Las organizaciones criminales que mueven la droga alrededor del mundo han cambiado en los últimos años. Si en los 90 y principios de los dos miles los clanes colombianos reinaban a uno y al otro lado del charco, en los últimos años la Policía Nacional ha detectado la irrupción en España de un nuevo grupo llegado de la antigua Yugoslavia: la mafia albanesa, o el clan de los Balcanes.

Compuesto por distintos grupos homogéneos, esta organización criminal está llevando a otro nivel el narcotráfico. La organización se asemeja más a una "cooperativa", donde cada uno aporta lo que tiene, que a los capos de Colombia, donde brillaban nombres ilustres. No se contentan con recibir contenedores llenos de bloques blancos y distribuirlos por toda Europa. Ahora los investigadores han comprobado que se trasladan hasta el lugar de origen para supervisar la producción en los laboratorios clandestinos. Prueba de ello es que en algunos navíos que llegan a costas españolas han encontrado a tripulantes de esta nacionalidad.

Los agentes que luchan contra el tráfico de estupefacientes lo tienen claro: son muchos y peligrosos. Cada vez detectan más su presencia en las operaciones que llevan a cabo. Y en todas les incautan armas. "Por ahora no disparan contra la Policía cuando los pillamos", señala un alto mando de la UDYCO, la unidad central que persigue e investiga estos delitos.

Hasta 100.000 euros por kilo

Son muchos, están coordinados y buscan llenar Europa de cocaína. Aunque poco a poco van abriendo nuevos mercados en todo el mundo. Sudáfrica, Asia o Australia están ahora en su punto de mira. Este último país es especialmente goloso, ya que se llega a pagar hasta 100.000 euros por un kilo de cocaína.

Los mandos policiales destacan que "hay más droga que nunca" en la calle. El envío "funciona como un mercado", y en las fechas cercanas a fiestas y vacaciones se intensifica. La sobreproducción de cocaína, en parte derivada a la prohibición de las sustancias químicas con las que se fumigan las plantaciones en Colombia, a llevado a que el kilo de farlopa en España baje de los históricos 33.000 euros en los que parecía que estaba fijo a los 18.000 actuales.

Según las fuentes consultadas, la mafia albanesa siempre apuesta a lo grande. No mueven menos de tres toneladas de cocaína, y para ello emplean complejos entramados empresariales con los que "contaminan" un contenedor entre los miles que llevan mercancía lícita de un lado del Atlántico al otro. La Policía Nacional ha dado cuenta de ello esta última semana.

Operaciones en La Coruña y Valencia

En dos operaciones, una en Galicia y otra en Valencia, se han incautado 11 toneladas de cocaína, con 7,5 en el primer caso y 3,5 en el segundo. La aprensión gallega es la mayor de la historia en una sola vez en el territorio, superando a cuando los clanes autóctonos gobernaban sus costas. En Galicia se detuvieron a cinco personas y en la Comunidad Valenciana a 15, entre ellos el cabecilla del grupo.

En el caso de Galicia, los investigadores identificaron una red empresarial creada por la organización para enviar grandes partidas de cocaína hasta La Coruña. Esta empresa se dedicaba al comercio al por mayor de pescado y marisco congelado, pero también a la compra venta de inmuebles.

Casi en paralelo, cuatro contenedores llegaron a principios de noviembre al puerto de Valencia de lo sque uno de ellos la Policía tenía sospechas de que podía ocultar droga. Durante casi 30 días los contenedores no fueron movidos y pasado ese periodo llegaron a pensar que los mismos habían sido abandonados.

Sin embargo a finales de ese mes, la organización cambió de forma repentina la empresa destinataria de la mercancía, que solicitó la entrega de los cuatro contenedores a finales de noviembre, siendo su administrador una persona conocida por los investigadores, ya que curiosamente días antes había sido detenido en el marco de otra operación antidroga.

Lejos de frustrar la operación, el primero de los contenedores del lote salió del puerto de Valencia y fue desplazado hasta un descampado. Al día siguiente se despacharon los restantes contenedores hasta una nave de un polígono industrial de la localidad valenciana de Xirivella, al que finalmente también fue trasladado el primer contenedor.