España da sus primeros pasos en su adaptación al cambio climático. Vivimos en un país que va a disponer de menos recursos hídricos y en el que ya se aprecia como la subida de las temperaturas del planeta reducen el agua disponible en nuestro territorio. El pasado mes de enero el Gobierno aprobó los primeros doce planes hidrológicos de las demarcaciones hidrográficas en los que se tiene en cuenta esta realidad. 

Los informes del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) de la ONU señala que España está en riesgo de desertificación de dos tercios de su territorio, en el peor escenario de cambio climático. Al margen de las proyecciones, el presente se impone.  Según el Ministerio de Transición Ecológica la situación de cambio climático ya ha causado una reducción del 12% de los recursos del país desde 1980 que, según calculan, supone una merma de la oferta de agua de 1.300 hectómetros cúbicos (hm³) anuales. La sequía de 2022 que afectó a toda Europa y de la que todavía no hemos escapado ha dejado cosechas más cortas de muchos productos, impactando en su calidad y elevando su precio.

“Estamos en un contexto de cambio climático y las sociedades nos tenemos que adaptar y hacer una gestión distinta del agua disponible . El agua es un bien muy escaso y tenemos que hacer una gestión responsable”, afirma Álvaro Luna, profesor y coordinador del Grado de Medioambiente en la Universidad Europea. En su cálculo de las necesidades que vamos a tener que afrontar este académico apunta a una transformación de los regadíos. Luna es partidario de reducir este tipo de cultivo porque “no es normal poner regadío donde debería haber secano que es lo que corresponde en esas latitudes, la vida debe estar adaptada a la realidad y vamos a tener menos agua”, asegura. 

Para el investigador Sergio Carrero del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC) la adaptación debe pasar por la innovación sin perder las explotaciones económicas que hacemos actualmente del agua. “Somos un país muy turístico, tenemos que tener agua para los turistas y para nuestra agricultura, no podemos permitirnos dejar de ser el huerto de Europa”, asegura. Desde su punto de vista hay que dar un salto en la tecnologización. “La ciencia y la tecnología deben entrar en el sector primario para optimizar el uso de los recursos”, añade.

La innovación no debe ir solo en la dirección de reducir el consumo haciendo más eficiente su gasto, sino en ampliar los recursos disponibles. Para hacer eso, según este experto lo más importante para la agricultura y la ganadería es que sean capaces de cuidar de su agua utilizada.  “La contaminación de las aguas se produce por fertilizantes que se usan en el regalía y  que terminan en el agua, no sólo es que consumamos agua para sostener el regadío sino que agua que podría volver a utilizarse no se puede usar porque queda contaminada por el exceso de contaminantes lo mismo ocurre con las con la industria y con la ganadería”, asevera. Para este experto es crítico que dispongamos de ese agua para el futuro. 

Según un análisis realizado por la organización ecologista Greenpeace el 44% del agua subterránea en España se encuentra en mal estado, esto son 353 masas de agua subterránea en mal estado de las 804 existentes. En extensión superficial superan los 140.000 kilómetros cuadrados, lo que supone un impacto que abarca casi el 40 % de la superficie total que ocupan todas las masas de agua subterránea en España.

Buen estado
Mal estado
Mal estado con prórroga más allá de 2027
IMPACTOS DESCRIPCIÓN DEL RIESGO DE NO ALCANZAR EL OBJETIVO MEDIOAMBIENTAL
N Contaminación por nutrientes, sobre todo nitratos de abonos y excrementos de animales, por encima del límite legal (50 mg/l) o cerca del límite y con evolución ascendente.
L Descenso del nivel freático (profundidad del acuífero, volumen de agua) debido a extracciones.
C Contaminación química distinta a nutrientes (sobre todo plaguicidas pero también metales, hidrocarburos…) por encima del límite legal o cerca y con evolución ascendente.
E Afección a ecosistemas terrestres dependientes del agua subterránea.
M Contaminación microbiológica.
O Contaminación orgánica.
Q Disminución de la calidad del agua superficial asociada por impacto químico o cuantitativo.
I Alteraciones de la dirección del flujo de agua por intrusión salina.
S Intrusión o contaminación salina.
T Otro tipo de impacto significativo.

A diferencia de Carrera, la organización ecologista considera que la sustitución de cultivos de regadío por secano es fundamental para hacer sostenible el sistema. Álvaro Luna es partidario de una transición hidrológica en nuestro país. Por su parte Sergio Carrera considera que para abordar el futuro del agua en España se necesita un gran pacto de Estado desde el que abordar el problema, “la reducción de agua en el futuro no entiende de ideologías”, asevera el investigador.

