No hubo que esperar este miércoles, como en tantas otras ocasiones, hasta el último minuto. No fue necesario que el Gobierno aguantara la respiración hasta el final para ver qué botón se atrevía a apretar Junts. Los posconvergentes habían confirmado el lunes, 48 horas antes, su no. Su negativa a retirar su enmienda de totalidad al proyecto de ley de reducción de la jornada laboral, su decisión de tumbar, junto a PP y Vox, una de las medidas estrella del Ejecutivo y de truncar por completo su camino parlamentario, impidiendo su debate. El primer golpe de este comienzo de curso, por tanto, se sabía amortizado antes de que arrancara un largo miércoles en el Congreso, pero la duda era obvia: hasta qué punto el portazo de los posconvergentes puede afectar al resto de materias objeto de negociación con el Ejecutivo. Sobre todo, los Presupuestos Generales del Estado de 2026, la teórica piedra angular sobre la que el Gabinete de Pedro Sánchez quiere sustentar el nuevo curso político.
Y la respuesta del Gobierno, aunque también (también teóricamente) la de la formación de Carles Puigdemont, es la misma: son vías distintas. Carriles diferenciados. El varapalo en la reducción de la jornada laboral —178 votos a favor de las enmiendas de totalidad de PP, Junts y Vox, por 170 en contra y ninguna abstención—, pues, no tiene por qué interponerse en las conversaciones para las cuentas del próximo año.
"No condiciona", señalaban fuentes del máximo nivel del Ejecutivo, en el negociado de la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, "no afecta". "Los Presupuestos van por su lado. A fin de cuentas, cada ministerio negocia lo suyo. Y nosotros hemos dejado que sea Yolanda Díaz la que administre la negociación de la reducción de la jornada", explicaron.
También la portavoz de los posconvergentes en el Congreso, Míriam Nogueras, había reconocido que las negociaciones no se mezclan. La de la rebaja de las 40 a las 37,5 horas semanales de trabajo es "una carpeta" distinta a la de los Presupuestos, apuntó el martes a los periodistas cuando justificó el mantenimiento de su enmienda de devolución al proyecto del Ministerio de Trabajo.
Pero todo es teórico porque, como advertían desde la cúpula parlamentaria socialista, "con Junts nunca se sabe", porque es un grupo que no suele atender a lógicas, porque rechaza que le encasillen como socio de investidura de Sánchez, porque no tiene reparos en votar con PP y Vox, como ocurrió este miércoles. Porque su máxima obsesión, recordaban en el Gobierno, es que se aplique la ley de amnistía a su líder, y eso no depende de los socialistas, sino de los tribunales, añaden.
También cabe cierta provisionalidad porque el Congreso vivió este miércoles un debate absolutamente inusual. Por primera vez el Ejecutivo se lanzó contra Junts. Con fuego a discreción. Lo hizo la propia vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, para mostrar su profunda irritación con los de Puigdemont. "Usted representa al capital —le dijo a Nogueras—. El Gobierno representa a las clases trabajadoras, de Cataluña y del resto de España. Usted se pone de quien hoy en España se está forrando. Por eso este debate es tan importante. ¿Sabe por qué? Porque tiene que ver con la democracia, con el reparto de la riqueza, la reducción de la desigualdad. Pero luego Díaz golpeó en el estómago de los posconvergentes. "Señora Nogueras: cree representar al independentismo catalán. Y no es verdad. Hoy ustedes representan los intereses de la patronal española en sus sectores más reaccionarios".
El "hilo rojo" que no muere
La titular de Trabajo, que se esperó a defender su proyecto de ley al final del debate, tras haber escuchado a los grupos, recuperó para el pleno su versión más mitinera, su discurso más encendido. Acusó a Junts de defender los intereses "no de los autónomos o del carnicero, sino de Mercadona y de las grandes empresas catalanas y españolas". "Las tres derechas", subrayó, homologando a PP, Junts y Vox, "impedirán tramitar una ley importante, pero no van a conseguir el objetivo que tenían. Han venido a destruir la esperanza de millones de personas en este país [...], pero no lo van a conseguir, no les vamos a dejar. Esto que hacen hoy no es nuevo: cada vez que la clase trabajadora ha querido avanzar siempre se han puesto enfrente. La historia de la clase trabajadora no empieza hoy, es un hilo rojo que atraviesa diversas generaciones. El hilo rojo no se ha roto, en absoluto, lo sostienen sindicatos, millones de trabajadores que exigen tiempo para vivir. Y ustedes, frente a ese hilo que une pasado, presente y futuro, señorías de las derechas, ofrecen bloqueo, miedo, obediencia a la patronal y bastante odio. Pero la historia siempre avanza, siempre. Y por eso les digo que este hilo seguirá cosiendo victorias y volverá a pasar encima de quienes con sus votos quieren detenerlo".
Díaz, al igual que han venido haciendo los socialistas en los últimos días, se apuntó la victoria moral del debate de este miércoles, pese al serio revés al Gobierno: "Perdemos una votación, pero la reducción de la jornada está ganada en la calle. Es imposible situarse en contra de 12,5 millones de personas trabajadoras".
El duro discurso de la vicepresidenta segunda en tribuna fue aplaudido por su grupo y por los ministros de Sumar puestos en pie, y también respaldado con aplausos por los diputados socialistas y por el único ministro del partido de Pedro Sánchez sentado en ese momento en la bancada azul, el titular de la Presidencia, Justicia y las Cortes, Félix Bolaños. Díaz había expresado ante todos los que muchos pensaban y piensan sobre Junts, pero que nunca dicen en público. Y fue eso lo que preocupó y no acabó de gustar a la cúpula socialista. El tono y el contenido del discurso había sido "cosa suya, de Yolanda", advertía un miembro del Gabinete.
