Aquel 1983 ETA asesinó a más de cuarenta personas. En la larga lista de crímenes y víctimas provocadas por la banda terrorista había militares, policías, guardias civiles, panaderos, taxistas, empleados de banca… Los inicios de aquella década dolorosa continuaban con la senda de los llamados ‘años de plomo’. La violencia etarra convivía con la violencia del Estado, la ‘guerra sucia’ de los GAL comenzaba a atentar contra ETA y su entorno. En septiembre de ese año la revista ‘Punto y Hora’ de Euskal Herria, en su número 320, veía la luz con el título de portada ‘Los muertos nunca mueren’. Corría la semana del 23 al 30 de septiembre. Con motivo del ‘gudari eguna’, en recuerdo a los Txiki y Otaegi, fusilados en 1979, aquella publicación afín a la izquierda abertzale había decidido dedicárselo a los miembros de ETA muertos.

Por parte de lo que se publicó en aquel número fue condenada la hoy portavoz del EH Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua. En octubre de 1984 la Audiencia Nacional le impuso un año de prisión por la comisión de un delito de apología del terrorismo. Se trata de una publicación fechada en 1983, el mismo año hasta el que el acuerdo entre el PSOE y Bildu ha extendido la Ley de Memoria Democrática aprobada en la comisión constitucional de la Cámara Baja. La próxima semana la ley será aprobada y sustituirá a la norma anterior que data de 2007.

La nueva norma aspira a reparar las vulneraciones de derechos fundamentales, como abusos policiales y casos de torturas, cometidos entre 1978 y 1983, lo que afectaría al primer año de gobierno de Felipe González. También al primer año de actividad de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), que cometió el secuestro y asesinato de los miembros de ETA, José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala.

En aquel entonces Mertxe Aizpurua ejercía como periodista y como una de las responsables de ‘Punto y Hora’, editada por Orain S.A. Después vendrían sus responsabilidades máximas en otras publicaciones afines a la izquierda abertzale como ‘Egin’ o ‘Gara’. Aizpurua fue condenada por la Audiencia Nacional a un año de cárcel y a no poder ejercer su profesión periodística durante ese tiempo.

La Justicia consideró que lo afirmado en el encabezamiento a una de las entrevistas publicadas, al familiar de un preso de ETA muerto mientras manipulaba una bomba, podía ser considerado una defensa de la “lucha armada” de ETA y una alabanza a la propia organización. Aquella entrevista a José Manuel Alemán, exparlamentario de HB y hermano de José Javier Alemán –que murió el 13 de mayo de 1982 en Tafalla mientras portaban 12 kilos de ‘goma 2’ que pretendían colocar contra una filial de Iberduero-, no fue considerada delictiva.

"Hoy los gudaris son necesarios"

En ella se afirmaba que Alemán, miembro de ETA militar, “encontró la muerte junto a su compañero José Javier Valencia en un intento de atentar contra una estación de Iberduero”. El entrevistado aseguraba que “todas las formas de lucha son adecuadas para conseguir la independencia” o que mientras no se reconozcan la soberanía plena del pueblo vasco, que es la independencia, no pueden existir cauces políticos porque siempre jugaremos con inferioridad”.

El texto que antecedía a la entrevista y daba paso a una serie de seis testimonios de allegados a “militantes de ETA caídos en la lucha por la liberación de Euskadi”, sí fue considerado delictivo por la Audiencia Nacional. En él se subraya que el deseo de haber podido publicar “todos y cada uno” de los testimonios de familiares de los militantes muertos “resultaba materialmente imposible”. Testimonios que se presentan como una muestra “muy pequeña por supuesto, del sentir de todos los revolucionarios que en su convicción de que esta lucha merecía la pena lo dieron todo, hasta la vida”.

La Justicia tampoco vio delito en el editorial. En él, bajo el título “Gaurko gudariak” (Guerreros de hoy), se realiza un paralelismo entre los ‘gudaris’ de la Guerra Civil y los ‘gudaris’ de ETA, los “gudaris de ayer y hoy”. Se recuerda que la causa de los primeros “persiste hoy”: “Por eso son necesarios los gudaris también hoy, y los hay”. Se señala que “el tiempo ha hecho su trabajo” y hoy (en 1983) “nadie se atreve a hablar en contra de los gudaris de ayer”. Incluso se cuestiona a quienes respaldan a quienes lucharon en la guerra civil pero cuestionan a los ‘gudaris’ de hoy, los de ETA, “allá ellos”.

Una guerra con 'guerreros'

Se señala son “la sangre y el corazón” los elementos “que sostienen la guerra”. El editorial insiste en la idea de que como entonces, también en 1983 había “una guerra” en el País Vasco: “Si no hay guerra no hay guerreros, no hay gudaris. Mucho menos hay gudaris cuando se siente que no hay guerra”. Se compara la situación de Euskal Herria con la que viven Inglaterra con su relación con Irlanda del Norte o Israel con Palestina o Reagan con Nicaragua.

El editorial recuerda que quienes, lucharon en la contienda civil lo hicieron en la mayor parte de los casos obligados: “Para la mayoría no había más remedio que alistarse”. En cambio, en el caso de los miembros de ETA “todos son voluntarios, o por lo menos seleccionados”: “La guerra está ahí, pero ser gudari no es obligatorio. Por eso los ‘gudaris’ de hoy son mucho más gudaris”. Y reitera, que “cuando menos se lo esperan”, pueden perder la vida.