El presidente del Gobierno no cambia su estrategia respecto a Junts. Nada de subir el tono ni entrar al trapo de los "insultos" de los posconvergentes. Postura zen y apelación al diálogo. Porque el "bloqueo" que proclama la formación de Carles Puigdemont, la parálisis legislativa total, "no conduce a nada" y no ayuda tampoco a los ciudadanos de Cataluña. Y sobre todo porque la alternativa no es quizá la más conveniente para un partido independentista: sería un Ejecutivo de PP-Vox en caso de que se atreviera a respaldar una moción de censura.

Buena parte de la atención en la comparecencia de Pedro Sánchez de este miércoles estaba volcada no solo en el duelo con Alberto Núñez Feijóo, sino también en la puesta en escena de la ruptura anunciada por Junts. La portavoz separatista, Míriam Nogueras, le llamó "cínico" e "hipócrita" por endosarles la responsabilidad del divorcio. "Esta relación se ha acabado", sentenció.

"Quien bloquea las leyes es usted", le culpó, después de que el presidente, en su primera intervención, advirtiera de que no hay motivos para rechazar iniciativas como la de protección de los menores en entornos digitales, la de familias o la de universalidad de la sanidad pública. Sánchez, en su réplica, explicó que si no se ha avanzado más en la tramitación de esas y otras leyes es porque "no se ha llegado a un acuerdo" con Junts, y porque hay que "encajar" la voluntad del resto de grupos que conforman el bloque de investidura. "No tiene nada que ver con la falta de voluntad del Gobierno, la tenemos total porque queremos cumplir con todos los acuerdos", también con el suscrito con Junts en Bruselas.

Mi grupo necesita sus votos, como los de otras formaciones, pero su grupo necesita nuestros votos, también los necesita", subraya Sánchez, que incide en que su partido no "bloquea" leyes, pero ha de "encajar" la voluntad de todos los grupos

Sánchez admitió lo obvio: que la aritmética parlamentaria es la que es, y con ella hay que convivir, a nadie "le fascina". "Mi grupo necesita sus votos, como los de otras formaciones, pero su grupo necesita nuestros votos, también los necesita. ¿O va a negociar con quien desprecia la identidad de Cataluña y aspira a destruir su autogobierno?". El presidente buscaba meter el dedo en la llaga: la alternativa es una alianza de PP-Vox que puede ser más lesiva para Cataluña. Solo hay dos opciones: "El bloqueo que no conduce a nada" o "el entendimiento que puede llevar a más prosperidad a Cataluña".

El Gobierno, pues, se dispone a "negociar" para cumplir con sus compromisos, también con los contraídos con Junts. "Estamos en ello y vamos a esforzarnos aún más para alcanzarlo". ¿En qué cuestiones? Citó varias: el endurecimiento de los castigos para los delincuentes multirreincidentes, la publicación de las balanzas fiscales, la ejecución de los Presupuestos pendientes, la "mayor presencia de Cataluña en las organizaciones internacionales" o la "normalización política con aplicación efectiva de la ley de amnistía". Y en lo que dependa de otros el cumplimiento de los acuerdos, el Ejecutivo "está trabajando" para que se cumpla.

Ruega a Junts que no le ataque porque él no ha "insultado nunca" a su grupo ni a su portavoz. Insiste en que trabajará para que se cumplan los compromisos que no dependen del PSOE

Sánchez, no obstante, sí lanzó dos mensajes a Junts y en concreto a su portavoz, Míriam Nogueras. Uno, que deje de erigirse en "la voz de Cataluña" porque el primer partido de la comunidad es el PSC —"y algo tendremos que decir nosotros"—. Y dos, que deje de atacarle: "Yo nunca he insultado a su grupo ni a usted, ruego que no lo haga conmigo".

"Abascal le dejaría de copiloto"

Antes que a Nogueras, Sánchez respondió a Feijóo y al líder de Vox, Santiago Abascal, con tono muy duro, concentrando en su réplica varios mítines de campaña. Porque descargó primero contra el jefe del PP por su intervención "vacía" y por haber adelantado que de la vicepresidencia primera de su Gobierno colgarían las políticas de vivienda, algo que despertó la mofa del PSOE porque entonces supondría que recaería en Vox. Sánchez dio una vuelta más, burlándose: "Si es una vicepresidencia, será para usted, porque Vox les adelanta en las encuestas y a usted les dejaría de copiloto".

