El convento hacía meses que no daba abasto. Aquel espacio para la oración, hacía tiempo que había dejado marchar la misericordia y comenzaba ser invadido por las peticiones de clemencia y piedad. Las madres Mercedarias ya no recordaban qué era el recogimiento. Tampoco el perdón. Ni siquiera Sor María Aranzazu Vélez de Mendizabal, la madre superiora, conservaba el espíritu de su vocación religiosa. Su hábito blanco contrastaba con su corazón negro, el que le valió entre las internas el alias de ‘La pantera blanca’. En Saturrarán todos hablaban de aquel lugar en el que las tropas franquistas trasladaban a diario decenas de mujeres. En aquel primer municipio de Guipúzcoa, Mutriku, tras rebasar Vizcaya, los sublevados hallaron una solución a sus problemas de capacidad. El avance de las tropas franquistas, tras su victoria en Asturias, en el frente del Norte, y en otros muchos lugares, había incrementado demasiado sus listas de detenidos en la contienda… y detenidas.

Entre 1938 y 1944 alrededor de 4.000 mujeres y niños conocieron el infierno de aquel convento transformado en prisión en el que la violencia física, la enfermedad y el hacinamiento provocó la muerte a 116 mujeres y 57 niños. En cárcel central de mujeres de Saturrarán, a la orilla del mar Cantábrico, vivió sus últimos días Juana Aguilera (65 años), natural de Huerto del Rey (Burgos). También falleció Concepción Arrago (27 años), natural de Gredo (Asturias). Es posible que ambas conocieran a Donata Marron, 52 años, de Covarrubias (Burgos), que vivió en Mutriku y murió en la miseria y horror de aquellas celdas.

Como ellas, muchas perderían la vida, y algunas de las que la conservaron lo hicieron heridas para siempre, por la cruel experiencia o por el desgarro de ver morir a una hija. Entre aquellos barrotes atendidos por religiosas y vigilados por tropas franquistas murió la pequeña Josefa Álvarez Villa. Tenía apenas dos años de vida. Nacida en Oviedo, sus restos están hoy enterrados en el camposanto de esta pequeña localidad guipuzcoana.

Son sólo algunas de las casi un millar de mujeres que murieron en el País Vasco durante la Guerra Civil. El registro elaborado ahora por el Gobierno vasco identifica hasta 977 mujeres, del bando republicano y del bando franquista, muertas en distintas circunstancias de la contienda. Entre todas ellas, se cifra en 223 las mujeres del bando republicano que murieron en la cárcel. Sobre cada una de ellas se ha logrado documentar el lugar y circunstancia de su muerte y algunos otros elementos identificativos.

Otras muchas perdieron la vida en bombardeos, en procesos sumarísimos, en ejecuciones extrajudiciales o incluso en campos de concentración nazis. A ellos fueron enviadas a la muerte 91 personas arrestadas en el País Vasco, entre ellas María Josefa Sanzberro, 49 años, de Oiartzun, y que murió en el campo de Dachau. La segunda mujer que el franquismo envío a morir a Alemania fue Simonne Paquita Lebouch, con apenas 20 años. Natural de Guipúzcoa, murió el 12 de septiembre de 1943 en Auschwitz (Polonia).  

Son parte de un amplio registro en el que también se incluye a los hombres muertos en Euskadi durante la guerra, bien en combate o a consecuencia de la represión o los bombardeos. Hombres y mujeres que sólo entre el periodo 1936 y 1945 suman hasta 20.970 muertes que ahora se han podido registrar en fichas, abiertas a la consulta.

13.283 republicanos, 7.687 franquistas

En la mayoría de los casos en ellas figuran nombre y apellidos y otras informaciones como su lugar de nacimiento, el lugar donde están enterrados, la edad, la profesión o su estado civil. Se trata de información obtenida de archivos históricos, registros o en algunos casos facilitadas por las propias familias. Esta base de datos se continuará ampliando en la medida en que se obtenga más datos.

Las muertes documentadas como causadas por los franquistas contra tropas o ciudadanos del bando republicano casi duplican las de signo contrario, al alcanzar las 13.283 frente a las 7.687 víctimas mortales provocadas por los republicanos en Euskadi a o ciudadanos vascos fuera del País Vasco.

Se trata de muertes de ciudadanos que o bien participaron de modo activo en el frente de combate o sufrieron represalias mortales durante la guerra. También aparecen quienes murieron víctima de los numerosos bombardeos ocurridos en el País Vasco. En la lista figuran tanto vascos fallecidos fuera de Euskadi como ciudadanos que pese a no ser vascos murieron en algún frente bélico ocurrido en Euskadi.  

Las mujeres han sido durante décadas las grandes olvidadas de la contienda. La base de datos elaborada por el Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos, Gogora, refleja que entre las 977 fallecidas, la inmensa mayoría, cerca de 850 fueron víctima de las tropas franquistas, y menos de un centenar murieron a manos de las tropas republicanas. Entre todas ellas destacan las 16 mujeres que perdieron la vida por luchar en el frente de combate. En el bando franquista el estudio llevado a cabo por historiadores y expertos de la UPV, la Sociedad de Ciencias Aranzadi y el Instituto Gogora cita a tres mujeres en las tropas franquistas y a 16 en el frente republicano.

Ejecuciones 'extrajudiciales'

También se destalla cómo desde ambos bandos se procedió a la eliminación de hombres y mujeres tras procesos sumarísimos y extrajudiciales. Las tropas franquistas sometieron a consejos de guerra a cientos de detenidos. Se dictó la pena a morir a 991 ciudadanos. De todos esos consejos de guerra en 18 casos se  llevaron a cabo contra mujeres.

A ellos se sumaron las ejecuciones extrajudiciales de los sublevados contra los defensores de la República que sumaron 1.155 muertes, 42 de ellas contra mujeres. Fue el caso de las condenas a muerte dictadas contra Juana Mir, natural de Pamplona pero residente en Bilbao. O Berta Peña, de 42 años, natural de Valladolid pero que residía en Sestao.

En el bando republicano, el llamado Tribunal Popular de Euzkadi, compuesto por tres magistrados y 14 jurados dependientes de organizaciones políticas instruyeron 87 causas y emitieron 74 sentencias En total se dictaron 156 penas de muerte pese a que sólo llegaron a ejecutarse 19. Entre ellas no consta si hubo mujeres. Las ejecuciones ‘extrajudiciales’ de los republicanos vascos sumaron 971 muertes, de los que en 21 casos se trató de mujeres. Entre ellas, Teresa Viteri o Dolores Domínguez, de 60 y 71 años respectivamente, ambas agricultoras.

Los bombardeos fueron otra causa que generó un gran número de víctimas. Se han llegado a documentar casi un millar de bombardeos a cargo de los aviones franquistas sólo en el País Vasco y que dejaron 1.361 víctimas mortales, de ellas 527 mujeres. Este estudio concluye que el número de acciones llevadas a cabo por las fuerzas aéreas afines a la República fueron muchas menos. Se estima que en el frente vasco no llegaron a 150. El estudio señala que “el dominio de los cielos durante la Guerra Civil en Euskadi correspondió sin lugar a dudas al bando rebelde”. De las 75 muertes provocadas por bombardeos republicanos, 33 correspondían a mujeres. Es el caso de la joven Irene Juaristi, de 17 años, natural de Bergara y que falleció en esta localidad tras un bombardeo republicano. O de Consuelo Vela, de 14 años, que murió en el bombardeo de Balmaseda (Vizcaya).