Lo que era "inimaginable" para muchos dirigentes sucedió. José Luis Ábalos, exsecretario de Organización del PSOE, exministro de Transportes, desobedece la orden de la dirección de su partido y se queda con su escaño de diputado en el Congreso. El plazo de 24 horas que le dio Ferraz para que renunciara a su acta por su "responsabilidad política" en el caso Koldo vencía este martes a mediodía y él lo desbordó, llevando la tensión al máximo, y optó por la solución más comprometida para el PSOE y para el propio Pedro Sánchez: la de atrincherarse. La de continuar como parlamentario y pasar al Grupo Mixto porque quiere defender su "honorabilidad" desde la Cámara baja, porque no puede acabar su vida política como un "corrupto" cuando es "inocente", porque no puede ni quiere claudicar. "No puedo rendirme. Si yo renunciara en este momento se interpretaría como un signo de culpabilidad que no asumo y solo provocaría mi estigmatización, no solo política, sino personal. Sé lo que es ser un apestado político", se defendió. El hombre que lo había sido casi todo en su partido, el que había conducido las riendas del aparato federal durante cuatro años, pone punto y aparte en su vida pública del lado del PSOE desafiando gravemente al presidente del Gobierno y rompiendo con su formación. Un divorcio absolutamente traumático que es una dificultad extra para un Ejecutivo que, en sus primeros cien días de vida, no ha dejado de tropezar con obstáculos.

Ábalos se hizo de rogar. Teóricamente, el ultimátum expiraba sobre las 11.15 de la mañana de este 27 de febrero —aunque Ferraz realmente ponía como tope las 15 horas, antes del arranque del pleno en la Cámara baja—, y casi una hora antes el secretario de Organización, Santos Cerdán, señalaba a los medios que había hablado con él y que le adelantó que lanzaría un comunicado explicando su decisión. Decisión que no le había comunicado a él mismo. Una mala señal. Pero pasaron las 11.15, pasaron las 12 horas. Y el comunicado no llegaba, para desesperación de su partido, que ya daba por hecho a esas alturas que su exsecretario de Organización se quedaba con su acta. No hubo al final nota suya, sino comparecencia en la sala de prensa del Congreso pasadas las 14.30 horas en la que dio a conocer su decisión. Su decisión de quedarse en su escaño por falta de "compañerismo", porque siente que debe seguir adelante, aun sin el apoyo de los suyos. Una larga declaración sin preguntas, de unos 20 minutos, que fue contestada de inmediato por Ferraz, que le abrió expediente disciplinario y le suspendió cautelarmente de militancia por falta "muy grave". Ábalos, por tanto, ya está fuera de su grupo y tiene un pie fuera del partido después de más de 40 años de militancia.

No puedo acabar mi carrera como un corrupto cuando soy inocente. Defender mi honor desde el Grupo Mixto me permitirá seguir defendiendo mis ideas con libertad de criterio", advierte Ábalos

El propio exministro de Transportes reconoció que había tomado una decisión "muy dura y muy difícil" y que no atiende "exclusivamente a motivaciones de índole personal", sino por la necesidad de defenderse y de "restituir" su "honor como diputado y como persona". "Rendir un tributo a la derecha, como creo que hace la dirección política de mi partido, no impedir que la derecha siga con su cacería más allá de mi persona. No puedo acabar mi carrera como un corrupto cuando soy inocente. Defender mi honor desde el Grupo Mixto me permitirá seguir defendiendo mis ideas con libertad de criterio", justificó, lanzando una advertencia a su hasta ahora partido. "Y ojalá también asistir al final de esta partida obligando a que quienes ahora pretenden echarme a la calle tengan que mirarme a la cara a mí y a muchos compañeros del partido que me animan a seguir adelante", señaló en un mensaje de claro desafío a Sánchez, al que no citó en ningún momento de su intervención. "Nunca me hubiera imaginado fuera de estas siglas a las que he entregado mi vida desde muy joven, pero nunca hubiera emprendido tampoco el camino de la militancia, hace ya muchos años, regateando la determinación a mis convicciones", insistió.

Ábalos retiene su acta porque considera, por tanto, que su partido está siendo injusto con él. Porque no está "acusado de nada", ni forma parte de la "investigación en curso", ni se ha enriquecido ilícitamente. Ni siquiera siente la necesidad de invocar la presunción de inocencia porque no está "encausado". Hasta dudó del recorrido judicial de las acusaciones que pesan sobre su exasesor, Koldo García: "Habrá que ver también si el enriquecimiento es causa de lo que estamos hablando [cobro de mordidas a cambio de contratos] o de otras cuestiones. Lo ignoro, pero la investigación lo determinará". Entiende el exsecretario de Organización, en fin, que ser "exigentes" en la lucha contra la corrupción implica no actuar "por espasmos", como cree que hace Ferraz. Supone, en su opinión, aplicar "proporcionalidad", "ecuanimidad", "objetividad" y "contundencia". Pero la justicia, subraya, es "opuesta al justicialismo y a actuar al dictado de tus adversarios políticos" que no piensan en combatir la corrupción, sino en tumbar al Gobierno "por cualquier medio". En definitiva, está convencido de que dar su cabeza solo sirve para dar alas a la derecha, que "nunca" va a reconocer la "legitimidad democrática" del Ejecutivo de Sánchez.

