Dentro de poco, sonará a tópico. Utilizar La perla para definir también a ciertos políticos. Aquellos, que como dice Rosalía en uno de los temas centrales de Lux, son "encantadores", "estrellas de la sinrazón", "un espejismo, medalla olímpica de oro al más cabrón".

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Tienes el podio de la gran desilusión
La decepción local
Rompecorazones nacional
Un terrorista emocional
El mayor desastre mundial
Es una perla, nadie se fía
Es una perla, una de mucho cuidao

Perla, como poco, es ya para el PSOE Paco Salazar. El dirigente sevillano que susurró durante años al oído del presidente del Gobierno, el influyente hombre que era de los pocos, poquísimos de su Gabinete que tenía acceso directo a él, el político hábil y locuaz, "con olfato", que ejercía de oráculo de las encuestas, el lugarteniente fiel que disponía de información y lo hacía saber. El responsable que iba a ascender a la cumbre de Ferraz el pasado julio y que cayó fulminado cuando trascendieron sus comportamientos machistas. El socialista que se dio de baja como militante, casualmente, muy pocos días antes de que se conocieran las dos denuncias que habían presentado dos mujeres que habían trabajado a sus órdenes en la Moncloa y que pormenorizaban un trato insoportable hacia ellas, un relato siniestro de presunto acoso sexual que horrorizó a sus compañeros. El nombre que ha abierto un boquete descomunal a una organización y a un Gobierno ya muy debilitados por los casos de corrupción y la dinámica de una angustiosa legislatura, sin que nadie sepa muy bien qué ha pasado.

Sin que nadie se explique cómo desde el 8 de julio, cuando se registró el primer escrito en el canal antiacoso del PSOE, y desde el 28 de julio, cuando se presentó la segunda denuncia, nadie hizo nada. Sin que nadie haya podido contar por qué ni tan siquiera se escuchó a quienes habían enviado unos testimonios tan desgarradores y confesaban su "miedo" a ser descubiertas. "Salía del baño que tenía en su despacho a medio vestir y no se subía la cremallera hasta que estaba cerca de tu cara (porque tú estabas sentada y él de pie). Él sabía cuándo te incomodaba y lo disfrutaba manifiestamente. Cuando le llevabas un trabajo para que lo viera, decía que ahora es cuando él le ponía 'una mijita de su polla'". "Llegaba por la mañana y te decía el buen culo que te hacía ese pantalón o te pedía que le enseñaras el escote". Ese Paco Salazar que desnudaban esas narraciones, desveladas por elDiario.es, no parecía ser el hombre al que muchos de sus compañeros decían conocer. El que lo había sido casi todo en la Moncloa y estuvo a punto de serlo en Ferraz.

Su nombre no se cae de la boca de la dirigencia socialista en la última semana. Cunde la indignación, "el enorme cabreo", sobre todo entre las mujeres, por la falta de "explicaciones", por el vacío que sigue rodeando un caso que ha manchado la ya empinada campaña de las elecciones extremeñas y sobre el que el presidente no se ha pronunciado aún, aunque probablemente este sábado, en la recepción en el Congreso por el Día de la Constitución, no tenga forma de eludirlo.

Fluyen las preguntas, escasean las respuestas. Porque a la parquedad de palabras en público se suma el pesado y significativo silencio de los dirigentes que más lo han tratado en los últimos años, en los últimos meses, los que más lo conocen, los que eran sus colaboradores en la Moncloa. No se cogen los teléfonos, no se contestan los mensajes, aunque se lean. "Paso de este asunto", "no tengo ni idea", alcanzan a expresar a este diario miembros del círculo de confianza de Sánchez. El caso Salazar incomoda. Mucho. Y duele. Duele mucho en un partido que se proclama feminista, que se ha nutrido tradicionalmente del voto femenino, que ve con espanto cómo las mujeres pueden ahora desconfiar de él. Otra vez. El escándalo llega tras las vomitivas conversaciones de José Luis Ábalos y su exasesor Koldo García sobre mujeres prostituidas, tras los fallos detectados en las pulseras antimaltrato. Tres mazazos asestados en menos de seis meses. En la entrada de un ciclo electoral decisivo.

Ese silencio es el que hace imposible reconstruir qué pudo ocurrir. Cómo se sucedieron supuestamente esos episodios de acoso, de "violencia contra las mujeres", como precisaba esta semana la ex vicesecretaria general del PSOE Adriana Lastra, sin que nadie lo imaginara y cómo pudieron dormir en un cajón de Ferraz hasta que afloraron en la prensa. "No era vox populi en la Moncloa. Mis compañeros y yo nunca escuchamos allí. Nos pilló de sorpresa cuando salió. Yo no dudo de la declaración de nadie, pero no puedo decir que es algo que haya visto", asegura un excargo del Gabinete presidencial. "Nunca vi ese tipo de comentarios tan desafortunados, esas salidas de tono, esos comportamientos, y he estado con gente de su equipo, que tampoco eran muchos. Alucino y me sorprende, pero me lo creo", señala otro dirigente que sigue siendo alto mando monclovita.

