A lo largo del miércoles o en las primeras horas del jueves. Ese es el plazo límite sobre el calendario que en Podemos, así como otros socios potenciales, ven factible para lograr un acuerdo con Yolanda Díaz y el aparato de Sumar. Y es que la fecha tope establecido por la Junta Electoral Central (JEC) para el registro de coaliciones para las elecciones generales del 23-J es este viernes 9 de junio. Frente a este corto margen, los morados destacan que el inicio de conversaciones con los principales rostros de Sumar debería haberse puesto a punto con anterioridad, porque "con cuatro días" por delante para abordar un encaje unitario, el escenario para un acuerdo se complica. "Hoy lunes debería haberse cerrado ya, porque es algo que puede hacerse en 48 horas", dicen en la cúpula morada, pero "no hay avances suficientes para eso" en estos momentos.

En Podemos, tanto de manera pública como en privada, evitan desvelar detalle alguno del diálogo. Así lo han ejemplificado este lunes los portavoces Pablo Fernández e Isa Serra, en la rueda de prensa semanal de la agrupación. Que pese a la insistencia de los medios, no han soltado guante. La lectura general dentro de la formación se centra, pese a todo, en ese retraso a la hora de establecer el diálogo. Y es que desde la sede nacional, ubicada en el madrileño barrio de Pueblo Nuevo, es que la alerta de la necesidad de negociar para un reagrupamiento político lleva ya mucho tiempo sobre la mesa, "porque era evidente que las municipales y autonómicas iban a afectar" a la fortaleza de Unidas Podemos y sus socios por el desgaste, y, a su vez, que Pedro Sánchez podría, "en cualquier momento", adelantar los comicios generales como ha sucedido.

Pese a todo, como ha esgrimido el partido de puertas para afuera, la disposición es la de alcanzar un pacto sin "vetos" para permitir a "la gente ilusionarse y tener una visión positiva después del shock" del 28-M. Cuando Podemos habla de "vetos" se intuyen tres ejes. El primero radica en los nombres de las listas, con Irene Montero [no tanto Ione Belarra] como señalada para no repetir por Madrid en beneficio de cierta renovación propositiva. A ella se extienden otros como Victoria Rosell o la secretaria de Estado de Igualdad Ángela Rodríguez Pam, que por su desgaste a lo largo de la legislatura no convencerían a los de Díaz. El segundo eje tiene que ver con las siglas de Podemos. Mientras que en Sumar conciben el aparato como un ente amplio, los morados quieren ver garantizado su identidad en las candidaturas, algo que justifican por el protagonismo que "hemos tenido, tenemos y tendremos en el futuro" para los "avances sociales".

El tercero, por último, tiene que ver con los partidos nacionalistas que nutren Sumar en la Comunidad Valenciana y Aragón: Compromís y la Chunta Aragonesista. En el seno de Podemos no convence que partidos con nula o escasa representatividad nacional encabecen candidaturas. Y es que entienden que la representatividad municipal o autonómica no es equivalente con unas generales. Hay que recordar que el Compromís de Joan Baldoví y el CHA de José Luis Soro obtuvieron en las regionales casi 350.000 y 33.500 respectivamente, frente a 85.500 y 26.087 de los de Héctor Illueca y Maru Díaz por separado en los mismos territorios. Sobre esa base constituyen sus reclamaciones las fuerzas nacionalistas que conforman Sumar.

En Podemos niegan que los nombres en las listas sean el problema, y denuncia vetos de Más Madrid, Compromís y los comunes"

Internamente, desde la primera línea de Podemos, quitan hierro a cualquier valoración de petición o no de nombres cruciales para las candidaturas. Sobre todo, cuando aún no hay acuerdo a la vista. "Las listas no es algo que estén condicionando altamente las negociaciones, y no sabemos si llegaremos ahí. Primero es necesario alcanzar un acuerdo". Pero respecto al peso territorial para posicionarse en los puestos de salida, aclaran que no son "ingenuos", dado que no descartan "intereses" en desplazar las conversaciones a un escenario post 28-M. En un supuesto plano en el que sería "más fácil para unos y más difícil para otros". Aquí hay una clara referencia al fortalecimiento de propuestas como Más Madrid.

Desde capas inferiores del partido, conocedoras de los detalles de las negociaciones, coinciden en que "el problema no son los nombres". "No se trata de Montero o de Belarra. La dificultad es que [Sumar y sus integrantes] siguen en un escenario pre 28-M, y no se bajan de la burra. Siguen pidiendo como si ellos fueran la mitad más uno. Y así llevan desde el lunes pasado". Sin entrar en detalles aseguran que "es un problema sobre todo de actitud", de estimar que ese núcleo representa a la mayoría de la gente de izquierdas que no apoya al PSOE "cuando no lo son". Otras fuentes apoyan este argumento y suscriben que es el órgano de Díaz quien está vetando propuestas de Podemos: "hay gente fuera de Podemos que no apuesta por la unidad", dicen señalando a los comunes y Ada Colau, a Compromís y a Más Madrid.

Desde Sumar también se extralimitan a la hora de "dar detalles de las conversaciones", pero fuentes integradas en la confluencia de partidos aprecian que hay tiempo para lograr un pacto: "Somos optimistas". "Estamos intentando ser muy discretos y respetuosos en las conversaciones, precisamente para intentar que todo salga bien. Cada uno asumimos el rol que nos han dado los madrileños en las urnas", se limitan a expresar dentro del aparato, muy bunkerizado. Pero advierten cuando se le pregunta sobre los "vetos" que se estarían planteando: "si hay vetos, los está poniendo Podemos, que quiere que Montero vaya por Madrid". Se denota, por tanto, un cruce de acusaciones que radica en definitiva en los nombres y no tanto en los objetivos.

Está en juego "el estado de ánimo" del voto de izquierdas

En Podemos son conscientes del "coste" electoral para el espacio a la izquierda del PSOE de ir por separado. "Todas las encuestas insisten en que debemos ir juntos", recalcan fuentes moradas, que lo ven más como un golpe de efecto hacia el "estado de ánimo" para movilizar que como forma de aglutinar los votos de las dos grandes formaciones y sus siglas internas para hacer que tenga más valor. En los sondeos más recientes publicados, caso de el de 40dB para El País, se contempla que asociados la candidatura podría alcanzar los 41 escaños. De ir por separado, Sumar lograría 23 y Podemos dos. Otras demoscópicas que analizan un escenario sin acuerdo, dan a Sumar 25 y a los de Belarra entre dos y tres representantes.

A Sumar y a Podemos empieza a sobrevolar el temor de que un pacto in extremis como en producido en Andalucía para las elecciones autonómicas del año pasado perjudique a la candidatura. Los morados son conscientes de que de llegar a buen puerto, los puntos firmados deberán ser refrendados por las bases. "Tenemos que verlo, puede incluso hacerse después", afirman en Podemos.