Yolanda Díaz sorprendió en la tribuna. Podía haberse limitado el miércoles, en su defensa de su proyecto de ley de reducción de la jornada laboral a 37,5 horas, a una faena de aliño en la que sobre todo responsabilizara al PP por su no. Era lo esperable, lo que hasta ahora había hecho siempre la coalición cada vez que Junts unía sus votos a los de los populares y la ultraderecha. Nada de tocar más de un pelo a los posconvergentes, nada de ir al choque, nada de cruzar ninguna raya. Mejor cargar la culpa sobre los hombros del PP, el partido líder de la oposición pero con el que los puentes están rotos, y desde hace mucho tiempo. Pero la vicepresidenta segunda siguió una estrategia muy distinta. Propia. La de ir al choque con los posconvergentes, visibilizar su profundo enfado con ellos por impedir el debate de una medida que beneficiaría a 12,5 millones de trabajadores, meterles en el pack de "las tres derechas", asociarles al ala "más reaccionaria" de la "patronal española". La titular de Trabajo golpeó al estómago de la portavoz independentista catalana, Míriam Nogueras. Sin complejos.
Algo que nunca había hecho públicamente el PSOE. Y, de hecho, esa primera intervención de Díaz, vehemente y dura contra Junts, no convenció al núcleo duro de Pedro Sánchez. Por lo que pudiera pasar. Porque conviene "no romper puentes", decían.
Pero, pasadas las primeras horas desde el pleno del miércoles, los socialistas creen que las piezas siguen en su sitio. Que, como esperaban, y pese a la tormenta por el recorte de jornada, cada negociación con Junts tiene su espacio y su carril y una no contamina a la otra. Y que, por tanto, el diálogo sobre la ley de mayor peso que el Gobierno tiene en cartera, la de los Presupuestos Generales del Estado de 2026, no está amenazado. Otra cosa es que finalmente las conversaciones concluyan sin acuerdo, pero esa opción, más que probable, siempre estuvo ahí.
"Lo de Yolanda del miércoles no afecta a la relación del PSOE y Junts", sostienen con rotundidad en el círculo del presidente, Pedro Sánchez. Las mismas fuentes indican que no ha hecho falta reconfirmar que las aguas siguen tranquilas —aunque la formación de Carles Puigdemont rehúye la etiqueta de socio de investidura— después del pleno. "Es que no hace falta. Yolanda no es el PSOE", resumen.
La misma sensación comparten en Sumar. "Lo que ocurrió ayer [por este miércoles] no implica que se compliquen otras negociaciones. Ni la de Presupuestos, ni la ley Bolaños, ni las que sean", señalan por su parte desde el entorno de Díaz.
Pero, entonces, ¿por qué la vicepresidenta segunda se saltó el código interno de la coalición que reza que hay que intentar no desairar públicamente a Junts? Ella fue muy elocuente en su primera intervención ante la Cámara baja. "Usted representa al capital. Usted no se pone del lado del trabajador y trabajadora catalana, ni del autónomo catalán. Usted se pone de quien hoy en España y en Cataluña se está forrando
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