Ciencia y Tecnología

Las mujeres prehistóricas tenían los brazos más fuertes que las actuales atletas de remo

Un estudio de la Universidad de Cambridge compara los huesos de nuestras antepasados agrícolas con las deportistas de élite de hoy, cuyos brazos son un 11-16% más débiles.

Las mujeres agricultoras de la prehistoria tenían los huesos más fuertes que las actuales deportistas de remo.

Las mujeres agricultoras de la prehistoria tenían los huesos más fuertes que las actuales deportistas de remo. Federemo

Las atletas de élite de los equipos de remo de hoy envidiarían los los brazos de las agricultoras de la prehistoria, según un nuevo estudio del Departamento de Arqueología de la Universidad de Cambridge. Una fortaleza que esas mujeres que vivieron durante los primeros 6.000 años de la historia del cultivo obtuvieron, según los investigadores, mediante la labranza del suelo, la cosecha manual y el molido manual del grano durante hasta cinco horas al día para hacer la harina.

Las agricultoras prehistóricas molían grano de forma manual hasta cinco horas al día

Hasta ahora, las investigaciones bioarqueológicas sólo habían comparado los huesos de las mujeres con los de los hombres, por lo que no se había estimado correctamente la naturaleza y el nivel de demanda física que soportaron las mujeres en la prehistoria, según han destacado los científicos de Cambridge. "Este es el primer estudio que compara los huesos femeninos prehistóricos con los de las mujeres vivas", dice la Dra. Alison Macintosh, autora principal del estudio publicado hoy en la revista Science Advances, "al interpretar los huesos de las mujeres en un contexto específico femenino, podemos comenzar a ver cuán intensivos, variables y laboriosos fueron sus comportamientos, descubriendo una historia oculta del trabajo de las mujeres durante miles de años".

El estudio analizó los huesos del brazo (húmero) y la pierna (tibia) de mujeres con intensa actividad física - corredoras, remeras y futbolistas - y otros de mujeres con estilos de vida más sedentarios. Así, la fuerza de los huesos de las mujeres modernas se comparó con las de las mujeres desde las épocas agrícolas neolíticas tempranas hasta las comunidades agrícolas de la Edad Media.

La investigadora principal del estudio explica cómo el impacto físico y la actividad muscular ejercen presión sobre los huesos, que reaccionan cambiando de forma, curvatura espesor y densidad en el tiempo para adaptarse a la tensión repetida ". Así es posible interpretar los tipos de trabajo que realizaban nuestros antepasados en función de la comparación entre "las características óseas de personas vivas cuyo esfuerzo físico habitual se conoce y las de los huesos antiguos".

Para el estudio, se escanearon los huesos de participantes del equipo de regatas de la Universidad de Cambridge (en temporada de pruebas, cuando estas mujeres, en su mayoría de alrededor de veinte años, remaban un promedio de 120 kilómetros a la semana y entrenaban dos veces al día).

Las mujeres de la prehistoria tenían los brazos un 11-16% más fuertes que las deportistas de remo de hoy

Los huesos de las piernas de estas deportistas de élite eran similares en fuerza a la de sus antepasados prehistóricas (7.400 años anteriores), que sin embargo tenían en sus brazos una fuerza un 11-16% superior. Si los comparaban con los brazos de las estudiantes medias de Cambridge, la fuerza de las mujeres prehistóricas era un 30% mayor.

En cuanto a las mujeres de la Edad de Bronce (4.300-3.500 años atrás),  sus brazos eran un 9-13% más fuertes que los de las deportistas de hoy, pero sus piernas sin embargo eran un 12% más débiles.

En el caso de la Edad de Bronce sus brazos eran más fuertes pero sus piernas, más débiles

Los investigadores achacan la extraordinaria fuerza al triturado del grano, que "probablemente realizaban las mujeres. La acción repetitiva del brazo de moler juntas estas piedras durante horas puede haber cargado los huesos de los brazos de las mujeres de una manera similar al laborioso movimiento hacia adelante y hacia atrás del remo". Aunque esa era la actividad principal, Macintosh sospecha que el trabajo de las mujeres se extendía también a "plantar, labrar y cosechar manualmente todos los cultivos", además de "ir a buscar comida y agua para el ganado doméstico, procesando leche y carne, y convirtiendo pieles y lana en textiles".

Para Jay Stock, otro de los autores del estudio, los hallazgos sugieren que "durante miles de años, el riguroso trabajo manual de las mujeres fue un impulsor crucial de las primeras economías agrícolas".

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