La Cumbre del Clima ha logrado este domingo cerrar un documento para aumentar la ambición climática en 2020 y cumplir el Acuerdo de París que compromete a los países a evitar que la temperatura media del planeta suba este siglo por encima de 1,5 grados. Pero ha fallado en regular de una manera clara y efectiva los mercados de carbono, un punto clave de los Acuerdos de París.

Después de convertir la Cumbre de Madrid en la cita más difícil de cerrar con una prórroga de dos días, mayor incluso que la Cumbre de París, el resultado es agridulce.  Por una parte se ha cerrado un compromiso de mayor ambición para 2020 a la hora de recortar la emisión de los gases de efecto invernadero en un documento que manifiesta la “urgente necesidad” de que esos nuevos compromisos de los países salven la brecha existente en los actuales con respecto al objetivo de París, de evitar un aumento de temperatura superior a 1,5 grados. 

La negociación de este texto recayó en la ministra en funciones de Transición Ecológica, Teresa Ribera, que hizo de facilitadora a petición de la Presidencia chilena.  “El mandato es claro: los países tenemos que presentar contribuciones nacionales más ambiciosas que las actuales en 2020, es importante responder a las demandas de la gente y de la Ciencia, y comprometernos a hacer más y más rápido”, ha indicado la ministra para la Transición Ecológica en funciones, Teresa Ribera.

Mercado de emisiones

Pero la parte negativa de la cumbre afecta al núcleo del éxito de los acuerdos de París. Es el desarrollo de las reglas que deben aplicarse a los sistemas de comercio de carbono a nivel mundial. Esto es, países que contaminan más compran derechos de emisiones a otros que no contaminan. El sistema actual que se emplea proviene del Acuerdo de Kioto de 1997 y los países tienen que implementar ahora un nuevo sistema que nace de los Acuerdos de París de 2015.  

La mayoría de los delegados presentes en Ifema han expresado su decepción por no alcanzar un acuerdo en este punto.

Para los países más comprometidos con la emergencia del clima hay una cuestión clave y es que una tonelada de CO2 sea igual y se mida igual en todos los países, para evitar trampas en las emisiones. Los países que se oponían a un texto más concreto de este punto han conseguido que se retrase a la cumbre de Glasgow.  La mayoría de los delegados presentes en Ifema han expresado su decepción por no alcanzar un acuerdo en este punto.

Reacciones de la sociedad civil

Las reacciones de la sociedad civil no se han hecho esperar la directora de Greenpeace Internacional, Jennifer Morgan, ha declarado: “Los Gobiernos deben replantearse totalmente cómo han actuado, porque el final de esta COP es totalmente inaceptable. Se preveía que esta COP fuera técnica, pero finalmente ha sido más más bien política y hemos visto cómo operan los grupos de presión de los sectores más contaminantes que torpedean las negociaciones, así como la profunda desconfianza de la juventud hacia la clase política”.

La ecologista culpa del fracaso a Brasil y Arabia Saudita, que “habilitados por una presidencia chilena irresponsablemente débil, se han dedicado a vender su modelo de “tráfico” de emisiones y se han llevado por delante las advertencias científicas y los gritos de la sociedad civil”, ha concluido.

Los grandes actores que necesitaban cumplir en Madrid no estuvieron a la altura de las expectativas

Laurence Tubiana, presidenta de la European Climate Foundation y arquitecta de los Acuerdos de París ha declarado que "el resultado de esta COP25 es realmente una mezcla, y está muy lejos de lo que la ciencia nos dice que es necesario. Los grandes actores que necesitaban cumplir en Madrid no estuvieron a la altura de las expectativas, pero gracias a una alianza progresiva de pequeños estados insulares, países europeos, africanos y latinoamericanos, obtuvimos el mejor resultado posible, en contra de la voluntad de los grandes contaminadores". Tubiana ha definido como "heroico" el apoyo de Teresa Ribera en las últimas horas: "nos ayudó a conseguir el resultado mínimo necesario para llegar al 2020, el año en que la acción climática cuenta".

Por su parte Ana Barreira, Directora del IIDMA (Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente): ha valorado el resultado como "muy decepcionante. Los negociadores no parecen darse cuenta de que aunque no reconozcan los informes científicos, la Tierra seguirá la trayectoria del calentamiento. La doble contabilidad y la falta de preparación de NDCs ambiciosos para 2020 no detendrá ese camino. Los países que bloquean estas negociaciones pierden credibilidad y legitimidad".

Para el movimiento juvenil ecologista, Fridays For Future, que ha tenido mucho protagonismo en esta cumbre, "la falta de acuerdos ambiciosos en la toma de decisiones ha provocado aún más frustración en la juventud, que continuará saliendo a la calle los viernes. La presión del gobierno español consigue salvar una serie de decisiones pero que en su conjunto siguen siendo insuficientes", han asegurado en un comunicado.

Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF España afirmó: “Lamentamos la irresponsabilidad histórica de los países que han tratado de bloquear y secuestrar la COP25 una vez más, a pesar del clamor de la sociedad en todo el mundo”. Y añadió: “Agradecemos al gobierno y a toda la sociedad española el enorme esfuerzo realizado para celebrar la COP25 en tiempo record para evitar que descarrille el multilateralismo y reconocemos el incansable trabajo de la ministra Teresa Ribera para hacer avanzar la negociaciones en un contexto político global tan adverso”.

Reacciones de científicos

Pam Pearson, Directora de la Iniciativa Internacional sobre el Clima de la Criosfera ha lamentado el resultado de la cumbre: "Ahora mismo, Groenlandia está perdiendo masa seis veces más rápido que antes, y la Antártida al menos dos veces más rápido. Australia está ardiendo, y esto está sucediendo sólo a 1°C. Sabemos que sobrepasar los 2°C es un riesgo. No hay tiempo para que se derrumben las negociaciones sobre el clima".

Por su parte Alden Meyer, Unión de Científicos Preocupados , ha destcado la desconexión casi total que hemos visto aquí en la COP25 en Madrid entre lo que la ciencia requiere y lo que las negociaciones sobre el clima están produciendo en términos de acción significativa". Para Meyer "la mayoría de los países emisores más grandes del mundo no están en acción y se resisten a los llamamientos para elevar su ambición".