Pero a otros responsables sí les cuadró todo desde el principio. Entrada la noche del 4 de julio, en las horas previas a la reunión del comité federal del día siguiente, el convocado para coronar la remodelación de la ejecutiva que consagraría la sustitución de Santos Cerdán por la valenciana Rebeca Torró y el premio a Salazar como su segundo adjunto, los cimientos del PSOE temblaron. El sevillano era acusado de acoso sexual. Ante los periodistas, la única que lo defendió abiertamente como "un compañero absolutamente íntegro" fue la ministra portavoz, Pilar Alegría. Adriana Lastra aseguró que su federación, la asturiana, con mucho poso ideológico y orgánico, lo había discutido y había resuelto que no podía ser nombrado.

Una afirmación que, recuerdan en el entorno de esta, fue la que sentenció realmente a Salazar, aunque en la planta noble, contraponen en Ferraz, presionaban a Sánchez, para que lo dejara caer, cuatro mujeres: Cristina Narbona, María Jesús Montero, Rebeca Torró y Pilar Bernabé. La presidenta del partido, la vicesecretaria general, la secretaria de Organización y la responsable de Igualdad. El sevillano renunció a su puesto en la dirección y a su cargo en la Moncloa como secretario general de Coordinación Institucional.

Ahí no acabó todo. Fue el pasado lunes cuando elDiario.es informó de que Ferraz no había dado un paso con las dos denuncias presentadas por dos mujeres en julio, y el martes cuando se conoció el contenido terrible de esos escritos. El miércoles, el órgano antiacoso, del que el cuartel general no ha facilitado su composición, contactó con las víctimas. El miércoles también Bernabé, cuando el partido ya estaba incendiado, reunió a las responsables de Igualdad de los territorios y a los portavoces, para pedirles "calma y confianza" y asegurarles que se tomarían medidas y que se las convocaría presencialmente la próxima semana. No atemperó los ánimos.

El jueves, ella misma dijo ante los medios que el comité antiacoso estaba trabajando y que se esperaba su informe de conclusiones, pero por el momento el partido no acudiría a la Fiscalía, como le había pedido la noche anterior la secretaria de Igualdad de Asturias, Natalia González, y verbalizó Lastra en declaraciones públicas. El viernes, Ferraz por fin lanzó una nota informativa en la que ofrecía una secuencia de los hechos, reconocía que la comunicación con las denunciantes anónimas no había "estado a la altura" y precisa ser "mejorada", y expresaba su lamento por no haber "arropado suficientemente" a las víctimas. El escrito contaba el proceso de ofuscación del sistema —la ocultación automática de la denuncia pasados 90 días para "extremar las garantías de protección de datos", pero no explicaba por qué durante casi cinco meses no se atendió el grito desesperado de las mujeres.

En el PSOE son muchos los que consideran que la "falta de diligencia" que la propia Ferraz admite solo es explicable porque hubo voluntad de "encubrimiento", de "protección" de Salazar. Dirigentes de varias federaciones apuntan a quienen consideran que han tenido que ver en un fatal desastre. No responsabilizan a Bernabé, a quien disculpan por tener que bregar con la polémica cuando está sobrecargada por su tarea como delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana. A quien culpan directamente es a Rebeca Torró, por ser la jefa del aparato, el ama de llaves de Ferraz, la responsable última de todo lo que pasa bajo sus pies. Ella era, recuerdan varios consultados, amiga de Salazar desde tiempo atrás, y de hecho en el partido se escucha que fue él quien promovió su nombre "para intentar ejercer él". Ya en aquel momento se dijo, y se publicó, que el secretario de Organización en la sombra iba a ser él.

Pero Torró no es la única señalada. También se apunta hacia Montero, en su caso por no estar encima de los asuntos de Ferraz, por no haber sido tajante con Salazar y por la defensa que hizo su número tres en Andalucía, su secretario de Organización regional, Paco Rodríguez, alcalde de Dos Hermanas (Sevilla): este aseguró en julio, tras conocerse las denuncias que motivaron la caída de Salazar, que ponía "la mano en el fuego" por él, por su "amigo". Este jueves, Montero reconoció los tiempos "excesivamente largos" en el PSOE ante los escritos por acoso sexual. Lo hizo en Málaga, foco de otro incendio conexo: allí, el secretario general de Torremolinos, Antonio Navarro, concejal y diputado provincial, fue suspendido este viernes de militancia después de que la Fiscalía abriera diligencias contra él por presunto acoso sexual a una compañera que denunció su caso por los cauces internos en junio —y el órgano antiacoso la escuchó— y que acudió al Ministerio Público en noviembre cansada de que su partido no hubiera resuelto el expediente, pese a haberlo reclamado.

