En 2004 Uruguay se convirtió en el primer país del mundo en incluir en su Constitución que el acceso al agua potable constituye un "derecho humano fundamental". Lo hizo a través de un plebiscito que el 65% de sus ciudadanos votaron a favor, y en el que, además, se contemplaba que la gestión del agua recaería exclusivamente en manos del Estado. Aquello supuso un éxito para un país acostumbrado a disponer de abundantes recursos hídricos y de calidad, que eran casi un motivo de orgullo nacional.

Pero casi dos décadas después la situación en Montevideo, la capital del país, y en su área metropolitana ha dado un vuelco. En esa zona, donde vive casi el 60% del total de la población uruguaya, el Gobierno de Luis Lacalle Pou decretó el pasado 19 de junio el estado de emergencia hídrica. Meses antes, en octubre de 2022, ya se había declarado la situación de emergencia agropecuaria en todo el país. ¿Qué ha sucedido?

En realidad, varias cosas. Uruguay está viviendo actualmente su peor sequía en 74 años y arrastra un déficit de lluvias en los últimos tres años. Algo a lo que habría que sumar la mala gestión pública y la falta de previsión por parte del Gobierno para actuar ante la crisis, que algunas voces denuncian.

Embalse de Paso Severino, el 2 de junio de 2022. En la imagen el agua se ve de color azul oscuro y la vegetación se ve de color verde claro. NASA

Embalse de Paso Severino, el 13 de junio de 2023, alrededor de una semana antes de que el gobierno uruguayo declarara el estado de emergencia hídrica.  Las observaciones a nivel del suelo coinciden con algunas de las marcadas diferencias entre las dos escenas, encontrando que el césped crece donde solía haber agua. NASA

El resultado es que Paso Severino, la principal reserva de agua potable de Montevideo, alberga 9,2 millones de metros cúbicos de agua (el 13,72% de su capacidad total) a fecha de 23 de julio. Unos datos críticos, pero que las precipitaciones de los últimos días han ayudado a mejorar. Y es que a principios de julio el embalse llegó a estar al 2% de su capacidad, con tan sólo 1,5 millones de metros cúbicos de agua en una ciudad que gasta unos 500.000 cada día.

Montevideo está, por tanto, sobreviviendo como puede día a día y mirando al cielo continuamente para saber hasta cuándo tendrán agua. "La escasez se ha producido cuando dos embalses principales de agua dulce que sirven a la región, Canelón Grande y Paso Severino, se han secado casi totalmente", alertó la NASA, que estuvo realizando observaciones satelitales de la zona y concluyó que el agua había registrado en 2023 "la mayor disminución de volumen de su historia".

Beber agua "salada"

Para tratar de anticiparse a esta situación, el Gobierno de Uruguay tomó a finales de abril la decisión de mezclar el poco agua dulce que les quedaba con agua procedente del estuario del Río de la Plata, que al estar en contacto con el Océano Atlántico tiene unos niveles de salinidad mucho más altos.

De hecho, para que la población pudiera consumirla hubo que elevar los niveles de sodio y cloruro permitidos por ley en el agua potable hasta situarlos, respectivamente, en los 700 y en los 400 miligramos por litro de agua. Como recuerda la NASA, en EEUU se recomienda una concentración máxima de 20 mg/L para dietas muy bajas en sodio y de 270 mg/L para dietas con una restricción moderada en sodio.

El Gobierno insistió en que ese agua era apta y segura para el consumo humano. Pero a día de hoy sigue recomendando que la población que utilice medicamentos antihipertensivos y diuréticos consuman un máximo de un litro de al día, y las personas con enfermedad renal crónica, insuficiencia cardíaca, cirrosis o embarazadas eviten en lo posible beberla.

Sin embargo, se han reportado quejas. "El agua que salió de nuestros grifos tuvo un gusto terriblemente salado y olía a productos químicos. Y cuando nos duchamos, lo hacíamos rápido y con las ventanas abiertas, porque los compuestos de trihalometano del vapor pueden ser cancerígenos", explicaba el periodista uruguayo Guillermo Garat en una columna de opinión publicada en el New York Times el pasado viernes.

Garat hablaba incluso de que en las zonas humildes de la ciudad la gente se quejaba de dolor de estómago y de diarreas por usar el agua corriente. Y relataba que algunos de sus vecinos estaban cavando sus propios pozos con la esperanza de encontrar agua subterránea para sus familias. Algunos de ellos, aseguraba, estaban tan contaminados que daban hasta "miedo". "El gobierno no tiene un plan B para esta crisis, que podría durar hasta octubre. Un senador tuiteó que oráramos para que lloviera", escribió el periodista uruguayo, que añadía que más allá de la salud, la crisis había provocado pérdidas de un 2% del PIB en sectores como el agrícola, el más importante del país.

Según el telediario uruguayo Telemundo, todo esto ha provocado un cambio en los hábitos de consumo del agua de la población. Actualmente sólo el 6% de los hogares de la capital utiliza agua del grifo para beber, y el 94% consume regularmente agua embotellada a pesar de que supone un mayor gasto. De hecho, recientemente muchos medios se hicieron eco de la noticia de que el Hospital Pasteur de Montevideo despidió a dos trabajadores por robar agua embotellada destinada a los pacientes.

El proyecto de Google

Por si todo esto fuera poco, hay un último giro de guión. Y es que Google tiene previsto construir un centro de datos en un terreno de 29 hectáreas que compró en el departamento de Canelones, que pertenece al área metropolitana de Montevideo. El diario The Guardian entrevistó hace unos días a Daniel Peña, investigador de la Universidad de la República en Montevideo, que asegura que el Gobierno uruguayo estima que el centro consumiría 7,6 millones de litros de agua al día directamente del suministro potable, unas cifras equivalentes al uso doméstico diario de 55.000 personas.

"Solo una pequeña proporción del agua en Uruguay se usa para consumo humano, la mayoría se utiliza para las grandes agroindustrias. Y ahora tenemos a Google planeando usar enormes cantidades de agua", se quejaba Peña para el rotativo británico, que también se hizo eco de unas declaraciones de Carmen Sosa, de la Comisión para la Defensa del Agua y la Vida, que afirmaba que "aproximadamente 500.000 personas no pueden permitirse comprar agua embotellada". Tanto el Gobierno como Google explicaron que las cifras que se dieron están desactualizadas y que esperan que el consumo de agua final del centro sea mucho menor.

Esta crisis puede servir como ejemplo para valorar la necesidad de gestionar los recursos hídricos de manera responsable. Y como aviso para el resto de ciudades, porque el caso de Montevideo no es el único. Hace apenas unos días el diario peruano La República alertaba de que algunos expertos y autoridades prevén que la mitad de la población de la ciudad de Cuzco, de más de 400.000 habitantes, podría quedarse sin agua potable para consumo humano en un plazo de tres meses. En la noticia se hicieron eco de declaraciones de Juan Figueroa, presidente del Directorio de la Empresa Municipal de Agua del país, que aseguraba que una de las razones de la disminución de reservas hídricas es el cambio climático y solicitaba la declaratoria de emergencia.