José Luis Trapero ha pasado de ser un argumento electoral a una molestia. El mayor de los Mossos d'Esquadra se ha convertido en un auténtico jarrón chino del procés tras su absolución en la Audiencia Nacional. Un dictamen judicial por el que el conseller de Interior, Miquel Sàmper, reconoció en el calentón del primer momento que "no habría apostado".

Sámper aseguró este jueves que Trapero tiene la puerta abierta a la cúpula de los Mossos, dado que nunca ha perdido su condición de Major. Pero lo hizo tras 36 horas de dudas, en las que el conseller se escudó en que debía ser el propio Trapero quien decidiera qué hacer, para no verbalizar esa oferta de reincorporación inmediata.

El jueves, en Catalunya Ràdio, Sàmper aseguró que ya había hecho esa oferta a Trapero en septiembre, cuando accedió al cargo, en la primera ocasión en la que pudo hablar con el mayor de su situación judicial. Y aseguró que el comisario jefe de los Mossos, Eduard Sallent, conocía esa intención. Pero el entorno de Sallent lo niega, mientras el comisario jefe espera la decisión de Trapero y Sàmper, dado que Trapero, en su condición de mayor, tiene más rango que Sallent.

Felicitación de Puigdemont

Más allá de la inquietud en la actual cúpula del Cuerpo de Mossos, está el papel jugado por Trapero durante estos tres años de procesos judiciales y batalla política, en los que el responsable policial se ha desligado del proceso separatista y de sus antiguos jefes políticos como no lo ha hecho ningún otro procesado del 1-O. Nadie ha abjurado del independentismo como lo ha hecho el que fue uno de sus mayores héroes, el policía que acabó con los terroristas de Barcelona y le plantó cara al coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos.

En este contexto llegaba el miércoles la "felicitación" de Puigdemont a su antiguo subordinado: "Siempre supe que no era partidario de la independencia" aseguraba el ex presidente fugado en un tuit en el que se felicitaba por su absolución y las de César Puig, Pere Soler y Teresa Laplana. Un mensaje en el que insistía en que "la injusticia sigue" porque la absolución de Trapero evidencia para el independentismo la injusticia de las condenas del Tribunal Supremo a los líderes independentistas.

Detener al Govern

Lo que obvian Puigdemont y el resto de líderes independentistas que utilizarán ahora esta absolución en sus recursos ante la justicia europea es que la estrategia de defensa del mayor de los Mossos fue exactamente la contraria a la de los Jordis, Junqueras, Forn y el resto de los líderes independentistas. Dentro y fuera de la sala del tribunal.

Ante los jueces, Trapero intentó dejar bien claro que no comulga con los objetivos del independentismo y que nunca estuvo dispuesto a desobedecer las órdenes de la justicia en favor de sus responsables políticos, pese a que en las comparecencias previas al 1-O el entonces conseller de Interior, Joaquim Forn, insistiera en que los Mossos estarían de parte del Govern.

Para demostrarlo, Trapero presentó, ante el Tribunal Supremo primero y la Audiencia Nacional después un operativo policial preparado para detener a Puigdemont y a todos los miembros del Govern tras la declaración de independencia, si el Gobierno o la justicia se lo ordenaba. Un plan que nunca se puso en práctica, porque nadie en el Gobierno apeló a los mossos tras declarar el 155.

Más allá de su defensa jurídica, el ex jefe de los mossos evitó por todos los medios volver a ser instrumentalizado por el independentismo como lo había sido, según él contra su voluntad, tras los atentados islamistas de Barcelona y Cambrils y en las horas previas al 1-O. Por ello, Trapero rechazó sustituir al comisario Ferran López al frente de los Mossos cuando se levantó el artículo 155.

Era junio de 2018, cuando Ferran López, señalado por el independentismo por haber aceptado dirigir a los mossos bajo mando del Ministerio del Interior, renunció a su cargo. El Govern de Quim Torra tanteó entonces a Trapero, pero el mayor se negó a ser una pieza política a coste de su proceso judicial, como sí hicieron Josep Turull y Jordi Sánchez, con dos investiduras fallidas imposibles, pero que les pusieron en el centro de la diana judicial.

O Joaquim Forn, quien tras haber asegurado ante el juez Pablo Llarena que dejaba la política de primera línea, y visto que esto no servía para conseguir la libertad condicional, encabezó la lista de JxCat en las elecciones locales de 2019. De hecho, todos los procesados por el Supremo que cumplían prisión provisional entraron en las candidaturas de ERC y JxCat con dos excepciones: Carme Forcadell y Dolors Bassa.

Trapero nunca quiso entrar en el bloque de los "represaliados" al que tanto rendimiento electoral han sacado tanto JxCat como ERC. Optó por un discretísimo segundo plano centrado en su defensa jurídica, en dos años de intensa batalla político-electoral. Una actitud que ahora podría pesar a la hora de volver a situarlo al frente de los mossos. Si él lo reclama oficialmente.