El día 20 es la puesta de largo de “Moncloa. Iván Redondo. La política o el arte de lo que no se ve" (Edit. Península) en una presentación para la que la periodista Susana Griso moderará una charla entre Toni Bolaño y el ex director de Gabinete de Pedro Sánchez. Ese será uno de los puntos focales del acto, pero no sólo, porque será interesante rebuscar entre el público a miembros del Gobierno o del PSOE, si los hubiera. El libro ha generado inquietud y malestar, a partes iguales, entre los socialistas que brindaron por la salida del gurú del corazón de Moncloa.

Pregunta. -¿Ha recibido algún mensaje o recado del Gobierno, Moncloa o Ferraz?

Respuesta. -Sí. También tengo que decir que son personas con las que tengo una buena relación personal. Se han atrevido a decirme que no están de acuerdo conmigo. Entra dentro de los cánones, pero da la idea de que no ha gustado para nada.

P. -¿Qué es exactamente lo que no les ha gustado?

R. -Mis opiniones en las entrevistas, porque el libro no lo han leído. No me lo tomo a mal, sino con espíritu deportivo.

P. -¿Cuál es la crítica que más le ha sorprendido por el tono o por el contenido?

R. -El tono es amable porque son amigos. También estoy recibiendo muchos mensajes de gente del Gobierno con la foto del libro ya comprado o reservado, pero no lo van a hacer público. La gran mayoría lo va a hacer de tapadillo, aunque quieren que se lo firme. Se lo tendremos que firmar con pasamontañas.

Hay quien después de hablar bien de Redondo para el libro ahora echa pestes de él y de mí"

P. -Se habló mucho de su libro en la entrevista que Jordi Évole le hizo a Redondo. ¿Hay algo que cambiaría ahora?

R. -Nada. Le di muchas vueltas a si tenía que modificar algunas declaraciones de las personas que salían en el libro, pero decidí dejarlo igual porque, al final, todo el mundo se retrata. Es fácil hablar bien de alguien que está en el poder y ahí ves quién lo decía de corazón y quién por quedar bien y ahora hablan pestes de Redondo y también de mí.

P. -Me consta que algunas de las personas que colaboran en su libro han cambiado de opinión sobre el personaje después de ver la entrevista.

R. -Es que estas entrevistas son muy complejas. Cuando es montada, el que sale siempre bien parado es el director, que está en su derecho, pero te arriesgas mucho. Hizo una entrevista de más de cuatro horas, salen unos 50 minutos y tú no controlas los montajes. Hay algunas cosas que lo dejaron en mal lugar, pero que tenían sentido dentro de una conversación más amplia que no salía.

P. -¿Qué le ha sorprendido más del personaje? ¿Son amigos?

R. -Somos amigos. Lo conozco en 2016 en el plató de Espejo Público peleándome con él como me he peleado contigo. Quedamos a comer y me pareció un tipo muy interesante. Un día su mujer me dijo que tenía que hacer un libro sobre Iván y la miré casi condescendiente. Cuando fallece mi padre decidí hacer algo en su honor. Iván, entusiasmo, entusiasmo, no mostró porque una de sus características es no decir más de lo necesario.

Me dejó bastante alucinado cuando me dijo que se iba a trabajar con Pedro Sánchez"

P. -¿Es ángel o diablo?

R. -Para mí es ángel. No oculto mi admiración por él, pero eso no quiere decir que no sea crítico con algunas de sus decisiones. Por ejemplo, me dejó bastante alucinado cuando me dijo que se iba a trabajar con Pedro Sánchez. Para otros es diablo. En España estamos acostumbrados a que los consultores políticos, entre los que me encuentro, lleguen de la mano de un partido y no sean consultores externos.

P. -¿Dice usted que a Redondo le han hecho el juego sucio desde el Gobierno? ¿Se refiere a Carmen Calvo?

R. -Con Carmen Calvo tenía los conflictos habituales en Moncloa como, en su momento, los tuvo María Teresa Fernández de la Vega con Angélica Rubio y Miguel Barroso, con encontronazos bestiales, o antes Miguel Ángel Rodríguez. Es que son los dos grandes contrapoderes. ¿Eso quiere decir que hay mala relación personal? No tiene por qué. No eran amigos, pero tenían relación profesional.

