La intensidad de la ola de calor que acabamos de pasar, en mitad de junio, y la intensa oleada de incendios sentida en todo el territorio nacional se corresponde con la preocupación creciente de los españoles por el cambio climático, como certifican las encuestas. Esta semana los españoles lo han tenido muy presente. Lo dice la Organización Meteorológica Mundial (OMM), estamos viviendo “un presagio de lo que vendrá”. 

Resulta difícil que la información no parezca catastrófica, pero la información de lo que acabamos de vivir habla por sí sola, la OMM da los datos: "Aunque es solo mediados de junio, las temperaturas en algunas partes de España y Francia son, en promedio, 10 grados centígrados más altas que el promedio para esta época del año".

España, como Portugal, sufre sequía. El Instituto Portugués del Mar y la Atmósfera (IPMA) reportó el mes de mayo más cálido desde 1931 y la grave situación de sequía afecta al 97% del territorio. Francia vio su mayo más cálido y seco registrado según Meteo-France. La Agencia Española de Meteorología (AEMET) puso a todo el territorio en riesgo de incendio. Y los incendios llegaron. El más notable el incendio en Sierra de la Culebra en Zamora con 30.800 hectáreas arrasadas, según los datos provisionales ya sería el más grande registrado en la historia, encabezando en top ten de los 10 incendios más devastadores de España.

La ola de calor temprana ha dejado huella en el territorio. Sin datos oficiales que aglutinen los incendios de toda España, las cifras autonómicas que hemos ido conociendo son destacables: 56 incendios en Extremadura y 25 en Madrid en la última semana. Pero el mapa de MODIS, el sistema de registro de incendios de la NASA, deja una península salpicada de incendios en los últimos siete días, todas las comunidades peninsulares han sufrido incendios.

Registros de incendios en los últimos siete días.
Registros de incendios en los últimos siete días en la península.

“Estas anomalías de temperaturas en Europa tan prematura que destaca la OMM son para asustarse”, afirma Miguel Ángel Soto, portavoz y experto en incendios forestales de Greenpeace España. “En el cóctel están todos los elementos de un fuego ingobernable, una tormenta seca, varios rayos, viento y humedad. Se ha cumplido la regla del 30”, afirma.

Se refiere a la fórmula de los incendios que les hace quedar fuera de toda capacidad de extinción; una temperatura superior a los 30º, viento superior a los 30 Km/h y una humedad relativa del aire por debajo del 30%. Incendios que los expertos llevan años avisando que nos van a golpear.

“En un contexto climático los incendios van a ser ingobernables, da igual los medios aéreos que tengas. Sólo se puede abordar cuando cambian las condiciones meteorológicas y eso es lo que ha pasado en Zamora”, afirma Soto.

El verano, según AEMET, va a ser muy seco, pero después de esta ola de calor el índice de riesgo de incendio aumenta. “La vegetación está ya muy seca. Normalmente el riesgo de incendio empieza desde el 15 de julio más o menos, por la reserva hídrica y la vegetación, pero es pronto para saber cómo serán las semanas que vienen”, afirma Soto.

Los operativos contratados sólo para el verano deben revisarse porque ya sabemos que los veranos duran más y las olas de calor son más intensas"

Miguel Ángel Soto, greempeace

La variable meteorológica es sólo una cuando hablamos de incendios, también está el paisaje, los usos del monte y su explotación. Dependiendo de si el monte tiene uso, por ejemplo ganadero, hay más o menos combustible en el suelo en caso de incendio. Otro elemento que entra en la ecuación son los recursos antiincendios. “Los operativos contratados sólo para el verano deben revisarse porque ya sabemos que los veranos duran más y las olas de calor son más intensas. No puede contratarse a finales de  junio y despedir a finales de septiembre”, afirma este ecologista.

Una de sus demandas es cuidar del territorio que en el caso de la España vacía se agudiza por la falta de actividad humana. Entre 2012 y 2021 España ha perdido cerca de dos millones de hectáreas de tierras de cultivo, unas pérdidas que se concentran en la cornisa cantábrica, según el Ministerio de Agricultura.

“La gente que se contrata en extinción puede hacer labores de mantenimiento, como áreas perimetrales, cortafuegos y preparando el monte. El monte español tiene poca actividad y está poco gestionado. Como dicen los bomberos: Lo que nosotros renunciamos a gestionar porque nos parece caro, lo hace el fuego de manera brusca”, afirma Soto. “Si hacemos las cuentas de los daños ambientales y vemos lo que nos hubiera costado tener trabajos forestales y gestión del territorio de otra forma, es posible que nos hubiéramos ahorrado dinero”, añade.