La sensación de indefensión y soledad que los habitantes de la 'zona cero' de la DANA percibieron en los días posteriores a la catástrofe se mantiene un mes después. Miran con escepticismo cualquier promesa de ayuda. Tal y como relata a El Independiente Damián, un vecino de Paiporta de 22 años, siguen siendo los voluntarios los que mantienen el ánimo y los que proporcionan a los vecinos recursos de primera necesidad. "Dan ganas de llorar solo de pensarlo", cuenta.

En esta localidad, los niños todavía no han vuelto al colegio. El lunes, las alcaldesas socialistas de Catarroja, Paiporta y Benetússer, tres de los municipios más afectados por la DANA, calificaron como “inaceptable” la demora en las actuaciones por “falta de coordinación”. En un comunicado conjunto, denunciaron que “los lodos siguen llenando calles y garajes, los centros educativos siguen sin reabrirse, las infraestructuras municipales están destruidas y los problemas se acumulan sin que los responsables de la Emergencia den soluciones”, una situación que Damián confirma a este periódico. "Sólo nos ha llegado la ayuda de Juan Roig. El perito del coche no se ha puesto en contacto con nosotros. Hace dos días vino la de la casa, pero aún no hemos recibido ayudas. Las otras ayudas las hemos pedido pero no han llegado", narra.

Paiporta, además de ser uno de los municipios más afectados, ha sido también el que ha acaparado el centro de atención mediático. Allí, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el presidente de la Generalidad Valenciana, Carlos Mazón, y los reyes de España, Felipe VI y Letizia, fueron recibidos entre gritos, barro e indignación, y donde la ministra de Defensa, Margarita Robles, protagonizó el pasado fin de semana un encontronazo con unos vecinos en un garaje, que siguen llenos de barro y de coches aún por sacar. Las calles, al menos, ya han sido despejadas. "Se pusieron una noche con las máquinas y lo quitaron todo", explica Damián.

"Hay abierto un Consum para poder comprar. Hay muy pocos comercios abiertos, y con todo sucio". En su caso particular, el negocio de su padre, una peluquería, reabrirá a comienzos de 2025. "Nos van a dar material, es una locura lo que se está volcando la gente". Sin embargo, muchos de sus vecinos no harán lo propio con sus comercios. "Hay mucha gente que venderá el negocio y ya está. A lo mejor les quedan cinco o seis años para jubilarse y ya para eso no abren. La inversión es muy grande".