Podemos ha entrado en stand by parlamentario, en modo reposo. Sus pronunciamientos sobre la legislatura son contundentes, "está muerta", viene recalcando su secretaria general, Ione Belarra, y la primera fila del partido en diferentes ocasiones en las últimas semanas tras el escándalo de Santos Cerdán que ya lo ha llevado a prisión provisional. Sin embargo, los morados renuncian a 'moverse' para solventarlo, tampoco a pedir expresamente elecciones generales pese a que internamente creen que es la solución para evitar un golpe significativo de la izquierda en las urnas.
La imagen trasladada por Podemos es una apuesta clara en el Congreso por vetarlo todo permanentemente. Tanto a izquierdas como a derechas. Ello, mientras de puertas para afuera siguen empeñados a reflotar la marca y presentarse como única alternativa ciudadana: al PSOE, al PP y al resto de socios potenciales de la izquierda. Se quiere seguir trabajando en la candidatura de Irene Montero a las próximas generales, cuando lleguen.
La última negativa pública de Podemos se la dio Belarra al PP este martes en la Cámara Baja. Aunque era conocida la posición del partido, la navarra dejó claro a los populares, que quieren abrir una ronda de contactos con los socios del Ejecutivo, que sus cuatro escaños no se usarán para una moción de censura a Pedro Sánchez. No quieren colaborar con "el partido más corrupto de Europa", el "Partido Podrido", lanzó Belarra, rechazando cualquier contacto con Miguel Tellado. En Podemos creen que el PP no puede ser la herramienta contra la corrupción cuando ésta, afirman, es propia de los dos brazos del bipartidismo.
Podemos también dice que no a una cuestión de confianza, al no considerarla como solución dado que Sánchez "es parte del problema", de una dinámica que viene produciéndose desde 2018, nada más tomar el poder, con la permisividad, la omisión o el desconocimiento del presidente del Gobierno sobre lo que hacían Cerdán, José Luis Ábalos o Koldo García. "En el PSOE son responsables de una forma u otra", sentencian fuentes estatales de Podemos, que no se posicionan, en todo caso, sobre si la votarían a favor o en contra. Esta posición contra el PSOE en general, incluye también la posibilidad de apoyar la investidura de un candidato alternativo de decidir Sánchez dar un paso atrás.
Podemos no quiere alinearse con el PP en opciones como la moción de censura, pero tampoco ve viable exigir herramientas que hagan caer al Gobierno y permita a sus rivales de espacio señalarles
Tampoco creen en Podemos que la comparecencia del socialista el próximo 9 de julio vaya a arreglar nada por esa misma justificación. "Ninguna medida" puede solucionarlo cuando "Sánchez es el problema". En esa posición de bloqueo permanente, también entra la omisión de cualquier negociación con el Gobierno de coalición. Se abre la puerta a votar favorablemente de cualquier asunto que llegue a pleno, pero siempre que favorezca a la ciudadanía y sin negociaciones previas con figuras como Félix Bolaños, el ministro de Justicia y de Relaciones con las Cortes.
La actitud de Podemos complica cualquier reimpulso de la legislatura como exige Sumar a Sánchez, sobre todo si lo que pueda pactarse en el seno del Gobierno es considerado como laxo por los morados. Cualquier votación que requiera mayoría simple se podría solventar con una abstención de los de Belarra que permitiría superar al bloque de la derecha en la oposición, pero ante reformas que requieran una mayoría absoluta y no gusten a Podemos, no habrá nada que hacer.
Pese a que desde la extensión del caso Koldo a figuras como el exministro Ábalos Podemos ha seguido sentándose con el Gobierno, la presunta implicación de Cerdán lo ha cambiado todo. Podemos, viene siendo muy díscolo con el PSOE desde que éste no pudo prorrogar el impuesto a las energéticas a finales de diciembre ni en enero por decreto ley ante la oposición de PNV y Junts. Pese a ello, Belarra sí quiso sentarse con Sánchez en Moncloa cuando éste convocó a los grupos para hablar sobre el plan de rearme. Allí Podemos le reiteró su rechazo al aumento al 2% del PIB este año en el gasto militar. En la última ronda de consultas impulsada por Sánchez para abordar la situación de la legislatura tras el informe de la UCO sobre Cerdán, llevó a Podemos a plantarlo junto al BNG.
Equidistancia para el rearme electoral
En resumidas cuentas, Podemos no quiere mojarse para evitar el menor coste electoral. A nivel estratégico, la presunta implicación de Cerdán permite doblar la presión en la izquierda y construir relato, pero al mismo tiempo Podemos no quiere alinearse en ninguno de los aspectos con partidos con el PP, lo que provocaría confusión en su electorado y aquel potencial que puede sumarse próximamente.
En Podemos saben que un apoyo a la moción de censura, pese a que el propósito sea constructivo por parte de Alberto Núñez Feijóo, para convocar elecciones, les puede pesar como una losa. También la propia petición electoral. Se les puede acusar por parte de la izquierda de abrir la puerta directa a un Gobierno de PP y Vox. No obstante, Podemos empieza a usar los mismos argumentos que los populares, en una especie de pinza contra el Gobierno. Lo ha hecho con el rearme, insistiendo en que lo que queda de la OTAN es que Sánchez ha firmado un 5% de inversión sobre el PIB para la próxima década, pero también con esas afirmaciones de que estamos en un fin de ciclo.
Esta posición ambigua le ha costado a Podemos diferencias con potenciales socios de futuro como Antonio Maíllo. El coordinador federal de IU afeó a los morados que se queden en el relato sin ir más allá, que den por muerta la legislatura sin incidir en cómo se pone solución a ese problema. Precisamente Podemos también dice 'no' —en estos momentos— a una alianza de izquierdas en Andalucía que suponga ir en igualdad de condiciones con otros partidos como Movimiento Sumar. Podemos se reivindica como eje troncal de una alternativa a lo vigente, y cree que sobre eso las alianzas terminarán "cayendo por su propio peso".
Socios como IU han pedido a Podemos claridad con lo que quieren. Maíllo no cree que se pueda sostener que la legislatura está acabada con el rechazo de pedir elecciones
"Las cosas que nosotros podemos decir no las puede decir nadie más", comentan fuentes del partido, que lo extienden a todos los ámbitos. Se ven en posición de fortaleza. Para la denuncia de la corrupción, para la denuncia del rearme y para considerar que, de estar en la posición de Sumar, ellos habrían salido desde hace tiempo del Gobierno. Entre los magentas, hay quien considera que esta posición de discordia permanente puede salir mal a Belarra e Irene Montero, dado que creen que dejan una imagen de electoralismo mientras que Sumar dicen estar dejándose la piel por que la legislatura carbure.
Con sus cuatro diputados, en Podemos creen que no tienen ninguna responsabilidad frente a la que puedan tener en Sumar, ERC o Junts, que sí son socios directos del PSOE, atribuyen. Los morados insisten en centrarse en reconectar con los votantes, con los temas que les preocupan, moverse en esa clave ideológica para impulsar y rearmar un proyecto fuerte en una realidad similar en algunos aspectos a 2011-2014, pero con nuevos retos políticos sobre el tablero como lo es Vox y sus socios internacionales.
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