La ciencia y la tecnología deben entrar en el sector primario para optimizar el uso de los recursos

Sergio Carrero

Controlar hasta la última gota

En los últimos años España está inmersa en un proceso de modernización del ciclo del agua. Francisco Javier Sánchez Martínez, subdirector general de Protección de las Aguas y Gestión de Riesgos de la dirección general del Agua del Miteco, explica que hasta ahora la digitalización era muy dispar de unas cuencas a otras. Las zonas donde los recursos hídricos escasean manejaban una información mucho más detallada del agua que consumían que aquellas acostumbradas a la abundancia, que se basaban en estadísticas y datos pero no tenían un conocimiento “real”. Esto era especialmente notorio en la zona del Levante y del mediterráneo en general, que estaban mucho más avanzadas. Un sistema que Sánchez califica como “anclado en el pasado”. 

Con objetivo de equilibrar esta situación entre todas las cuencas del país, desde el Miteco elaboraron el PERTE de Digitalización del Ciclo del Agua, que fue aprobado por el Consejo de Ministros en marzo de 2022. El plan, que se engloba dentro de los llamados Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica, cuenta con una inversión de 3.000 millones de euros entre fondos públicos y privados y creará alrededor de 3.500 puestos de trabajo.

“Lo que se está haciendo es incrementar los medios de digitalización y control para aumentar la capacidad de la Administración. Además, se pretende que los usuarios gestionen su agua, conociendo la instalación, programando sensores con órdenes y consultando páginas webs que les digan qué están utilizando y cómo se está gestionando. Así podrán saber qué volumen total de agua está usando su ciudad de un embalse o de un pozo o cuánta se ha depurado. A la larga la idea es que los ciudadanos conozcan todos esos datos desde su móvil en tiempo real. Esto podría servir para detectar fugas o, por ejemplo, que un grifo de una vivienda donde vive una persona mayor sola lleva un día sin abrirse. Queremos transparencia absoluta”, resume Sánchez. 

Comparativa de la situación del agua en el embalse de Mediano en Huesca entre el año 1983 y 2022 (P. Armestre/ Greempeace) )

Una de las principales tecnologías que se implementarán serán sensores o contadores capaces de enviar los datos al momento a un servidor que genere a su vez avisos y alertas. Además, se pondrán en marcha equipos encargados de tomar muestras de agua en tiempo real para medir su calidad y contaminación. El objetivo final es crear una plataforma tecnológica con cartografía que pueda mandar avisos al móvil para mejorar el proceso. Una labor que hasta ahora ha sido imposible de realizar porque la administración no contaba, según Sánchez, con medios humanos y tecnológicos suficientes para poder hacerlo. 

Otro de los puntos importantes del PERTE tiene que ver con las pérdidas de agua. Sánchez explica que en el ámbito del regadío, que emplea el 80% del agua que utilizamos, aún no hay estadísticas. En cuanto a la que se utiliza en las ciudades, se estima que el 20% del total es agua ‘no registrada’, aunque Sánchez explica que sólo la mitad se debe a las fugas. La restante simplemente es utilizada por ayuntamientos para, por ejemplo, regar parques y jardines, y que simplemente no ha sido facturada. 

El PERTE, que contempla unos plazos de actuación hasta junio de 2026, también ha creado una normativa en la revisión de la red de abastecimiento de las ciudades que hasta ahora no existía. A partir de ahora los ayuntamientos de los municipios de más de 50.000 habitantes deberán comprobar si funciona correctamente o existen fallos cada dos años, y el resto, cada cuatro años. Además, el proyecto también cuenta con diferentes convocatorias para presentar proyectos sobre digitalización del agua. El plazo para los relacionados con los ciclos urbanos ya ha concluido, pero acaba de iniciarse el de regadío. 

Situación de las cuencas hidrográficas españolas de título

Fuente: Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Actualizado el 21 de marzo de 2023

Según Sánchez, el margen de mejora actual reside reside principalmente en tres puntos: conocer exactamente el agua que se saca de ríos, acuíferos y también del subsuelo (que es una labor mucho más complicada), conseguir que los pequeños municipios que no pueden beber agua del grifo por la contaminación de nitratos y pesticidas puedan hacerlo y recabar información sobre cómo se está depurando el agua y en qué condiciones se está devolviendo para ser reutilizada. 

A pesar de todo, el subdirector general de Protección de las Aguas considera que nuestro país es un referente en la gestión de la red hidráulica:  “En general España es un ejemplo muy positivo de la digitalización del ciclo del agua. La escasez de recursos hídricos y el clima son necesidades adicionales respecto a otros países. Eso ha hecho que las empresas tecnológicas españolas sean referentes a nivel mundial, y nosotros seamos uno de los países europeos más modernos”. 

En paralelo a esto, existen otras iniciativas privadas que pretenden remar en la misma dirección. Una de ellas es Dinapsis, una red de centros del Grupo Agbar que tienen como objetivo la “transformación digital en la gestión del agua y la salud ambiental de los territorios”. Mediante tecnologías como la inteligencia artificial o el Big Data son capaces de convertir en datos concretos la información disponible, lo que ayuda en la toma de decisiones. Algunos de estos centros incorporan herramientas como la medición inteligente de contadores, la gestión de crisis climáticas y resiliencia urbana o la gestión sostenible de los recursos hídricos en la industria.