Alega que ya ha dado "cumplida cuenta" de los casos de corrupción y deben ser "dirimidos en los tribunales". "Este es el Gobierno más limpio de la democracia junto al del presidente Zapatero"

Pero el presidente, sobre todo, volvió a cargar duramente contra los gobiernos autonómicos del PP, apoyados por la ultraderecha. Ese era el eje del pleno de este miércoles, donde quería conducir el debate, y no en la corrupción, porque considera que ya ha dado "cumplida cuenta" de ello y los casos abiertos "deben ser dirimidos en los tribunales". "Este es el Gobierno más limpio de la democracia junto al del presidente José Luis Rodríguez Zapatero", aseguró, para recordar las "tres sentencias condenatorias" contra el PP y sus "30 causas de corrupción" abiertas.

Los recortes y la privatización de los servicios públicos suponen la "corrupción moral", la plantilla que usaron, subrayó, José María Aznar y Mariano Rajoy y que ahora imitan las comunidades que dirigen. En esta ocasión, se centró primero en la Comunidad Valenciana. En la gestión de Carlos Mazón, antes y después del "desastre" de la dana. "Ustedes mintieron, y no dejaron de mentir durante un año", le reprochó, afeándole también su respaldo inequívoco al president valenciano durante todo este tiempo. "Miente siempre. Pero le voy a decir la verdad: convoque elecciones [en la Comunitat Valenciana] y no pacte con los negacionistas de Vox. Usted es corresponsable y ha preferido taparlo. Hace algo parecido en el resto de territorios que gobierna su partido", le espetó.

Sánchez se empleó en Andalucía, en el "mayor escándalo sanitario de nuestro país en décadas", los errores en los cribados del cáncer de mama. "Han fallado en la gestión, en humanidad y en decencia. Han puesto en riesgo la vida de las mujeres. Y Feijóo mira para otro lado, como si [Juanma] Moreno no fuera de su partido, y ha salido al rescate de sus barones", "tapando" los recortes planteando medidas que "ya existen", como la actualización de las pensiones.

El presidente carga con dureza contra Mazón y su gestión de la dana, contra los ejecutivos del PP en Castilla y León, Extremadura... y Madrid, donde "el clan Ayuso-Quirón se forra a costa de todos"

El presidente también se detuvo en Castilla y León (por la gestión de los incendios), en Extremadura —ambas irán a elecciones en los próximos meses—, en Galicia... y en Madrid, donde "el clan Ayuso-Quirón se forra a costa de todos". "¿Y qué hace Feijóo? Callarse, mirar para otro lado, no vaya a sucederle como con el señor Pablo Casado". La acusación al jefe del PP por tancredismo era repetida. Por eso y por ser "el mayor aliado de la ultraderecha en Europa".

La réplica dejó algunas consideraciones relevantes en el pleno. Sánchez dejó ver que no le gustaron nada las críticas que le dirigió la portavoz de Sumar, Verónica Martínez Barbero, sobre todo en materia de vivienda. "Este juego de parecer que no se está en el Gobierno pero se está en el Gobierno no funciona muy bien", le reprochó. El socio menor de la coalición puede "criticar" al Ejecutivo y a todos los departamentos si lo quiere, pero se preguntó qué pasaría si el PSOE hiciera lo mismo con los ministros de Sumar. Pero no lo hará: "Tenemos claro el interés general y el propósito de este Gobierno de coalición progresista", remató. En la bancada azul no estuvo sentada en toda la jornada la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, de viaje oficial en EEUU.

También el presidente se refirió al rey emérito y a su libro Reconciliación, publicado ya en Francia y que llegará a España en diciembre. Fue Ione Belarra, la líder de Podemos, la que lo sacó a relucir, destacando las palabras hasta de "cierta ternura" que Juan Carlos I dirige a Francisco Franco. A Sánchez le resulta "particularmente doloroso" que el padre del monarca "haga loas al dictador" cuando en España "hay familias que todavía buscan los restos de sus familiares en las cunetas". Una crítica que fue objeto de reproche de Feijóo: le recriminó que utilice la tribuna para "censurar a un jefe del Estado", algo que "no ha hecho jamás ningún presidente democrático de nuestro país".