El estío comienza a dar sus primeros pasos y muchos españoles hacen la maleta e inician sus merecidas vacaciones, con una fórmula bien sencilla: sol, arena y mar. Para muchos, el destino será el Mediterráneo, protagonista de muchos recuerdos estivales que han quedado grabados en sus retinas. Sea cual sea su origen, los españoles – y muchos europeos – han disfrutado en su infancia de esas aguas azuladas y templadas. Forma parte del recuerdo de todos. Este sentimiento de apego al Mediterráneo ha caracterizado a los pobladores de los países ribereños desde hace siglos. Por algo los romanos, en su época imperial, le llamaron Mare Nostrum, ‘mar nuestro’. Pero el Mediterráneo de aquellos romanos no es exactamente igual al que hoy conocemos.

Los siglos de desarrollo y progreso que la Europa Occidental ha disfrutado están teniendo un impacto directo en el ecosistema marino mediterráneo, único gracias a las especies de flora y fauna que viven y se desarrollan en el fondo marino. Desafortunadamente, la biodiversidad mediterránea no ha sido ajena a la acción del hombre. Siglos atrás, empresas de conquista y comercio poblaron de embarcaciones el mediterráneo. Ahora, la masificación del turismo, la construcción de infraestructuras o el incremento de la contaminación, entre otros factores, han precipitado un nivel de degradación que amenaza con destruir el tesoro de la vida submarina del Mediterráneo.

En dicho tesoro, destaca una joya en especial: la Posidonia oceánica. Esta planta acuática–un tipo de fanerógama- es endémica del Mediterráneo y puebla sus fondos marinos en forma de pradera. Pero no es una planta más. La posidonia resulta esencial para la supervivencia del ecosistema del Mediterráneo dadas las importantes funciones medioambientales que ejerce. Por ejemplo, frena el deterioro del frente litoral al suavizar la fuerza del oleaje, aporta claridad a las aguas por su capacidad de filtrado y procura refugio y alimento a numerosas especies. En concreto, conforma un hábitat para más de 400 especies de plantas y 1.000 peces, crustáceos y moluscos.
Su potencial es mucho más sorprendente. La Posidonia oceánica es un sumidero natural de carbono orgánico, el llamado carbono azul. Esto la convierte en un agente esencial para mitigar los efectos del cambio climático al evitar que grandes volúmenes de CO2 pasen a la atmósfera. En plena transición ecológica, esto no es un asunto baladí.

No obstante, los expertos advierten de que el futuro de esta planta está en peligro: desde comienzos del siglo XX, las praderas de posidonia se han reducido entre un 5 y un 20 %. Son datos facilitados por Red Eléctrica de España, compañía que lucha contra la degradación y la pérdida de praderas en Baleares, la comunidad autónoma con la mayor extensión de posidonia de España.

En concreto, lo hace en la bahía de Pollensa, al norte de la isla de Mallorca, donde desde 2018 está desarrollando una labor de replantación de dos hectáreas a través de un proyecto llamado ‘Bosque Marino’. Se trata de la primera replantación de un bosque submarino en el mundo y cuenta con un presupuesto de medio millón de euros. En él colabora con la Consejería de Medio Ambiente, Agricultura y Pesca del Gobierno balear, el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados –IMEDEA, dependiente de la universidad balear y el CSIC- y el aeródromo de Pollensa. Desde Red Eléctrica destacan esta colaboración como un caso de éxito. Así lo afirma Eduardo Maynau, delegado de la empresa en Baleares que señala “que el Gobierno de la región es uno de los más comprometidos en la salvaguarda de posidonia y en 2018 aprobó un decreto para proteger los 650 km2 de praderas en las islas”.

La replantación es clave pero lo más urgente es que evitemos seguir dañando la posidonia, afirma Maynau, delegado de Red Eléctrica en Baleares

La empresa presentó el balance del proyecto in situ el pasado viernes. “Ya hemos restaurado 1,5 hectáreas con la plantación de 8.000 fragmentos, lo que supone el 60 % del proyecto”, informa Maynau. Desde el IMEDEA, destacan los resultados alentadores del Bosque Marino: “Tras estos dos años, hemos comprobado que los fragmentos replantados tienen una supervivencia de entre el 60 y el 80 %”, explica Jorge Terrados, científico titular de IMEDEA. Para los integrantes del proyecto, estas cifras definen el éxito de esta replantación pero, especialmente, de la técnica empleada. “De 2012 a 2016 desarrollamos un proyecto de investigación que dio lugar a una guía metodológica para la replantación de posidonia. Ese fue el caldo de cultivo del Bosque Marino”, recalca Maynau.

La posidonia replantada tardará siglos en crecer y expandirse ya que es una especie de crecimiento lento. Pero tendrá un importante beneficio a corto plazo: ayudará a preservar los almacenes de carbono que ya alberga la pradera y que son esenciales para luchar contra la crisis climática que sufre el planeta. Maynau habla alto y claro: “la replantación es clave y algo necesario, pero lo más urgente es evitar que sigamos dañando este organismo que es uno de los más longevos del mundo”.

Más de 100.000 años de antigüedad conforman la historia de esta planta acuática cuyo nombre deriva de Poseidón, el dios griego de los mares y océanos. Quizás la planta fuese fuente de inspiración para la mitología griega. Algunos establecen el paralelismo entre la posidonia y las nereidas, las ninfas del Mediterráneo que protegían dicho mar y socorrían a todo aquel que lo transitaba en dificultades. De hecho, el escritor Pedro Castillo cuenta en su obra ‘Posidonia y el mar’ que la planta fue fruto del amor entre el dios Poseidón y la nereida Halia.

Mitos aparte, no cabe duda de que hoy nos toca a nosotros proteger el tesoro del Mediterráneo. Puede que no tengamos el poder sobrehumano de Poseidón o la energía marina de las ninfas, pero nos sobran los motivos y la querencia por el Mediterráneo.

Talleres formativos y campañas de divulgación de Red Eléctrica Española

Uno de los pilares clave del Bosque Marino de Red Eléctrica es la educación y la concienciación ambiental de jóvenes y adultos. “La preservación de la posidonia es una prioridad para nuestra compañía pero es algo en lo que debemos involucrarnos todos los ciudadanos”.

Por eso, la compañía realiza talleres formativos con centros escolares de Baleares en los que conciencia a las generaciones más jóvenes sobre la importancia de esta planta y cómo pueden contribuir a su protección. Del mismo modo, la empresa realiza campañas de divulgación para promover buenas prácticas de fondeo marítimo, con el fin de que las embarcaciones no dañen la planta cuando echen el ancla.