El episodio de precipitación de polvo del desierto procedente del Sahara (fenómeno conocido como lluvia de barro o de sangre) más intenso de los últimos tres años se ha registrado la pasada noche en la mayor parte de la costa del Mediterráneo español.

El responsable del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante (UA) y presidente de la Asociación Española de Geógrafos (AGE), el catedrático Jorge Olcina, ha explicado a Efe que se trata de una precipitación de polvo sahariano que, desde junio de 2018, no se observaba de una manera tan intensa, y que ha dejado una fina capa de polvo rojizo sobre la superficie.

El origen de estas lluvias es la combinación de condiciones de inestabilidad por el paso de un frente y el arrastre de materia en suspensión sahariana en las capas bajas de la atmósfera.

Según el experto, esto se produce cuando los flujos de viento tienen una componente sur o suroeste sobre nuestro país y afectan muy especialmente al litoral mediterráneo.

Lluvias muy débiles

Para ello es necesario que las lluvias sean muy débiles, casi inapreciables como ha sido el caso de la pasada noche, lo que facilita que cuando se evapora el agua quede el residuo sólido del polvo del desierto del Sahara depositado sobre coches, balcones o ropa tendida.

Olcina ha manifestado que este tipo de lluvias rebajan la acidez de la atmósfera, aspecto que es positivo para la mejora de la calidad del aire pero que resultan llamativas porque "ensucian" las superficies donde se depositan.

Las lluvias de barro o de sangre, como también se les llama, muestran una tendencia creciente desde 1990 en España y representa "una de evidencias de cambio climático porque supone una presencia cada vez más frecuente de flujos del norte de África en el sur de Europa y la cuenca del Mediterráneo".