Fue uno de los referentes en los se inspiró ETA. Los primeros años de la organización terrorista tuvieron en él, en sus discursos y principios radicales, un marco para justificar sus acciones en defensa de la identidad y la nación vasca. Los mensajes para hacer frente a la “opresión” de la dictadura franquista y de Francia, ‘colonizadores’ de la patria de los vascos que Federico Krutwing plasmó en su obra ‘Vasconia’, publicada en 1963, se llegó a considerar como “la biblia de ETA”. Ahora, 25 años después de su muerte, la Casa de Cultura de Getxo, su localidad natal, ha dedicado a este filósofo y académico del euskera un documental dentro de la serie ‘Grandes nombres de Getxo’. Se trata del segundo episodio tras el dedicado al escritor Elias Amezaga.
Hijo de un industrial alemán que hizo negocios en Bizkaia, donde se casó con Isidora Sagredo, Krutwig creció en el entorno burgués de la sociedad vasca de la época. Durante la Guerra Civil se exilió junto a su familia en Alemania y Portugal, para regresar tras el fin de la contienda. Estudio en el liceo francés y en el colegio alemán, lenguas que dominaba, y comenzó a aprender euskera gracias al chofer de la familia, con quien se adentró en la cultura del nacionalismo vasco. Fue un reconocido intelectual del nacionalismo vasco de izquierdas, muy crítico con el PNV del último periodo de la dictadura.
A lo largo de los 20 minutos que se prolonga el documental, se intercalan testimonios que repasan la trayectoria vital de Krutwig y en la que su pertenencia a ETA, que abandonó en 1975, y su aportación ideológica en los primeros años de la banda, incluida la defensa de la “lucha armada”, apenas se desarrollan. En la descripción oficial de presentación del trabajo que se hace en la página web de la Casa del Cultura del consistorio vizcaíno no se hace referencia alguna a su influencia y pertenencia a ETA. La presentación se limita a asegurar que su obra más conocida, ‘Vasconia’, tuvo influencia “en gran parte de la generación joven antifranquista que comienza a poner en cuestión el nacionalismo tradicional”.
'Vasconia', la inspiración del fundador de ETA
Es su papel en el seno de Euskaltzaindia, la Academia de la Lengua Vasca, así como su radicalidad en la defensa de ‘Vasconia’, -un territorio que incluía Aragón, La Rioja y mayor territorio que el actual País Vasco francés- la que centra en gran medida el perfil que se dibuja en este trabajo promovido por la Casa de Cultura del Ayuntamiento de Getxo, gobernado por el PNV.
Julen Madariaga, uno de los fundadores de ETA, se inspiró en su obra ‘Vasconia’ para escribir la ponencia ‘La insurrección de Euzkadi’ que defendió en la III Asamblea de ETA en 1964 y en la que afirmó que “engañar, obligar y matar no son actos únicamente deplorables sino necesarios”. A Krutwig se le asigna haber escrito que el pueblo vasco tenía derecho a “levantarse en armas” para oponerse a la “desnacionalización” que pretendían ejecutar España y Francia. Incluso haber asegurado que era “un deber moral”, una obligación “de todo hijo de Euskal Herria” oponerse a ella “aunque para ello tenga que emplearse la revolución, el terrorismo y la guerra”. Se mostró partidario incluso del “exterminio” de los maestros y de los “agentes” que contribuían a esa ‘desnacionalización’ del pueblo vasco: “Más vale morir como hombres que vivir como bestias desnacionalizadas por España y Francia”.
Su política en defensa de la nación vasca combinaba la aplicación de las luchas “anticolonialistas” de la época con el ideario comunista de Mao y la aplicación de la misma a través de una guerra revolucionaria que requeriría del secuestro y el asesinato. En los años en los que se produjo la escisión en las juventudes del PNV, -EGI-, y que poco después se convertirían en el germen de origen de ETA, Krutwig siempre mostró una actitud muy crítica con el PNV de los 60 al que veía poco combativo con la dictadura. Desde su exilio en los años 60, primero en Francia y después, hasta 1975, en Bruselas, arremetió contra algunos de sus líderes. Lo hizo con el lehendakari Jesús María de Leizaola, al que acusó de ser “un falso nacionalista” que no enseñó euskera a sus hijos y que se comportó como un “colaborador gratuito del enemigo del pueblo vasco”. Krutwig se desmarcó del nacionalismo ‘sabiniano’ que sustentaba la identidad vasca en el origen, en la raza y los apellidos mientras que él fijo el centro de la identidad en la defensa del euskera como elemento clave y de exclusión étnica.
Diccionario euskera-griego
Con sólo 26 años ingresó en Euskaltzaindia, donde mantuvo posiciones muy personales y en las que no dudó en criticar a la Iglesia por su actitud ante el euskera. Una posición que provocó el malestar en la dictadura franquista y precipitó su salida de España. A su vuelta tras la muerte de Franco se instaló en Zarauz, donde llevó a cabo gran parte de su producción literaria: 'La cuestión vasca' (1965), 'Vasconia y la nueva Europa' (1976), 'Mikelditarrak' (1979), 'Ekhaitza' (1980) son otros de sus trabajos más conocidos, junto con 'Computer Shock Vasconia' (1984), 'Crítica de la crítica' (1985) y 'Los gitanos vascos' (1986).
En la década de los 80 impulso la asociación helenista Jakintza Bitha, en la cual se promovió la revista de cultura griega clásica 'Hierax'. En varios de sus artículos desarrolló su idea de 'Sopholis', una universidad de estudios humanistas cuya idea no prosperó debido al fallecimiento de Krutwig el 15 de noviembre de 1998. Entre sus iniciativas también figura haber creado un método único de traducción euskera-griego clásico. Tradujo, entre otros, a autores como Platón y Teofrastos, en 1989 recibió el Premio Homero y la medalla de honor de las ciudades de Delfos, Kavala y Olimipia.
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