Animales

Conociendo a las medusas

La ciencia desentraña el ciclo vital de una medusa gigante del Atlántico

Este descubrimiento supone el primer paso para la anticipación al comportamiento de la medusa en el entorno natural

Las medusas no tienen cerebro
Las medusas no tienen cerebro

Poco a poco vamos conociendo más sobre las medusas, uno de los seres más enigmáticos de la naturaleza y del que todavía queda mucho por descifrar. Usos médicos, farmacéuticos, gastronómicos, e incluso anticiparnos a su llegada a las costas y actuar en consecuencia es el techo que se marca la ciencia.

Ahora, un equipo liderado por científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha conseguido, por primera vez, reproducir  y describir las distintas fases vitales de una medusa gigante. La Rhizostoma luteum es una medusa gigante -puede llegar a medir más de medio metro de diámetro y pesar más de 12 kilos- que habita en el Atlántico y en el mar de Alborán.

La Rhizostoma luteum en distintas fases vitales

"La última publicación sobre esta especie era de hace 70 años. No ha habido ningún registro, e incluso se llegó a pensar que ya no había. Se habían varado muchas en las costas andaluzas. Cogimos muestras y vimos que era esta", explica Laura Prieto, investigadora del CSIC que trabaja en el Instituto de Ciencias Marinas (ICMAN).

"Para entender la causa por la que nos llegan tantas medusas hay que entender procesos. En el campo, la única manera es teniendo series muy largas de medusas. Pero es muy difícil tener datos de medusas, ya que cuando las medusas están en la fase vital más temprana son muy pequeñas e imposibles de ver. Por eso se estudia en laboratorio", argumenta Laura Prieto.

En este vídeo de El Independiente ya explicamos cómo se reproducen algunos tipos de medusa, ya que no todas se reproducen de la misma forma:



Carmen Tomás es bióloga y la criadora de las medusas del Oceanogràfic de Valencia. La acompañamos a las particulares granjas de estos animales, de los que puede haber más de 5.000 ejemplares a su cargo. Distribuidas en tanques, a Carmen no le pican. "En entornos controlados tienen menos agresividad". Su relación con ellas es efímera. Algunas no viven ni medio año. | Vídeo: M. Viciosa y Erica Moreno

“Hemos descubierto peculiaridades de esta especie que no comparte con otras medusas de su mismo género. Por ejemplo, la madre medusa lleva a sus descendientes, denominados plánulas, protegidos entre sus brazos orales hasta que las libera en un ambiente propicio para que puedan encontrar un sustrato para transformarse en pólipo”, detalla la investigadora.

Reproducir el ciclo vital de la medusa es el primer piso del castillo de naipes

Para poder conocer el comportamiento de la especie, primero hemos de conocer la especie. Por eso la importancia de este descubrimiento. Reproducir el ciclo vital de la medusa es el primer piso del castillo de naipes -en palabras de Prieto-.  Una vez descrito el ciclo, se pasa a alterar las condiciones ambientales en el laboratorio (temperatura, salinidad, alimentación). De ahí, junto con trabajo de campo, surgirán los modelos predictivos de ecosistemas que servirán a las administraciones a actuar anticipándose a las llegadas de medusas.

“Ahora podemos comenzar a estudiar la respuesta de esta especie al forzamiento ambiental. Al ser una especie que se ha avistado en prácticamente toda la costa este del océano Atlántico, desde la zona de Brest en Francia hasta Sudáfrica, y también en el mar de Alborán, los cambios de temperatura y salinidad a los que suele estar expuesta de forma natural son muy amplios”, detalla la investigadora marina.

Esta investigación es fruto del trabajo de un equipo de investigadores liderado por el CSIC, en colaboración con el Zoo de Viena, Austria, durante dos años y medio. Los resultados de esta investigación aparecen publicados en el último número de la revista Plos One.

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