Las palabras de Díaz abrieron un pequeño turno de réplica de los portavoces. "No hace otra cosa que mentir", espetó Nogueras a la vicepresidenta segunda, recriminándole que actuara "como si tuviera una mayoría que no tiene" y emplazándole a hablar "con rigor y respeto de Cataluña, su tejido productivo y su clase trabajadora". La responsable de Trabajo intervino después una segunda vez. Con un tono muy distinto. Y un mensaje muy distinto. Totalmente conciliador. "Señora Nogueras, le agradezco la predisposición al diálogo —le cumplimentó—. Me va a encontrar siempre dialogando, de día, de noche, o cuando sea necesario, para defender la vida de la gente trabajadora de este país, los autónomos y las pequeñas y medianas empresas. El trabajo está avanzado. Empecemos mañana. Es el camino que debemos seguir".
En la Moncloa reconocían que el primer turno de Díaz respondía al "enfado" profundo que siente por ver tumbada una reforma que cree que cuenta con el consenso social y que, a fin de cuentas, solo resta media hora de trabajo al día a los trabajadores. "Pero creemos que con Junts es mejor no romper puentes. Yo me quedo con la segunda intervención de Yolanda, donde les ha trasladado que les tiende la mano al diálogo y eso me reconforta. Hay que seguir trabajando porque realmente se puede conseguir un acuerdo", observaba un miembro del núcleo duro de Sánchez.
Lo siguiente, la senda de estabilidad
En el ala socialista del Gobierno no ocultaban, sin embargo, su preocupación por el impacto de la intervención de la vicepresidenta segunda. Por el encaje de Junts cuando están pendientes varias negociaciones importantes. La de Presupuestos, por descontado, pero también la llamada ley Bolaños, la que transforma el sistema de acceso a la carrera judicial y fiscal, que ha soliviantado a parte de la carrera y a la que los posconvergentes siguen poniendo trabas porque reclaman un Consejo de Justicia autonómico y la supresión de la Audiencia Nacional, exigencias a las que el ministro se niega rotundamente hasta ahora. A última hora de la noche, en el Ejecutivo mantenían que la carpeta de la reducción de la jornada no interfiere en el resto. "Pero cualquier excusa les vale" a los posconvergentes para marcar distancias, agregaban.
Por el momento, no hay avances en la tramitación de los PGE. El primer paso será la aprobación de la senda de estabilidad. Hacienda tiene que hacer una propuesta, convocar al Consejo de Política Fiscal y Financiera —cita que será "pronto", y para hablar de esto, "y no de la financiación autonómica"—, y llevar esos objetivos de estabilidad y el techo de gasto primero al Consejo de Ministros y luego a Congreso y Senado. ¿Cuándo? Montero, indicaban en su entorno este miércoles, confía en que sea "pronto", pero no se pone fechas. La ministra prevé llevar la senda a la Cámara "cuanto antes, preferiblemente con acuerdo", pero sin él también llegará, porque está obligada a presentarla. El proyecto de ley aterrizaría después en el Congreso.
Junts exige que, para hablar de los PGE, se cumpla con el déficit inversor que, a su juicio, sufre Cataluña. Y ERC pone por delante avances en la financiación singular catalana. Los republicanos aún no han registrado su proposición de ley de cesión íntegra del IRPF por razones técnicas, esgrimen, pero advierten de que debe ser aceptada para que Sánchez y el president, Salvador Illa, puedan pensar en disponer de nuevas cuentas en el conjunto de España y en Cataluña. Hacienda, por ahora, considera inasumible la propuesta de ERC. Podemos, por su parte, sigue demandando la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel, una rebaja del 40% de los alquileres y revertir todo aumento del gasto militar. Condiciones, las de los tres grupos, que el Gobierno considera de máximos. Pero a la negociación le queda un largo camino.
Pero, ¿y qué sucederá con la rebaja de jornada? Por lo pronto, Trabajo, prometió Díaz, va a desarrollar y aprobar por real decreto —sin necesidad de convalidación por el Congreso, por tanto— la "pieza estrella" de la norma tumbada este miércoles, que es "un registro digital que sirva para el control horario", que permita conocer a la Inspección de Trabajo "en tiempo real" si los trabajadores cumplen con su horario, lo que supondrá una "garantía para que la jornada se cumpla".
Pero lo mollar, el recorte de la jornada de 40 a 37,5 horas semanales, se volverá a intentar. Desde Sumar creen que caben distintas posibilidades: comenzar la negociación desde cero, convocando la mesa de diálogo social, para intentar sumar a la CEOE (y en ese caso el PP tendría difícil oponerse), o bien retocar el texto planteado hasta ahora para incorporar los cambios que puedan convencer a Junts... Todo está por decidir. En la Moncloa creen que no volverá "pronto" al Congreso el proyecto de ley por segunda vez. Entienden que es conveniente esperar. "Debería entrar cuando haya agua", cuando haya acuerdo y tenga mayoría, "pero hay que escuchar a Yolanda, que es la que sabe cómo está la negociación", indican fuentes muy cercanas al presidente.
La primera semana de curso en la Cámara baja terminó con suspenso para el Gobierno. Y en una de sus medidas más preciadas. Sí logró la convalidación de su decreto ley de permisos retribuidos el martes —solo se abstuvo Vox—, pero esa clara victoria parecía lucir menos que el severo castigo infligido este miércoles por Junts. Un no que abre dudas de cara al futuro, aunque el Ejecutivo sigue confiando en que no enturbie la negociación presupuestaria más de la cuenta.
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