un momento determinado no tendremos margen para buscar otros proveedores si la presión o el precio que ejerce Trump es inasumible. La geoestrategia se está polarizando mucho. Lo hace en torno al bloque soviético y el americano y los países del Golfo no nos van a ayudar a nosotros”.

España, un mercado "flexible"

En la Asociación de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP), en cambio, no creen que se pueda hablar de ‘Trumpdependencia’. Reconocen que EEUU ha ganado mucho peso entre los proveedores de crudo, pero que el sistema español es suficientemente flexible para poder adaptarse a cualquier circunstancia: “España tiene muy diversificado su suministro. Somos capaces de procesar crudo procedente de muy diferentes orígenes y eso permite una gran flexibilidad. Las compañías han hecho inversiones muy fuertes que nos han permitido esa flexibilidad”, recuerda Inés Cardenal, de la AOP. Destaca que hace más de dos años que en España no entra nada de crudo procedente de Rusia “y eso no ha alterado el suministro”.

Actualmente nuestro país importa crudo de 26 países. Sólo el año pasado España compró en el exterior alrededor de 64.500 millones de toneladas de petróleo. Un volumen superior a las necesidades del mercado español: “Nosotros importamos mucho, incluso cuando la demanda cae. Somos exportadores netos de productos petrolíferos. Nuestras refinerías además de al mercado español abastecen a otros países”.  

Cardenal sí reconoce que la mayor producción de los EEUU en los últimos ocho años ha afectado al mercado internacional, en particular a la producción y precios de la OPEP, “los EEUU han logrado cambiar el panorama en el mercado”.

Contrarrestar el 'fracking'

La representante de la AOP considera que con el anuncio de incremento de producción que ha hecho Trump el mercado puede verse afectado, “aunque dependerá de la capacidad ‘ociosa’ que tengan”: “Es un mercado muy flexible para entrar y salir de operaciones de crudo, esa es una de sus fortalezas”.   

Desde la UPI, la Asociación de Operadores Independientes del sector energético, consideran que el incremento de producción en los EEUU aliviará la “tensión en el mercado internacional”. Avanzan que los precios tenderán a bajar. A ello contribuirá el anuncio de los países de la OPEP “que van a bajar sus precios para que el ‘fracking’ no resulte rentable”. La UPI cree que desde el punto de vista del mercado este contexto puede ser positivo para el mercado europeo “ya que depende en gran parte de los combustibles convencionales”.

Sin embargo, sí temen un perjuicio, el impacto negativo sobre el proceso de descarbonización en marcha en muchos países: “Habrá más diferencial de costes con las energías alternativas. Eso no ayuda a la transición, salvo que se suban los objetivos obligatorios en detrimento de nuestra competitividad a nivel mundial”. Añaden, por último, que en el horizonte también asoma otra variable que puede tener gran incidencia en el mercado, como es el posible final de la guerra en Ucrania “y la vuelta del producto ruso” a los mercados.