Hay incontables ejemplos de cómo una especie puede trastocar por completo un ecosistema. El último de ellos lo estamos viendo gracias a Rugulopterix okamurae, un alga asiática de pequeño tamaño que, aún no se sabe cómo, acabó instalándose hace unos años en las costas gaditanas. En poco tiempo comenzó una expansión imparable por el litoral, que le ha llevado a convertirse ya en un auténtico problema y en una amenaza para el resto de las especies, para la industria pesquera de la zona y para el turismo.

"Llevamos denunciando este tema ocho años, pero no sé qué ha pasado ahora para que a toda la prensa y a todo el mundo le interese de repente", afirma Lola Yllescas, portavoz de Ecologistas en Acción de Cádiz. "Bueno, sí lo sé. Ahora ha afectado a los bañistas. Con el turismo hemos topado", comenta resignada. Según explica, el fondo marino y las costas de la zona están plagadas de este alga, que está provocando un "desastre ambiental" y la ruina de los pescadores.

Pero hay más. En plena época estival las playas de Cádiz son un reclamo turístico muy potente. Pero aquellas que han quedado infestadas por este alga se enfrentan a otro problema añadido, y es que cuando se descomponen por el calor generan un olor "pestilente" y "muy fuerte", lo que provoca que muchos bañistas desistan y acaben marchándose a otros lugares.

"El sector pesquero y los ecologistas venimos denunciando el daño que está causando a la biodiversidad costera y marina desde hace años. Es un auténtico desastre, sobre todo para la pesca artesana. Echan las redes y sólo capturan algas", sostiene la portavoz de Ecologistas en Acción. "Es un peligro importante, pero nadie se lo ha tomado en serio hasta que la gente no se ha podido ni meter en el agua por la cantidad de algas que hay", remata.

Lejos de controlarse, la plaga se está extendiendo. Yllescas asegura que ya ha llegado hasta Málaga, y que las condiciones ambientales son idóneas para que se siga reproduciendo. Por si fuera poco, el alga no tiene ningún depredador conocido que amenace su existencia. Así que, salvo intervención de las autoridades, parece que tiene vía libre para seguir causando estragos de todo tipo.

Desde Ecologistas en Acción denuncian que se han puesto en contacto con la Junta de Andalucía, con el Ministerio de Transición Ecológica y con las Demarcaciones de costa para tratar este tema, pero ninguno de estos organismos ha hecho "nada de nada". Aseguran que por el momento no se está combatiendo la plaga, y lo único que se hace es limpiar las playas cuando se llenan de algas. Algo que consideran que será un "problema" porque "su poder reproductor es amplísimo". Por eso se muestran convencidos de que "hay que buscarle predadores o factores que limiten la especie".

Yllescas señala que los responsables de la limpieza de las playas urbanas son los ayuntamientos. Pero considera que están "superados" por la situación y no están dando abasto: "Estuve ayer en la playa de Caños de Meca y hoy seguía absolutamente llena de algas, no la han limpiado. Las consejerías y los ministerios tienen que entender que esto es una agresión marítima y costera muy importante, y que tenemos que intervenir. Así que deben estudiar cómo contener la plaga".

Cabe recordar que en enero de 2023 el Gobierno Andaluz anunció la creación de un Observatorio de Cambio Climático Marino ubicado en Málaga, que, entre otras cosas, estudiará "la propagación de especies exóticas invasoras como puede ser el alga asiática", tal y cómo detallaron desde la Junta. Todo con el objetivo de tomar "medidas de acción acertadas". Actualmente en España sólo existen tres observatorios de este tipo, ubicados en Vizcaya, Vigo y Canarias, todos atlánticos, según indicaron desde el Gobierno andaluz.

Aguas marrones

Yllescas explica que se desconoce cómo el alga, que está presente en algunos mares asiáticos, acabó instalándose en las costas del sur de España. Pero desde que el Instituto Español de Oceanografía dio la voz de alarma hace unos ocho años no ha dejado de extenderse. "Ha encontrado un hábitat propicio, y se está multiplicando de forma exagerada. Y puede vivir en profundidades de hasta 200 metros. Por eso hay zonas del Estrecho donde las aguas son ya de color marrón por el alga, en lugar de ser azules o verdes", comenta la ecologista.

Esto genera problemas de visibilidad en el fondo marino, y limita la cantidad de oxígeno disponible para los animales acuáticos. Por este motivo, entre otros, el resto de la fauna y de la flora autóctonas se ha visto desplazada por completo, perdiendo su hábitat y generando una gran pérdida de biodiversidad.

"Esta especie se instaló antes de que se empezara a hablar de que la temperatura del océano estaba subiendo, pero está claro que les ha favorecido", indica Yllescas, que detalla que tiene más facilidad para instalarse en las playas rocosas que en las arenosas. "A veces cuando está a mucha profundidad parece que ha muerto, porque se queda en una especie de letargo, y cuando vuelve a ascender por las corrientes se despierta, por decirlo así", concluye la experta.