Acusa a la cúpula de actuar por "espasmos", de ser injusta con él, de haberle abandonado, de no haber aceptado una salida negociada, como él demandaba

Su propósito es, pues, defender su "reputación como diputado hasta las últimas consecuencias". Y le gustaría hacerlo con el "respaldo" de la dirección de su partido. "Hubiera sido lo correcto, y lo que hubiera satisfecho más a la militancia" socialista. Era otro más de los múltiples reproches que hacía a Ferraz por haberle abandonado. Ábalos no podía ni quería esconder su irritación con la cúpula, su indignación por el hecho de que no le hubieran cuidado habiendo sido él quien trenzó la moción de censura contra Mariano Rajoy en 2018 y encumbró a Sánchez a la Moncloa, quien sirvió al país como ministro de Transportes y quien ayudó al PSOE como secretario de Organización en un momento "muy complejo" y "difícil" tras la batalla de las primarias de 2017. "Me hubiera gustado tener el beneficio del compañerismo, poder haber compartido una reflexión en beneficio de nuestras siglas y de la restitución del debate público por la senda del sosiego y de la ponderación. No ha sido así, no ha sido posible", se dolió.

"¿Cuál sería la reparación?"

Alegó que en los últimos días ha escuchado muchas voces, las de quienes le detestan, las de quienes le desprecian y las que le "quieren", que son "muchas". Y resolvió hacer caso a estas últimas personas porque se debe a ellas, porque son las que le han trasladado "con sinceridad y generosidad el ruego de que siga adelante en la lucha", el ruego de que no se "rinda" y se "defienda". Eso explica la decisión "más importante" de su vida política, "drástica", la de desoír a Ferraz y no entregar su acta y pasar al Mixto. El exministro interpreta que si renunciara a su escaño se leería como un "signo de culpabilidad" que no puede asumir, su "estigmatización". Y no está de acuerdo con el argumento del PSOE de que debe irse por responsabilidad política. "Quienes exigen mi dimisión apelan a una supuesta ética pero no tienen en cuenta cómo repararlo si hago un sacrificio público. ¿Cuál sería la reparación y quién se acordaría de repararlo?", se preguntó. Estaba evidenciando que buscaba negociar una salida y que Ferraz se negó. Ábalos, por tanto, quiere defenderse "a todos los niveles". Por sí mismo y para evitar que las estrategias de la derecha y de algunos medios "cobren fuerza y se instalen en la sociedad y arrollen ciertas posiciones acomplejadas de la izquierda".

Se queja de que Ferraz no le garantiza una rehabilitación: "Quienes exigen mi dimisión apelan a una supuesta ética pero no tienen en cuenta cómo repararlo si hago un sacrificio público. ¿Cuál sería la reparación?"

Ahora comienza un camino muy solo y muy duro, asumió. "Siento que me enfrento a todo. Vengo solo en mi coche. No tengo secretaria, no tengo a nadie detrás ni al lado. Me enfrento a todo el poder político, de una parte y de otra, y lo tengo que hacer solo", sentenció con amargura y recordando el discurso épico de Sánchez cuando dejó su escaño tras ser defenestrado por el partido y preparó la guerra de las primarias a finales de 2016.

Ábalos incluso se molestó por el hecho de que se haya "filtrado" que tiene una "situación personal compleja", cuando es "tan compleja como la de cualquier ciudadano". No se va por seguir cobrando un salario, porque "igual" le hubiera "ido mejor" renunciando a su acta. "No es ese el problema". Simplemente es que para llevar adelante su "no rendición", su defensa de la "honorabilidad", precisa de una "tribuna pública como esta": el Congreso.

El dolor y la incomodidad pintaban el rostro serio y ojeroso de Ábalos. Y al final también le llegó la emoción, cuando mostró a sus hasta compañeros de grupo, a los "magníficos diputados y diputadas socialistas", su "afecto, reconocimiento, gratitud, compromiso, entrega y trabajo". Ahora el exministro, el exsecretario de Organización del PSOE emprende una durísima travesía en el desierto. Sin apoyos internos, sin carné de su partido probablemente muy pronto. Pero con su escaño.