Isabel Díaz Ayuso no sólo ha afianzado su liderazgo como 'baronesa' del PP, sino que ha alzado el vuelo hasta convertirse en todo un referente político nacional con casi tantos enemigos como admiradores. La política irrumpió en la madrileña Puerta del Sol hace poco más de un año como apuesta personal de Pablo Casado tras años ocupando puestos irrelevantes dentro del partido y caminando siempre a la sombra del actual presidente del PP. Pero en tiempo récord ha logrado evolucionar hasta convertirse en casi la única figura del partido capaz de rivalizar con Casado -con quien mantiene una relación "excelente"- y no perecer en el intento.

El auge de Díaz Ayuso a lo largo de este año y su proyección política nacional -convertida en dique de contención durante la crisis del coronavirus contra Sánchez, Iglesias y el independentismo catalán- ha sido imparable. Su gestión ha despertado incluso halagos desde grandes cabeceras internacionales de Francia, Reino Unido, Alemania e Italia, que ven en la madrileña el "descubrimiento político español del año 2020" y la "musa de la derecha" por un modelo de gestión económica, sanitaria y educativa autónomo, que en ocasiones ha chocado con la estrategia de Génova o del resto de barones autonómicos del partido.

La ascensión a los cielos de Ayuso es una cuestión que no le es ajena a dirigentes de su propio partido que recelan en privado de las posibilidades de que una persona por la que pocos apostaban pueda ensombrecer la estrategia del propio Casado, que aún trata de afianzar su liderazgo dentro de las filas populares tras el definitivo giro hacia la moderación que planteó en su enmienda a la totalidad a Vox durante la moción de censura. Y dentro de esta operación hay un punto clave: la celebración del congreso regional del PP de Madrid, congelado desde la abrupta salida de Cristina Cifuentes en 2018 y operado desde entonces por una gestora con Pío García-Escudero al frente y con Ana Camins como secretaria general.

En la cúpula del partido se teme que si la líder madrileña consigue hacerse también con la presidencia regional del PP, su poder sea enorme y su trayectoria imparable, igual que le sucedió en su momento a Mariano Rajoy con Esperanza Aguirre cuando ésta accedió al control de la dirección regional del PP y se convirtió en poco tiempo en un contrapoder nacional. Por este motivo, la dirección del PP -con Teodoro García Egea al frente de esta estrategia- ha evitado hacer campaña en favor de Ayuso y se justifica que es una reflexión que ahora "no corresponde", ya que la celebración del congreso regional de Madrid no se prevé al menos hasta finales de 2021 o principios de 2022.

Se escudan en Génova en el calendario para "evitar dar más protagonismo" a Díaz Ayuso, y no son pocas las voces en el partido que creen que hay un intento de la dirección -y en concreto de Egea- por "neutralizar" el poder de la líder regional, acercando "lo máximo posible" la celebración del congreso regional a las próximas elecciones autonómicas. De hecho, las informaciones sobre la rivalidad entre Ayuso y Almeida por presidir el PP de Madrid -que en el entorno de la presidenta desmienten- han sido constantes. Incluso se ha especulado bastante sobre la posibilidad de que Casado apueste en 2022 por una 'tercera vía' -en los pasillos de Génova suena con fuerza el nombre de Ana Camins, diputada del PP en la Asamblea; y el de Antonio González Terol, vicesecretario de Política Territorial-. Contrasta este debate con la ausencia del mismo en los congresos regionales del resto de comunidades autónomas del PP, ya que es una práctica habitual en el partido que los barones territoriales sean quienes ocupen también las presidencias regionales del partido.

En un momento en que la unidad dentro de sus filas es el bien más preciado para Pablo Casado, centrado en avanzar en su objetivo de absorber a un Ciudadanos dividido para erigirse como alternativa no sólo a Sánchez, sino también a la "ultraderecha" de Vox con la moderación como bandera, Génova está coordinando sin hacer demasiado ruido la renovación del partido con una máxima: primar la "sintonía" entre candidatos sin "dejar a nadie atrás" y evitar guerras internas cuyo ruido pueda desviar la atención sobre la verdadera meta del PP, que es derrocar a Sánchez e Iglesias mediante la unión de todo el espacio de centroderecha. El objetivo último es construir una red de poderes territoriales alineados con el proyecto de Casado para afianzar su liderazgo. En una comunidad autónoma, la supervisión de Génova resulta elemental para asegurar un cierto orden entre ambos núcleos de poder, sobre todo en Madrid, joya de la corona del PP.

Es el secretario general del partido y número dos de Casado, Teodoro García Egea, quien se está encargando en silencio de esta actualización de los equipos territoriales mediante el proceso de primarias, aunque Génova ha decidido que la renovación se hará esta vez de abajo a arriba, es decir, comenzando con los congresos provinciales -que se alargarán aproximadamente hasta verano de 2021- y siguiendo por los regionales.

Egea, preguntado por este asunto hace días, ya avanzó que las últimas renovaciones locales han sido las de Albacete y Ciudad Real, aunque antes ya se celebraron las de Alicante, Valencia, Zaragoza y Huesca. Y sobre la pugna existente en la Comunidad de Madrid, decidió no partir una lanza a favor de Ayuso pese haberse convertido en uno de los principales exponentes del partido. "Serán los afiliados los que elijan", dijo.

Ayuso, más cerca de Vox

Y dentro de esa tutelaje que ha iniciado la dirección por garantizar la unidad interna, Ayuso, en su condición de estar a punto de convertirse en nuevo 'verso libre' del partido por las múltiples decisiones autónomas que ha tomado durante la gestión de la pandemia en contra de los dictados de Génova, es, a día de hoy, la única pieza que no encaja en la remodelación que plantea García Egea.

Y es que la estrategia de la presidenta madrileña está en las antípodas de la de barones como Núñez Feijóo, Moreno Bonilla o Fernández Mañueco, adalides del centro político y del discurso moderado que ahora también abraza Casado. De hecho, el talón de Aquiles de la baronesa de cara a consolidar un hipotético futuro liderazgo del partido es la ausencia de aliados fuera de Madrid. Ayuso nunca se ha alejado de la polémica e, incluso, de la bronca política pese a los toques de atención que se han producido intramuros, una estrategia particular por la que desde los flancos territoriales se señala directamente a su jefe de Gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, quien años atrás también impulsó la acumulación de poder interno de José María Aznar cuando éste presidía la Junta de Castilla y León.

Además, el acercamiento sin complejos de Ayuso a Vox puede comprometer la estrategia nacional de Casado tras la ruptura de -casi- todos los puentes que le unían a Santiago Abascal. La presidenta madrileña tiene aún pendiente la negociación de los Presupuestos, para lo que priorizará la negociación con el grupo de Rocío Monasterio con las consecuentes cesiones a los conservadores para garantizar la aprobación de las cuentas, que deberían estar listas en el primer trimestre de 2021. A Ayuso no le incomoda estar cerca de Vox, pero es justo lo contrario de lo que ahora mismo quiere Casado. Y Génova trabajará para seguir siendo quien tome las decisiones en el partido, también en la Comunidad de Madrid. O al menos, eso intentará.