"No sé si su posición es por los ingresos públicos que reciben o por la pederastia". Así se despachó este domingo el líder de Vox, Santiago Abascal, al ser preguntado sobre el comunicado de la Conferencia Episcopal (CEE) respecto a los acontecimientos de Jumilla. La prohibición de celebrar actos musulmanes en el polideportivo de la esta localidad murciana fue considerado por los obispos un ataque a la libertad religiosa que consagra nuestra Constitución. Y Abascal elevó, en el pódcast Bipartidismo Stream, el tono del enfrentamiento tras un rosario de controversias con la cúpula católica, a quien ve "amordazada" por Pedro Sánchez.

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Para empezar, Abascal acuñó aquello de "ciudadano Bergoglio", en referencia al Papa Francisco, a quien veía poco menos que como un infiltrado izquierdista en el trono de Pedro. Daba lo mismo que hablara de pobreza, de homosexualidad, de inmigración o de salario universal. El carácter eminentemente social del papado de Francisco I se le hizo bola a la ultraderecha nacional e internacional. Abascal le sugirió eso de "a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César". En definitiva, entendía que el Vaticano no estaba para las cosas terrenales.

Abascal tiene un rosario de reproches contra la Conferencia Episcopal

"Los políticos debemos hablar de cosas de la política y no sobre si hay que dar la comunión o no se debe dar. Yo respeto mucho la opinión del ciudadano Bergoglio, como las de cualquier otro ciudadano, pero no la comparto", dijo Abascal ante una de las propuestas del Papa. Lo cierto es que no llegó a extremos como los de su eurodiputado Hermann Tertsch, que calificó de "okupa" al argentino y de connivencia con las dictaduras iberoamericanas. Incluso, que no marcaría la 'x' de la Iglesia en su declaración de la Renta. Por su parte Jorge Buxadé invitó a los obispos a que "hagan examen de conciencia, eso es lo que hacemos los católicos antes de dormir. Que la hagan ellos también, que analicen y que piensen si están haciendo bien las cosas", dijo a Ok Diario.

Los de Abascal también se quejaron de que la Conferencia Episcopal les afeara su postura cuando propusieron en Castilla y León un protocolo para abortar que pasaba por hacer escuchar antes a la mujer el latido fetal. En concreto, el líder de Vox personalizó esas críticas en el secretario general de la CEE, Francisco César García Magán. Pero el vasco tampoco fue muy benevolente con el dirigente de Vox que lo propuso en enero del 23, entonces vicepresidente del Gobierno de Castilla y León, Juan García-Gallardo, al que acabaría decapitando políticamente hablando.

Tampoco les gustó a los voxistas el acuerdo Iglesia-Estado para la resignificación del Valle de Cuelgamuros. Ahí hizo Buxadé las declaraciones sobre el "examen de conciencia" del obispado tras calificar de "profanación" el proyecto. Dejaba traslucir cierto malestar por no haber sido informados del contenido de un acuerdo que, a fin de cuentas, pasa por la continuidad de la comunidad benedictina y el mantenimiento de la gran cruz que se distingue a kilómetros de distancia.

El CIS realizó en septiembre del año pasado un amplio estudio bajo el título "Tabulación por variables de creencias"

¿Esto le da o le quita votos a Vox? Pues en Bambú deben entender que es un daño controlado a pesar de que un punto arriba o abajo puede cambiar todo el panorama político. Pero a fin de cuentas hay más católicos que apoyan a Pedro Sánchez que a Vox, si damos por bueno, eso sí, los datos del CIS de José Félix Tezanos antes de cocina y sin, aparente, sesgo en la pregunta. Basta consultar el Barómetro de septiembre del año pasado en el que se incluía un amplio capítulo dedicado a la intención de voto y problemas más acuciantes para la población en función de la "religiosidad de la persona entrevistada".

Bajo el título "Tabulación por variables de creencias", el informe arrojaba que entre los católicos practicantes, un 33,7 por ciento se inclinaba por Alberto Núñez Feijóo; un 16 por Pedro Sánchez y apenas un 11 por ciento (en concreto el 10,8) por Santiago Abascal. Entre los que se declaran creyentes pero no acuden a la iglesia, los porcentajes eran muy parecidos entre PP y PSOE (23,5 frente a 22,5) y, en el caso de Vox, era del 11,9, cifra bastante exigua. Significa que entre los que se declaran católicos solo un 22,7 dicen votar a Vox.

Ojo, que otros estudios del CIS más antiguos (de 2019 y 2021) señalaban que los votantes de la ultraderecha estaban a la cabeza de los divorcios. Y hasta organizaciones ultracatólicas como Enraizados les reprocharon que en el programa con el que acudieron a las elecciones del 23-J no se manifestaran en contra del divorcio o el matrimonio homosexual. De hecho, tampoco hay ninguna mención específica a la Iglesia en ese programa.

Un 12,8 por ciento de los que profesan otras religiones, votan a Abascal

El instituto oficial sondea asimismo a aquellos que dicen profesar otra religión, aunque no se especifica cuál. Entre éstos, el 27,7 se inclina por el PSOE y sólo el 8,2 por el PP. Pero lo más llamativo es que el 12,8 lo hace por Vox, un partido de corte claramente islamófobo, por lo que es de suponer que en ese porcentaje habrá protestantes, judíos o hinduístas.

Mientras los principales dirigentes de Vox se declaran católicos, empezando por su líder, en cambio los votantes parecen más descreídos. Curioso en un partido que con motivo del acuerdo en Jumilla llega a hablar con mucha prosopopeya de "reconquista". Tanto en la moción de Jumilla como en la debatida y rechazada en el Congreso el pasado mes de junio, apelaban en todo momento a "nuestra identidad, cultura, usos, modos y costumbres" para evitar las expresiones, al menos públicas, de la fe musulmana.

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