Madrugada del domingo. Puerto de Gdansk, en Polonia. Los bomberos envían una alerta al Centro de Coordinación de Rescate Marítimo sobre un barco que se estaba hundiendo. Al ser remolcado las autoridades descubrieron varias cosas: la primera que no había riesgo de que se fuese al fondo del mar, pues sólo le fallaba la dirección, y la segunda fue a tres buzos españoles a bordo.

El pequeño bote en el que estaban, de color rojo y azul y una visera de plástico en la proa, no tenía papeles ni identificación. Tampoco ninguno tenía la titulación para conducirlo. Sólo había cuerdas, unos amarres verdes, alguna botella de plástico y combustible. Nada fuera de lo común si no fuese por la moto subacuática profesional que los acompañaba, de color blanco y valorada en unos 10.000 euros.

Al ser interrogados, los tres dijeron que estaban buscando ámbar. La zona del báltico es rica en esta resina, que puede alcanzar un alto valor en el mercado. Pero los investigadores polacos no se creen a los tres españoles, de los que no ha transcendido su identidad y ya han sido puestos en libertad. “Demasiado pronto”, puntualizan las fuentes consultadas por el medio local Trojmiasto, que ha destapado el suceso.

Y no se los creen por varias razones. La primera es que después de llevar seis horas buceando no se encontró material en la embarcación. El segundo es que realizasen la operación de madrugada, con temperaturas bajo cero y en plena época de tormentas. Y la tercera es que la embarcación no contaba con los elementos básicos de seguridad.

¿Qué estaban haciendo realmente los tres buzos? En España poco se sabe. La Policía Nacional no tiene constancia de los hechos. El Ministerio del Interior no tienen nada que decir. Y desde el Ministerio de Asuntos Exteriores se limitan a apuntar a que la Embajada está siguiendo de cerca el caso en contacto con las autoridades y se muestra dispuesta a prestar la eventual ayuda consular si fuera necesaria.

En Polonia, por el contrario, hay dos vías de investigación. La primera es que se tratasen de narcotraficantes. En la noche de autos, 11 cargueros en el puerto de Gdansk. Esa premisa llevaría a los agentes a pensar que podrían estar buscando algún cargamento que se lanzase desde algún barco.

Pero la zona no es un paso común en las rutas de la droga. Holanda o Bélgica son destinos más cotizados, tanto para la cocaína que llega desde América del Sur como para la heroína que proviene de Afganistán.

La segunda hipótesis es más grave, y por la que algunos agentes se lamentan de que los hayan dejado en libertad tan pronto (dos de ellos podrían haber iniciado el viaje de regreso a España. A través del puerto entran una gran cantidad de Gas Natural Licuado (GNL) y petróleo, importantes fuentes energéticas desde las sanciones a Rusia por la invasión de Ucrania. El país que dirige Vladimir Putin sería aquí la razón de la presencia de los tres españoles.

Los investigadores no descartan que estuviesen llevando a cabo alguna tarea de sabotaje y que los pillasen infraganti. Que sólo uno de los tres contase con pasaporte tampoco ayuda. Además, en la misma zona está el cuartel general y la principal base naval de la Armada polaca en Gdyna. En el pasado Rusia ya ha usado a ciudadanos afines de otros países para llevar conseguir sus objetivos.