No se libra de las críticas tampoco Alegría. Ella comió con Salazar en un restaurante céntrico de Madrid el 3 de noviembre, meses después de que él saliera de Ferraz y de la Moncloa. Una foto que publicó Artículo14 y que la ministra justificó por tratarse de un encuentro ceñido "al ámbito personal", "sin más". El sevillano es amigo suyo desde hace muchos años. Pero en el partido esa imagen no sentó bien entonces, y menos aún ahora: "Lo de Pilar es que no tiene nombre", exclama un barón regional.

Esa instantánea demostraba, además, que los lazos entre el Gobierno y Salazar no estaban del todo rotos. De ahí que en el partido convenza la tesis de la "protección". En la Moncloa y en Ferraz insisten en que no hay ningún contrato con él como consultor externo. Lo mismo dicen en la Generalitat y en el PSC, cuyo líder, Salvador Illa, es muy cercano a Salazar y al que agradeció su contribución en su primera campaña, la de las catalanas de febrero de 2021. Pero en el círculo de Sánchez y en el de Illa no descartan del todo que en estos meses haya podido producirse alguna llamada o conversación informal con él. "No se pueden saber las charlas que tenga el presidente, pero dudo mucho de que hablara con Paco. Él le cortó la cabeza", indica una de sus colaboradoras.

—Pero, ¿dónde está Rebeca? ¿Y dónde está su primera adjunta, Anabel Mateos? La gente nuestra ya se pregunta dónde está Pedro porque no salen los demás. Ferraz está vacío. El problema lo han creado los hombres y, ahora, ¿tenemos que resolverlo las mujeres? ¿Somos nosotras las que tenemos que reunirnos? Igual son ellos los que tienen que resolver —protesta una destacada dirigente feminista, muy respetada por sus compañeras.

—Esto es muy grave, porque atenta a nuestro principio más irrenunciable. Hay un cabreo enorme, y decepción. La presidenta del partido es una mujer [Narbona]; la vicesecretaria general, una mujer [Montero]; la secretaria de Organización y su primera adjunta, mujeres [Torró y Mateos]. ¿Tampoco así hay seguridad para quienes se sienten vejadas en nuestra casa? Lo que está molestando es que Pedro no haya abierto aún la boca —manifiesta con enfado un líder territorial.

En Ferraz, la reacción está siendo lenta pero cada vez más consciente. Sánchez no lanzó ningún mensaje de complicidad en el mitin de apertura de campaña de las elecciones extremeñas este jueves, en Plasencia, aunque se prevé que hoy responda ante los periodistas en el Congreso. Y en el entorno de Torró niegan radicalmente que ella encubriera a Salazar: "Ella formó parte del grupo de personas que empujaron para que saliera Paco sin que mediara aún ninguna denuncia. No miró para otro lado. En cuanto se convierte en secretaria de Organización, implementa la herramienta del protocolo antiacoso que se había aprobado en mayo y posibilita que se puedan presentar denuncias anónimas. El propio protocolo dice que el órgano antiacoso debe ser autónomo e independiente de Organización o de la Secretaría de Igualdad. Y si Rebeca hubiera intervenido, hablaríamos entonces de injerencia. El error de esta comisión es no haber contactado con estas mujeres, ese es el fallo que no se puede volver a repetir, pero también es verdad que en este tiempo ha estado haciendo otros trabajos".

Las dos denunciantes recurrieron al canal de comunicación abierto por el PSOE, pero ellas trabajaban en la Moncloa para Salazar. ¿Por qué no reportaron su caso por el cauce que sí existe también en el Gobierno? Vacío. En el Ejecutivo y en el partido solo encuentran una razón: el "miedo". Y eso que la secretaria general del complejo, Judit González, se reunió en julio con el equipo que trabajó para el sevillano para animarle a elevar su queja si habían sufrido comportamientos machistas. "¿Por qué no denunciaron en la Moncloa? ¿Qué pasa ahí? ¿Por qué la bolsa de basura va a Ferraz? Todo ha ocurrido en el Gobierno, donde había un putero [Ábalos] con cómplices y un depredador sexual [Salazar]", descarga una persona que conoce bien al presidente y que trabajó muy cerca de él.

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