P. -Habla usted de la importancia de la figura del consultor externo, pero quizá el problema de Redondo es que llegó a director de gabinete del presidente.

R. -Hay que pasar de contar las cosas a hacer cosas, y si no estás en el epicentro, si no estás en la toma de decisiones, no funciona. Rodríguez también está en la toma de decisiones, pero no quiere decir que sean ellos quien las tomen. Eso sólo lo puede decir un patán. Un presidente no habla solo con su jefe de Gabinete. Yo entraba en el despacho de Montilla con mis ideas y salía con las suyas. Podemos considerar a los líderes gilipollas, pero no parece. Pedro Sánchez y Monago pueden ser cualquier cosa, pero idiotas, no.

Podemos considerar a los líderes gilipollas, pero no parece"

P.-Cuesta tanto, tanto, creer que Iván Redondo se haya ido voluntariamente…

R. -Las elecciones madrileñas lo rompen todo. El 6 de mayo me cuenta que le ha dicho al presidente que no quiere ser ministro y que se va. El 7 fue la reunión de la ejecutiva federal donde Sánchez anuncia que acometerá cambios en el Gobierno, en la ejecutiva, en el Grupo Parlamentario… Ya se quiso ir tras las elecciones de abril y de noviembre de 2019. El día 8 soy testigo de una llamada del presidente en la que hablan de los cambios y hasta de los indultos. Lo intenta retener a través de unos emisarios y les dice que no. Pero él estuvo activo hasta el viernes por la noche porque no sabía cuándo el presidente iba a tomar la decisión.

P. -No se me ocurren dos personas más distintas que Iván Redondo y Óscar López.

R. -Son modelos diferentes. López tiene un perfil más cercano a José Enrique Serrano. Me hace gracia cuando han dicho eso de “ha vuelto el PSOE”. Quizá el de 2014 y 2016. Decir esto es una enorme aberración. El PSOE siempre ha estado. Más del 80 por ciento del equipo de Moncloa eran militantes socialistas. Tienen el síndrome de Moncloa de “nosotros lo hacemos mejor”. Óscar es trabajador, pero es otro perfil, como el de Bolaños, pero ¿quién es el que coordina todo eso? Hay que tener cuidado porque el líder no puede librar todas las batallas.

P. -¿Se ha quedado Sánchez sin cortafuegos, sin persona a la que culpar de los errores?

R. -Óscar López hará de cortafuegos. El problema es que no lo va a ser en todo y hay asuntos que le llegan al presidente directamente. No puedes dejar al líder tan expuesto.

El PSM se dedicó a criticar toda la campaña electoral del 4-M sin hacer un huevo"

P. -Iván Redondo se atribuye todos los éxitos, pero ninguno de los fracasos.

R. -En la moción de censura de 2018 hizo un gran trabajo frente a un tercio de la ejecutiva socialista que no lo veía. Él tenía los puentes tirados con algunas fuerzas como el PNV, que resultó fundamental. José Luis Ábalos, Paco Salazar y Félix Bolaños también fueron adelante, pero Iván resultó básico y fundamental. En el pacto con Podemos tras el 10-N no iba con las manos vacías. Él nunca rompe puentes. No los ha roto con Teodoro García Egea, ni con ERC en los peores momentos.

P. -¿Y qué pasó con Murcia y Madrid?

R. -Cuando la moción de censura de Murcia muchos sacaron pecho de que se había hecho sin conocimiento de Redondo. En Madrid, el PSM estaba con un candidato de salida y un partido que es una entelequia. El PSM se dedicó a criticar toda la campaña sin hacer un huevo. El hecho de que se intentara un acuerdo con Íñigo Errejón para poner a Carmena demuestra que se veía fatal.

P.- Habla de Redondo como si fuera una víctima.

R. -Hablan mal de él porque cuando te deja tu pareja dejas de ser maravilloso para ser horrible.

P. -Por eso Sánchez no le citó en sus agradecimientos.

R. -Estoy convencido. Cuando intentó retenerle y le dice que no, le sentó mal.